Problemas para el alcalde millonario
Los neoyorquinos a?oran a Giuliani ante la ofensiva recaudatoria de Bloomberg
Nueva York no est¨¢ en su mejor momento. Atraviesa una de las peores crisis presupuestarias de su historia, acumula r¨¦cords de paro y escucha con resignaci¨®n el blues financiero de Wall Street. Se ha prohibido fumar en los bares (y comprar tabaco m¨¢s barato por Internet en otros Estados) y no acaba de congeniar con su alcalde, el millonario Michael Bloomberg, que naufraga estrepitosamente en los sondeos. Por si fuera poco, vive la primavera m¨¢s gris y lluviosa de todos los tiempos. Nueva York tiene un serio ataque de depre.
Hace unos d¨ªas, los tabloides se cebaron en los abusos de la campa?a de multas impuesta desde la alcald¨ªa en un intento desesperado por recaudar dinero, cualquier tipo de dinero. La polic¨ªa mult¨® a un repartidor de leche por sentarse en sus cajas en una estaci¨®n, a una embarazada por descansar un momento en las escaleras del metro y a un jubilado por dar de comer a las palomas, casos absurdos que indignaron a la ciudad.
Le pierden medidas impopulares como subir un 18,5% la contribuci¨®n o cerrar puestos de bomberos
Esto es s¨®lo lo ¨²ltimo. A principios de mayo, el consorcio de transportes de Nueva York manipul¨® sus cuentas y se fabric¨® un d¨¦ficit (cuando se sospecha que hab¨ªa super¨¢vit) para subir el billete de metro. La contabilidad de la Metropolitan Transportation Authority (MTA), ahora en manos de los tribunales, es tan oscura que todav¨ªa nadie ha podido decidir si el aumento de medio d¨®lar estuvo justificado o no.
El nuevo presupuesto, que deber¨ªa aprobarse a principios de julio, empieza con un agujero de casi 4.000 millones de d¨®lares (algo menos del 10% del total). Bloomberg y el Consejo Municipal llevan semanas pele¨¢ndose y todav¨ªa no han alcanzado un acuerdo. Para acallar las protestas, el alcalde renunci¨® recientemente a recortar 90 millones de d¨®lares en subvenciones a bibliotecas y recogida de basuras en los barrios m¨¢s humildes. Las cosas van tan mal que no se descarta recurrir a donaciones privadas para financiar escuelas y polic¨ªas.
Bloomberg no gusta a los neoyorquinos. Le reprochan no ser de la ciudad (naci¨® en Massachusetts y empez¨® a trabajar en Wall Street en los sesenta) y haber conservado sus h¨¢bitos de rico. El millonario no cobra por ser alcalde, tiene bastante con su fortuna de 5.000 millones de d¨®lares, prefiere vivir en su casa del Upper East Side y no en la residencia oficial, y se escapa los fines de semana en su jet privado, habitualmente a su propiedad de las Bermudas. Algunos echan de menos a su predecesor, Rudolph Giuliani, m¨¢s pol¨¦mico, m¨¢s irracional, m¨¢s ca¨®tico, pero mucho m¨¢s pintoresco, una cualidad que los ocho millones de habitantes de la llamada capital del mundo reivindican con orgullo.
Los ¨²ltimos sondeos han sido devastadores. El 60% de los neoyorquinos piensa que su vida ha empeorado en el ¨²ltimo a?o. Bloomberg s¨®lo goza de un 24% de opiniones favorables, el peor resultado de un alcalde desde 1978. "No puedo decir que no me duela, preferir¨ªa gustar a todo el mundo y que nadie me criticara. Pero al final no puedo evitar pensar que tengo mucha suerte", dijo el millonario. Cuando hace unas semanas se dispar¨® el rumor de que el ex presidente Clinton podr¨ªa optar a la alcald¨ªa, se limit¨® a comentar. "Este es un puesto muy dif¨ªcil, pero un gran puesto, se lo recomendar¨ªa a cualquiera".
El alcalde es en parte v¨ªctima de un problema de percepci¨®n. Incluso la oposici¨®n dem¨®crata reconoce que su gesti¨®n no es mala. Pero le pierden medidas altamente impopulares, las de un empresario m¨¢s que un pol¨ªtico, como subir en un 18,5% la contribuci¨®n urbana o cerrar puestos de bomberos, los h¨¦roes del 11-S. Bloomberg se ha enfrentado a casi todo el mundo: al gobernador del Estado, George Pataki, partidario de recortes a¨²n m¨¢s dr¨¢sticos, a los republicanos del Congreso y a la Casa Blanca, para conseguir las ayudas prometidas al presupuesto antiterrorista.
Y luego hay en el ambiente un cierto malestar general. La crisis estadounidense se ha notado especialmente en Nueva York. Por primera vez en muchos a?os, los propietarios no se han atrevido a subir los alquileres. Muchos piensan que en el fondo la ciudad no se ha recuperado an¨ªmicamente de los atentados contra las Torres Gemelas.
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