Palomitas baratas

Si se da alg¨²n cr¨¦dito al juego cr¨ªtico que dice que el valor de una pel¨ªcula debe medirse por la proximidad que alcanza entre lo que busca y lo que encuentra, Slam es una obra relativamente equilibrada, calculada desde la producci¨®n con cierta dosis marrullera de astucia, porque hay cercan¨ªa entre sus pretensiones (que son muy pocas: ganar dinero) y sus alcances (que son igualmente cortas: hacer dinero f¨¢cil). Quiere convocar Slam a gente joven de ahora que agradezca que en una pantalla le den lugares comunes en los que desear¨ªa estar, m¨²sicas comunes que les gustar¨ªa o¨ªr y gentes comunes a las que acompa?ar¨ªa con gusto; y en t¨¦rminos generales, con toda simploner¨ªa, les da algo as¨ª de irrelevante y quiz¨¢s productivo. Es un tinglado comercial de rocker¨ªos, im¨¢genes de pandilleo e incursiones en desparpajos er¨®ticos controlados, es decir, que no deriven hacia explicitudes arriesgadas, de las que obligan a hacer puesta en escena y, por ello, verdadero cine. Total, que Slam da muy poco, por no decir nada, que es lo que en realidad la pel¨ªcula promete.