Roosevelt ten¨ªa raz¨®n acerca del multilateralismo
Teniendo en cuenta el futuro, Estados Unidos deber¨ªa considerar seriamente las posibles consecuencias de una pol¨ªtica individualista que dejar¨ªa atr¨¢s a las instituciones internacionales que ha fomentado.
Vale la pena recordar que tan s¨®lo dos d¨ªas despu¨¦s del ataque de Pearl Harbor, el presidente Franklin Delano Roosevelt habl¨® no s¨®lo de ganar la guerra, sino tambi¨¦n de ganar la paz que vendr¨ªa despu¨¦s. La intenci¨®n de Roosevelt era promover la promulgaci¨®n de normas que rigieran el comportamiento internacional y la creaci¨®n de instituciones que fomentaran la cooperaci¨®n entre naciones. La Carta de Naciones Unidas se negoci¨® y se ratific¨® en San Francisco, y en una reuni¨®n en Bretton Woods se crearon el FMI y el Banco Mundial para guiar la cooperaci¨®n y la inversi¨®n econ¨®micas internacionales en las ¨¢reas de la reconstrucci¨®n y el desarrollo. Despu¨¦s vinieron el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio para fomentar el comercio internacional, la Declaraci¨®n Universal de Derechos Humanos, la creaci¨®n de la OTAN, el Plan Marshall, y el nacimiento de la Uni¨®n Europea. La generosa ayuda del Plan Marshall evit¨® los peligros que supon¨ªan "el hambre, la pobreza, la desesperaci¨®n y el caos" para los pa¨ªses reci¨¦n liberados de Europa, y ayud¨® a reconstruir el mundo.
El l¨ªder estadounidense y otros l¨ªderes mundiales de los a?os cuarenta y cincuenta dedicaron tanta energ¨ªa y tantos recursos a construir las instituciones internacionales porque hab¨ªan presenciado la destrucci¨®n que resulta de la divisi¨®n de los pa¨ªses y de la b¨²squeda de los intereses individuales. De modo que intentaron crear un sistema -anclado en la libertad, la apertura y el imperio de la ley- que diera soporte a la seguridad y la prosperidad de todos sus miembros. ?Ha funcionado bien este sistema? Las instituciones internacionales han propiciado una convergencia de valores mucho mayor que en cualquier otro momento de la historia de la humanidad. Por primera vez, casi todos los gobiernos del mundo son democr¨¢ticos. El orden multilateral tambi¨¦n ha presidido el mayor periodo de creaci¨®n de riqueza de la humanidad. La impresionante expansi¨®n econ¨®mica lograda por Estados Unidos y otros pa¨ªses industrializados no habr¨ªa sido posible sin el sistema econ¨®mico multilateral. En el mundo en v¨ªas de desarrollo, millones de personas han salido de la pobreza, aunque todav¨ªa queda mucho por hacer.
Sin embargo, hoy en d¨ªa, parece que el sistema internacional est¨¢ en crisis. Han surgido profundos desacuerdos sobre cu¨¢l es la mejor forma de combatir las nuevas amenazas para la paz y la seguridad internacionales y la mejor manera de conservar y ampliar la prosperidad en el mundo. El desprecio por el sistema multilateral puede comprobarse en la marginaci¨®n de la ONU, la ruptura transatl¨¢ntica, la divisi¨®n de la OTAN y de la Uni¨®n Europea, y el actual resentimiento entre viejos amigos, vecinos y socios.
La cuesti¨®n es ¨¦sta: a comienzos de este nuevo siglo, un siglo marcado por una incuestionable unipolaridad, ?necesita Estados Unidos el sistema multilateral? La ¨²nica respuesta razonable que puede darse es: s¨ª, todas las naciones, hasta las m¨¢s poderosas, necesitan el sistema multilateral. Est¨¢ claro que los miembros m¨¢s d¨¦biles de la comunidad internacional preferir¨ªan navegar por el escenario internacional seg¨²n las leyes internacionales acordadas y a trav¨¦s de instituciones en las que sus voces puedan ser escuchadas y en las que sus intereses leg¨ªtimos est¨¦n representados y reconocidos. Para Estados Unidos, la aut¨¦ntica hiperpotencia de nuestra era, el argumento en favor del multilateralismo no es menos irresistible, pero es m¨¢s sutil. Es evidente que los l¨ªderes de Washington tienen que mirar por los intereses nacionales de Estados Unidos, pero el unilateralismo podr¨ªa acabar por ir en detrimento de esos intereses. Puede que el mundo en el que vivimos sea unipolar, pero tambi¨¦n es interdependiente.
En este momento de interdependencia global, hasta la potencia m¨¢s poderosa ve limitada su influencia, su capacidad para controlar la reacci¨®n que otros puedan tener ante sus acciones. Para que la unipolaridad sea algo m¨¢s que un momento en la historia, otros no deben percibirla como una amenaza, sino como un aut¨¦ntico pilar para la paz. La unipolaridad agresiva obligar¨¢ al mundo a buscar un equilibrio diferente, un equilibrio en el que otras potencias puedan contrarrestar la fuerza militar de Estados Unidos. Este proceso ser¨¢ tr¨¢gico y costoso. Un mundo con tanta pobreza no puede permitirse otra carrera armament¨ªstica, ni el conflicto que ¨¦sta pudiera desencadenar. Ser¨ªa peligrosamente pueril pensar que el terrorismo -que hoy constituye la mayor preocupaci¨®n en materia de seguridad- puede combatirse sin ayuda. La lucha contra el terrorismo requiere el apoyo de amigos, de aliados, y a veces, hasta de adversarios. Adem¨¢s de la seguridad, Estados Unidos y todos los pa¨ªses se enfrentan a otros problemas que no respetan las fronteras nacionales y que, por tanto, requieren soluciones de cooperaci¨®n global. Pensemos en el calentamiento del planeta, la destrucci¨®n de la biodiversidad, la exterminaci¨®n de la pesca, la poluci¨®n de los oc¨¦anos, las enfermedades infecciosas, el narcotr¨¢fico, o el contrabando de seres humanos, por nombrar s¨®lo unos pocos. Una naci¨®n actuando en solitario no puede enfrentarse a ninguno de estos desaf¨ªos extremos. La cooperaci¨®n internacional es lo ¨²nico que puede ofrecer alguna esperanza de ¨¦xito a la hora de combatirlos.
Asimismo, en la b¨²squeda de la prosperidad y de la prevenci¨®n de males como las crisis financieras internacionales, las recesiones, y ahora la deflaci¨®n, la cooperaci¨®n internacional es vital para el ¨¦xito. La cooperaci¨®n econ¨®mica es ahora m¨¢s necesaria que nunca. Existe el riesgo de que el sistema de comercio multilateral pudiera convertirse en el campo de batalla de disputas geopol¨ªticas no resueltas, con consecuencias nefastas.Algunos en el bando unilateralista son conscientes de estos argumentos. Est¨¢n dispuestos a admitir que Estados Unidos debe tragarse una dosis de cooperaci¨®n internacional en su persecuci¨®n de intereses nacionales leg¨ªtimos. Y por eso proponen vivir con un doble rasero. Es un planteamiento interesante, pero no convence a nadie.
?Podr¨ªa coexistir la cooperaci¨®n internacional con la unipolaridad agresiva? Un sistema multilateral ¨²til depende de las negociaciones, los compromisos y los acuerdos. Y ninguno de ¨¦stos pueden cultivarse en un terreno de amargura y resentimiento. En ese terreno s¨®lo pueden germinar las semillas del antagonismo, la envidia y el miedo, semillas que pueden ahogar la globalizaci¨®n inclusiva y la interdependencia constructiva.
Ya es hora de dejar de atacar a las instituciones multilaterales. Nunca tendr¨¢n ni m¨¢s ni menos que lo que las grandes potencias les otorguen en t¨¦rminos de liderazgo, diplomacia y recursos. La forma correcta de proceder es no minar estas instituciones, sino, cuando sea necesario, reformarlas para que puedan ser m¨¢s ¨²tiles a las buenas causas de los derechos humanos, la seguridad, la paz y la prosperidad. En un futuro, esta iniciativa requerir¨¢ el liderazgo inspirado y no agresivo de Estados Unidos. Pero la persecuci¨®n de este esfuerzo deber¨ªa estar orientada por la misma visi¨®n que el presidente Roosevelt esboz¨® en l¨ªneas generales en 1941: la visi¨®n de un orden mundial basado en "una cooperaci¨®n de pa¨ªses libres, que trabajen juntos en una sociedad civilizada y amistosa". Y por encima de todo, por la visi¨®n de un orden mundial basado en las libertades humanas esenciales.
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