Jimmy Knepper, trombonista, antiguo colaborador de Charles Mingus
El trombonista de jazz Jimmy Knepper falleci¨® el 15 de junio en la ciudad estadounidense de Triadelphia, en Virginia occidental. Ten¨ªa 75 a?os y padec¨ªa la enfermedad de Parkinson.
James M. Knepper (Los ?ngeles, 1927) se introdujo en la m¨²sica a trav¨¦s de un instrumento casi olvidado en el jazz, el bombardino, pero enseguida adopt¨® el tromb¨®n para iniciar una serie de colaboraciones con algunas de las mejores banda ortodoxas de los a?os cincuenta, entre ellas la de Charlie Barnet y la de Woody Herman.
Su primer contacto con otras formas de enfocar la filosof¨ªa orquestal se produjo poco despu¨¦s en otras dos big bands de temperamento claramente experimental, la de Claude Thornill (1956) y Stan Kenton (1959).
Sin embargo, su verdadero avance como m¨²sico abierto a soluciones innovadoras comenz¨® a fraguarse a partir de 1957, a?o en el que empez¨® a trabajar en el Jazz Workshop de Charles Mingus. De esa relaci¨®n surgieron t¨ªtulos tan indispensables de la discograf¨ªa mingusiana como Tijuana moods, Blues and roots y Mingus dinasty.
Pero las relaciones de trombonista y contrabajista no siempre fueron precisamente cordiales y alcanzaron su c¨¦nit de virulencia en 1962, justo en las v¨ªsperas de un comprometido concierto en el que Mingus iba a presentar en el neoyorquino Town Hall una ambiciosa obra concebida para gran orquesta. Charles Mingus, acuciado por la inminencia de la fecha (adelantada por los organizadores sin previo aviso) acudi¨® a Knepper para que le ayudase en la escritura y orquestaci¨®n de algunos pasajes; cuando ¨¦ste se neg¨®, Mingus le lanz¨® uno de los pu?etazos m¨¢s sonados de la historia del jazz. El resultado fueron dientes rotos y una denuncia contra el contrabajista.
Quiz¨¢ aquel suceso contribuy¨® a que Knepper atravesase alg¨²n periodo de p¨¦rdida de fe en el jazz, fases en las que incluso lleg¨® a despotricar contra la pobre preparaci¨®n t¨¦cnica de ciertos m¨²sicos, pero la verdad es que su coraz¨®n nunca cambi¨® el comp¨¢s de su latido.
A diferencia de sus compa?eros de generaci¨®n, la monumental sombra estil¨ªstica del gran J. J. Johnson, gu¨ªa indiscutible del tromb¨®n bebop y modelo adoptado por todos sus colegas sin rechistar, Knepper encontr¨® un lenguaje propio, contenido y sobrio hasta la austeridad, que no dejaba en ning¨²n momento traslucir su extraordinaria calidad t¨¦cnica.
Tambi¨¦n m¨²sico polifac¨¦tico, Knepper se encontr¨® confortable en cualquier situaci¨®n musical, ya fuese tras los pupitres de una orquesta de vanguardia o de car¨¢cter tradicional (las de Gil Evans y Benny son ejemplos perfectos), pero sus reservas ante la perspectiva de dirigir grupos propios ha provocado que la discograf¨ªa a su nombre resulte lamentablemente corta.
Adem¨¢s de los t¨ªtulos citados junto a Mingus (todos ellos indispensables), es aconsejable citar su colaboraci¨®n con el pianista Bill Evans en Idol of the flies (1957), un espl¨¦ndido testimonio de talento temprano en el que el trombonista demuestra una claridad de ideas interiorizada y humilde que, como en todos los m¨²sicos especiales, suena a interrogaci¨®n fecunda.-
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