Las 30 monedas de Judas que no llegaron a Tamayo
Algunos invitados insultaron y persiguieron a los tr¨¢nsfugas y les lanzaron monedas
?Vendr¨¢n, no vendr¨¢n? Los pasillos de la Asamblea de Madrid, llenos de periodistas ansiosos por conocer el desenlace antes que nadie, son el caldo de cultivo natural del rumor apresurado. Y ayer parec¨ªan una casa de juegos poco antes del debate. Pero, una vez m¨¢s, los diputados tr¨¢nsfugas, Eduardo Tamayo y Mar¨ªa Teresa S¨¢ez, optaron por enfrentarse a las c¨¢maras y, sobre todo, al p¨²blico. Trataron de usar el mismo truco que la semana pasada: entrar por el aparcamiento y en el ¨²ltimo minuto, para acceder al pleno por una puerta lateral. Pero dos veces no cuela.
Exist¨ªa la sensaci¨®n de que la ¨²ltima vez los dos tr¨¢nsfugas se fueron sin apenas insultos, y ayer hab¨ªa una especie de ret¨¦n frente al ascensor por el que deb¨ªan salir. "Sinverg¨¹enzas, ladrones", les gritaron.
A la salida se o¨ªa por todas partes: "Chorizos, sinverg¨¹enzas, peseteros, terroristas"
Una vez comienza el debate, ni siquiera el p¨²blico que llenaba como nunca las gradas pod¨ªa presionarles, porque est¨¢ prohibido decir nada. Aunque nadie les ech¨® cuando muchos de ellos, los invitados de la izquierda, aplaud¨ªan a rabiar a Simancas. Los de la derecha s¨®lo lo hicieron cuando el candidato socialista reconoci¨® que la crisis, en parte, era tambi¨¦n culpa suya. Hab¨ªa tanta gente que prohibieron el acceso de la prensa a las tribunas. Pero pocos aceptaron esa negativa tajante, y los bedeles se afanaban, con escaso ¨¦xito, en evitar que se colaran los informadores.
A la entrada, Tamayo y S¨¢ez recibieron algunos insultos, pero fue a la salida cuando la cosa pas¨® a mayores. Sobre todo porque repitieron el recorrido, y all¨ª hab¨ªa a¨²n m¨¢s gente para perseguirles por las escaleras: "chorizos, sinverg¨¹enzas, peseteros, terroristas", se o¨ªa por todas partes, mientras los tr¨¢nsfugas hu¨ªan protegidos por los servicios de la Asamblea y lo que parec¨ªan ser sus guardaespaldas.
Al llegar a la puerta del aparcamiento, estos ¨²ltimos, con cara de pocos amigos, frenaron a la masa perseguidora, y entre cables de televisi¨®n, empujones y gritos, una invitada logr¨® lanzar contra Eduardo Tamayo, aunque no le dio, un buen mont¨®n de monedas. "Son las de Judas", gritaba, "por traidor". El evangelio de San Marcos narra que Judas Iscariote, despu¨¦s de traicionar a Jes¨²s, se arrepinti¨® y fue a ver a los sacerdotes para devolver las 30 monedas de plata que le dieron por su traici¨®n. Pero no se las aceptaron, y las acab¨® lanzando al templo de manera displicente. Claro que ¨¦stas no eran de plata, sino de cobre y de 10 c¨¦ntimos de euro.
Durante toda la sesi¨®n, tanto Tamayo como S¨¢ez cambiaron su actitud del ¨²ltimo d¨ªa. El primero no dej¨® de tomar notas y responder a Simancas con gestos e incluso voces. Cada vez que el l¨ªder socialista le mostraba su desprecio o le vinculaba al PP, Tamayo negaba con la cabeza, se re¨ªa o dec¨ªa algo incomprensible, frente al hieratismo de la semana pasada. Y sobre todo escrib¨ªa como un poseso, preparando posiblemente su discurso de hoy.
Mientras, S¨¢ez insist¨ªa en su perfil bajo. Era la ¨²nica diputada que no ten¨ªa ni un papel sobre su mesa. Pero ya no miraba cabizbaja a su bolso, como la semana pasada. Pareci¨® encontrar un punto fijo en el frente, y no movi¨® de all¨ª su mirada, ni siquiera cuando Rafael Simancas le record¨® que de ella nada se sabe porque "no habla". A ratos entrecerraba los ojos, pero nunca en toda la hora y cuarto que dur¨® el discurso un solo gesto pudo hacer pensar que lo estaba siguiendo, ni siquiera cuando su compa?ero escrib¨ªa ansioso tras las acusaciones de Simancas. A la salida, cuando en un pasillo se le pregunt¨® qu¨¦ votar¨ªa hoy, S¨¢ez ni siquiera mir¨® al periodista, mientras Tamayo hac¨ªa un displicente gesto de "no voy a hablar".
Ya se sab¨ªa que el discurso del candidato socialista a la presidencia del Gobierno de la Comunidad de Madrid iba a ser muy duro contra el PP. Y tambi¨¦n se esperaba que los bancos de la derecha respondieran con gritos a las acusaciones de Rafael Simancas. Lo hicieron, pero controladamente. Tanto que muchos de ellos optaron por re¨ªrse abiertamente. Mientras Simancas iba desgranando una por una las "casualidades" ya conocidas por la prensa que vincular¨ªan a los populares con la trama, los diputados ampliaban su sonrisa, a pesar de las grav¨ªsimas acusaciones.
Poco a poco, algunos perdieron los nervios y le llamaron "mentiroso". Hasta Esperanza Aguirre, que segu¨ªa con cara de asombro la exposici¨®n de Simancas, lleg¨® a comentar con el consejero de Transportes y mano derecha de la dirigente del PP: "Eso es mentira". Pero cuando m¨¢s se alter¨® la dirigente de los populares fue al hacer Simancas su propuesta de que todos los diputados madrile?os hagan p¨²blicas sus rentas en el bolet¨ªn oficial de la Comunidad. "Pero si ya son p¨²blicas", le dijo sin que se oyera mucho. Los bancos de IU aplaudieron a Simancas, y expresaron su protesta con una chapita en la que se pod¨ªa leer: "contra la corrupci¨®n y sus instigadores".
En las tribunas, llenas a rebosar, hab¨ªa invitados conocidos, entre ellos representantes del mundo sindical y altos cargos socialistas que hab¨ªan venido a arropar a su candidato en Madrid en este momento dif¨ªcil. Todos pusieron cara de circunstancias, y apoyaron el ataque directo contra el PP.
Entre los bancos de la derecha, una de las personas que m¨¢s evidentes gestos de desagrado hac¨ªa ante el discurso de Simancas fue el todav¨ªa presidente de la Comunidad, Alberto Ruiz Gallard¨®n, quien no dej¨® de mirar fijamente al candidato socialista. A pesar de su evidente malestar, se neg¨® a expresar cualquier opini¨®n alegando su condici¨®n de presidente en funciones. Y eso que algunos periodistas lo intentaron de todas las maneras: primero le gritaron "presidente", y nada, y luego probaron con "alcalde", pero ni por ¨¦sas.
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