Morir de risa
Desde hace casi una semana estoy postrado en una cama de la gran sala de la sexta planta del hospital Avicena de Rabat, que sirve de lugar de reclusi¨®n para los presos enfermos de la c¨¢rcel de Sal¨¦. Mis piernas ya no quieren sostenerme. He entrado en la s¨¦ptima semana de huelga de hambre: s¨®lo estoy consciente inexorablemente y poco a poco las dem¨¢s partes de mi cuerpo ser¨¢n invadidas por ese mal invisible que te impide hacer lo que quieres con tus miembros. Como no me permiten realizar ninguna actividad salvo leer, aprovecho alegremente para hojear discretamente los escasos peri¨®dicos que iluminan mi soledad. Y, a menudo, debo reconocerlo, me r¨ªo mucho. Aunque pueda parecer fuera de lugar hacerlo en estos momentos dram¨¢ticos. S¨ª, me re¨ª cuando le¨ª que nuestro ministro de Informaci¨®n, el ex comunista Nabil Benabdallah, declar¨® p¨²blicamente en Par¨ªs, donde se encontraba en viaje oficial, que yo no era un "periodista" sino un "calumniador" que ten¨ªa cuentas que ajustar con el r¨¦gimen. Me re¨ª porque mi carn¨¦ profesional del a?o 2003 est¨¢ firmado por cierto ministro de Informaci¨®n llamado Nabil Benabdallah. Re¨ª recordando que el 6 de junio estaba ante el tribunal de casaci¨®n de Casablanca, denunciado por un ex comisario de polic¨ªa, entre otras cosas por calumnia, un tal Nabil Benabdallah.
Pero el se?or ministro no se equivoca completamente cuando dice que no soy un periodista tal como lo contempla actualmente el r¨¦gimen. Es decir, un profesional de la informaci¨®n acostumbrado a la autocensura, al servilismo, al bendito "s¨ª, s¨ª", y criado en el dogma del verbo "someterse": la palabra clave que te evita problemas (los machakil, como se dice en Marruecos), la vigilancia de la polic¨ªa, las intimidaciones telef¨®nicas, las amenazas directas y, cuando no basta con eso, ?la visita de la diosa Hacienda! Y si no comprendes la lecci¨®n, los juicios reiterados. Pero no juicios por difamaci¨®n o "calumnias", como el de nuestro ministro, no... Unos juicios m¨¢s duros, por "perturbar el orden p¨²blico", "ultraje al Rey", "atentar contra la integridad territorial del reino" o "atentar contra el r¨¦gimen mon¨¢rquico". Me r¨ªo para mis adentros, perd¨®n, me r¨ªo bajo las s¨¢banas: estoy en la cama de un hospital, cuando me acuerdo de la cara que puso uno de nuestros dibujantes al leer el acta de acusaci¨®n. "?Habla realmente de usted?", me lanz¨®, preocupado. Incre¨ªble pero marroqu¨ª: "hablaba" realmente de nosotros. Como si unas cuantas caricaturas y unos cuantos art¨ªculos humor¨ªsticos publicados en dos publicaciones sat¨ªricas que "salen adelante" gracias a la devoci¨®n de cuatro gatos tuvieran la capacidad de socavar este r¨¦gimen que reina sobre la vida y las almas de los marroqu¨ªes desde hace tres siglos y medio.
R¨ªo cuando recuerdo el tono que adopt¨® el fiscal del Rey para solicitar la pena m¨¢xima contra m¨ª: "El acusado Lmrabet merece que caiga sobre ¨¦l todo el peso de la ley porque lo que ha hecho es de una extrema gravedad". Es verdad. Lo que he hecho es muy grave. Me he burlado criminalmente de nuestro buen y viejo r¨¦gimen. Me he mofado de un modo irresponsable de las costumbres hip¨®critas y oportunistas de nuestra clase pol¨ªtica. Por ¨²ltimo -tal vez sea lo m¨¢s imperdonable-, he deformado mediante caricaturas las cabezas de nuestros responsables pol¨ªticos. Soy culpable de haber introducido la s¨¢tira y el periodismo humor¨ªstico en una sociedad que tanto lo necesitaba. Una sociedad que estaba harta de llorar por sus desgracias y que hab¨ªa hallado en mis peri¨®dicos la oportunidad de vengarse de la clase pol¨ªtica. Riendo. No poniendo una bomba o injuriando a alguien. Para aquellos que nos dirigen, los insultos y la calumnia son las caricaturas y los fotomontajes que deforman su "realidad": el sistema represivo que quieren imponer a 30 millones de marroqu¨ªes. Este r¨¦gimen no acepta el humor como una forma de expresi¨®n pac¨ªfica; ha cometido el error monumental de creer que dos publicaciones sat¨ªricas y divertidas eran en realidad un partido pol¨ªtico de oposici¨®n. Como si Demain Magazine y Doumane fueran un d¨ªa a dar a luz a un Partido de la Risa y el Progreso. Un partido popular que fuera a quitarles su sitio. ?Ya est¨¢! No puedo seguir m¨¢s porque mi cuerpo me llama al orden. ?l, no se r¨ªe. Me se?ala que ya no tengo la capacidad de realizar un gran esfuerzo f¨ªsico y escribir con un estilo, sea cual sea, sin despertar el mal invisible que me impide hacer lo que me apetezca con mis miembros. Pero, queda la certeza, mi certeza: mientras est¨¦ consciente, impedir¨¦ que el r¨¦gimen haga de m¨ª un ejemplo para someter a la prensa marroqu¨ª independiente. Y mientras que el mal invisible no haya invadido mi cerebro, seguir¨¦ haciendo re¨ªr a aquellos que me han mandado a la c¨¢rcel porque creen que soy un partido pol¨ªtico.
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