El problema de los dogmas
Una ma?ana de mayo, un domingo, Jes¨²s de Nazaret, el fundador del cristianismo, entra en el Vaticano. ?Un turista comprando caros recordatorios? ?O expulsar¨ªa a latigazos del templo y de sus lujosos palacios a los mandamases de ese peque?o y prepotente Estado de apenas 800 habitantes? Me lo pregunto cada vez que cae en mis manos un libro de los te¨®logos de la liberaci¨®n, de los te¨®logos libres: Hans K¨¹ng, Leonardo Boff, Gustavo Guti¨¦rrez... El Jes¨²s radical, el Jes¨²s de los pobres, el hombre-dios que dijo aquello de que antes entrar¨ªa un camello por el ojo de una aguja que un rico en el reino de los cielos.
Por escribir de ese Jes¨²s que mir¨® a los ojos a los poderosos ret¨¢ndoles con sus verdades cay¨® inmisericorde la Inquisici¨®n sobre Juan Jos¨¦ Tamayo: condenado sin ser escuchado y puesto en la picota p¨²blica sin derecho a defenderse. Pero las persecuciones de la polic¨ªa doctrinal no han afectado a uno de los autores m¨¢s brillantes y prol¨ªficos de la teolog¨ªa espa?ola, que con ¨¦ste suma ya una treintena de libros. En el que ahora publica Trotta persigue explicar las diferentes teolog¨ªas del Primero y Tercer Mundo con tal lujo de erudici¨®n y sabidur¨ªa que m¨¢s parece un libro de historia del pensamiento moderno que un ¨¢rido -que tambi¨¦n lo es- tratado sobre los paradigmas teol¨®gicos.
NUEVO PARADIGMA TEOL?GICO
Juan Jos¨¦ Tamayo-Acosta Trotta.
Madrid, 2003
214 p¨¢ginas. 12 euros
Tamayo ha escrito un libro optimista, culto, abierto a la utop¨ªa. Un libro cristiano. Hay un cap¨ªtulo, el nueve, que lo empieza con una cita de Bernard Shaw: la famosa discusi¨®n teatral -In the Beginnings- entre Ad¨¢n, Eva y la serpiente en torno a la necesidad, o no, de tener aspiraciones que vayan m¨¢s all¨¢ de la subsistencia. La serpiente les dice a Ad¨¢n y Eva: "Vosotros veis las cosas y os pregunt¨¢is: ?por qu¨¦? Pero yo sue?o cosas que nunca han existido y me pregunto: ?por qu¨¦ no?". Tamayo tiene esperanza y su empe?o por rehabilitar la teolog¨ªa de la utop¨ªa es impresionante. Pero no me extra?a que asuste -e indigne, o preocupe- a una Iglesia predicadora de la sombra, del miedo, del apocamiento del hombre como un ser gusano, incapaz de avanzar por su cuenta y manera, sin dogmas.
"Dios ha perecido en la locuacidad de sus testigos", escribe Tamayo citando a Gottfried Bachrl. Charlatanes de feria sobre Dios hay muchos y los vemos a diario. Tamayo los pone en evidencia apelando al Concilio Vaticano II. Lo hace de manera descarnada: frente al Dios de Pinochet, visitado por el Papa, se alzan, heroicas, imponentes, santas, las figuras de m¨¢rtires y te¨®logos como monse?or Romero e Ignacio Ellacur¨ªa.
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