Mansos
Los novillos de Nazario Ib¨¢?ez, que form¨® la ganader¨ªa con vacas y sementales de procedencia N¨²?ez, lucieron una bonita presencia - es decir, animales propios de un zool¨®gico-, pero demostraron que de sangre brava estaban cortos de verdad. Mansos hasta la desesperaci¨®n, sin un ¨¢pice de casta, acobardados y huidizos, buscaban como locos el camino de la dehesa. Se frenaban en los capotes, hu¨ªan de su propia sombra, se paraban en el tercio de banderillas, esperaban la cercan¨ªa del hombre para perseguir a su presa con aviesas intenciones, y, en la muleta, se negaron a embestir. Hubo algunos, como el primero y el tercero, que no embistieron una sola vez, lo que ya es un m¨¦rito dif¨ªcil de alcanzar.
Ib¨¢?ez / Pe?a, Rubias, El Arque?o
Novillos de Nazario Ib¨¢?ez, bien presentados, muy mansos y descastados; el 2?, noble. Enrique Pe?a: cuatro pinchazos, un descabello -aviso-, cuatro descabellos -segundo aviso-, dos descabellos (silencio). (Silencio). Luis Rubias: pinchazo y media (ovaci¨®n) Palmas. El Arque?o: estocada que asoma (silencio) y (silencio). Plaza de La Maestranza, 22 de junio, novillada de abono, menos de media entrada.
Con este material de desecho de casta no es f¨¢cil evaluar la actuaci¨®n de los novilleros. Mejor dicho: quedan justificados todos los defectos y carencias. O, al menos, esa es la impresi¨®n que queda en la plaza. Quede constancia, no obstante, de que el m¨¢s destacado fue Rubias, que tambi¨¦n se llev¨® el lote m¨¢s potable: noble el primero, y con genio el otro. El chaval de Alicante es torero fino, y se mostr¨® muy decidido, lo cual se transmite con rapidez a los tendidos. Tore¨® muy bien por ambas manos al noble y flojo primero, y algunos muletazos destacaron por su hondura. Valiente y bullidor en el quinto, su faena fue de m¨¢s a menos porque el genio del manso se acab¨® en las dos primeras tandas.
Mala suerte de verdad tuvo Pe?a. Sus toros impidieron comprobar si este maduro novillero -figura en el escalaf¨®n desde el a?o 99- ha evolucionado. Ninguno de los dos embisti¨® ni al capote ni a la muleta. No se estren¨® Pe?a en lances ni muletazos, pero, a la hora de matar, pas¨® dos calvarios por falta de uno, lo que dice muy poco a su favor. Tampoco fue de El Arque?o. Recibi¨® a su primero con una larga cambiada y un par de buenas ver¨®nicas. Su lote tampoco colabor¨®. Se mostr¨® valiente y su toreo qued¨® in¨¦dito.
Babelia
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