La extinci¨®n derrotada
Los ejemplares de malvas¨ªa cabeciblanca han pasado de 20 a casi 4.500 en 26 a?os
El 19 de noviembre de 1977 un grupo de j¨®venes bi¨®logos y aficionados a la ornitolog¨ªa se acomodaban en una de las vi?as que rodeaban a la laguna de Zo?ar, situada a no mucha distancia de la localidad de Aguilar de la Frontera (C¨®rdoba). Como en anteriores jornadas de campo esperaban poder observar las evoluciones de los patos malvas¨ªa, un esquivo animal que por aquel entonces se encontraba al borde de la extinci¨®n en Europa. De hecho, los pocos ejemplares que quedaban en la zona occidental del continente se hab¨ªan refugiado en esta laguna andaluza.
No era ¨¦ste, sin embargo, un refugio seguro, como aquel d¨ªa pudieron comprobar los ornit¨®logos. Un grupo de cazadores, distribuidos en dos barcas, se internaron en la laguna y abatieron, sin miramientos, a todas las aves que se les pusieron a tiro. Concluida la masacre, apenas pudieron censar 22 malvas¨ªas, "las ¨²ltimas de Europa", como hoy recuerda Jos¨¦ Antonio Torres, uno de los testigos de aquel suceso.
La actividad cineg¨¦tica, permitida entonces en estos humedales, era, sin duda, la principal amenaza a la que se enfrentaba este pato. Asimismo, las lagunas a las que entonces acud¨ªa registraban una intensa actividad agr¨ªcola, lo que tambi¨¦n ocasionaba serias perturbaciones.
Aquel grupo de naturalistas que hab¨ªan confirmado la delicada situaci¨®n de la especie se embarc¨® en una ambiciosa campa?a para tratar de poner freno a una extinci¨®n m¨¢s que probable. As¨ª naci¨® Amigos de la Malvas¨ªa, una asociaci¨®n que, desde C¨®rdoba y en poco tiempo, logr¨® reunir a m¨¢s de 2.000 socios, cifra que a¨²n hoy resulta sorprendente. Pero ni siquiera esta movilizaci¨®n sirvi¨® para que las distintas administraciones tomaran conciencia del problema y actuaran en consecuencia.
As¨ª las cosas, los responsables de la asociaci¨®n decidieron comprar la laguna del Rinc¨®n, cercana a la de Zo?ar, convencidos de que ¨¦sta era la ¨²nica forma de conseguir que la malvas¨ªa se extendiera a otros humedales y consiguiera multiplicar sus efectivos. "Fue la primera vez", precisa Torres, "que una entidad privada dedicada a la protecci¨®n de la naturaleza adquir¨ªa, mediante aportaciones de sus socios, un enclave de alto inter¨¦s ecol¨®gico y esto desconcert¨® a la Administraci¨®n". Por las 11 hect¨¢reas que ocupaba la laguna y su entorno se pagaron 3.500.000 pesetas.
Esta iniciativa, unida a la prohibici¨®n de la caza en las dos lagunas, hizo que la especie iniciara una t¨ªmida recuperaci¨®n. En 1979 el periodo reproductor se inici¨® con 23 ejemplares y termin¨® con 51, tendencia que se ir¨ªa consolidando con los a?os, sobre todo a partir de 1984, cuando el Parlamento andaluz declar¨® reservas integrales seis lagunas del sur de C¨®rdoba, entre las que se encontraban Zo?ar y Rinc¨®n. Otros humedales de Almer¨ªa, C¨¢diz, Huelva, Ja¨¦n y M¨¢laga se sumar¨ªan despu¨¦s a la lista de espacios protegidos, ofreciendo nuevos refugios a la especie.
En 1988, 10 a?os despu¨¦s de aquel momento cr¨ªtico, la poblaci¨®n de malvas¨ªa superaba los 450 ejemplares y por vez primera se localizaban ejemplares fuera de Andaluc¨ªa (Toledo). En 1990 son ya 10 las provincias espa?olas que albergan a la especie, cuyos efectivos suman m¨¢s de 750 individuos. Y el censo sigue creciendo hasta que en el oto?o de 2000 se alcanza un m¨¢ximo de casi 4.500 malvas¨ªas. "Si en 1977 este pato s¨®lo estaba presente en uno de los m¨¢s de 2.600 humedales existentes en Espa?a", explica Torres, "hoy se localiza en 175 humedales pertenecientes a 27 provincias, y se ha reproducido en 61 localidades de 13 provincias".
La voluntad de un grupo de pioneros fue capaz de invertir el proceso de extinci¨®n que amenazaba a una especie. A¨²n as¨ª, la batalla no ha concluido, porque nuevas amenazas se ciernen sobre la malvas¨ªa. Iron¨ªas del destino han querido que sea un pariente lejano, la malvas¨ªa jamaicana o canela, el que ocupe ahora el papel de verdugo. El cruce de ambas especies da lugar a ejemplares h¨ªbridos que pueden terminar por imponerse.
La jamaicana es una especie originaria de Norteam¨¦rica, islas del Caribe y pa¨ªses sudamericanos. Tres parejas llegaron a Europa en 1948 con destino a una colecci¨®n particular del Reino Unido, pero se escaparon, provocando un aut¨¦ntico desastre ecol¨®gico.
Las primeras malvas¨ªas jamaicanas recalaron en Espa?a en 1983, aunque entonces se consider¨® una simple an¨¦cdota. Ya en 1991 aparecieron algunos ejemplares h¨ªbridos y los bi¨®logos se dieron cuenta de que los machos ex¨®ticos desplazaban a los aut¨®ctonos en el proceso de reproducci¨®n, lo cual constitu¨ªa un grave peligro. Desde entonces grupos de tiradores expertos, acompa?ados por ornit¨®logos, han abatido m¨¢s de cien malvas¨ªas jamaicanas en toda Espa?a, adem¨¢s de medio centenar de h¨ªbridos, lo que da idea de la envergadura de esta invasi¨®n.
sandoval@arrakis.es
Un pato extraordinario
La malvas¨ªa com¨²n o cabeciblanca es un peque?o pato buceador cuya caracter¨ªstica principal es su larga cola, que suele mantener fuera del agua y que la hace inconfundible con el resto de an¨¢tidas. El pico de los machos adquiere, durante el periodo reproductor, un vistoso color azul celeste, caracter¨ªstica que tambi¨¦n otorga cierta singularidad a esta especie.
El legendario naturalista brit¨¢nico Abel Chapman, que la observ¨® por primera vez en Do?ana hace m¨¢s de un siglo, la describi¨® como "la m¨¢s extraordinaria ave que hab¨ªa visto nunca", advirtiendo que "parec¨ªa medio ave medio gal¨¢pago". La primera referencia hist¨®rica relativa a la presencia de este animal en Espa?a se encuentra en un manuscrito de historia natural fechado en Mallorca a finales del siglo XVIII, ¨¦poca en la que ya se consideraba una especie rar¨ªsima.
Inicialmente la malvas¨ªa cabeciblanca tuvo sus zonas de reproducci¨®n localizadas en las grandes planicies de Kazajst¨¢n, en el oriente de la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica, y sus ¨¢reas de invernada diseminadas por Turqu¨ªa, Oriente Medio, Egipto y Pakist¨¢n. M¨¢s tarde fue colonizando otros pa¨ªses del ¨¢rea mediterr¨¢nea, entre ellos Espa?a.
Es muy probable que al finalizar la primera mitad del siglo XX la poblaci¨®n espa?ola de malvas¨ªa rondara los 1.000 ejemplares y de ellos casi la mitad habitaran en las marismas del Guadalquivir. La poblaci¨®n mundial se situaba entonces en unos 70.000 individuos. Fue a partir de entonces cuando por diversas causas (desecaciones, contaminaci¨®n, caza indiscriminada) los efectivos de la especie empezaron a mermar, hasta alcanzar el m¨ªnimo hist¨®rico de 22 ejemplares, en toda Europa, registrado en 1977.
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