De torturador disciplinado a respetable empresario

El argentino Ricardo Miguel Cavallo, de 52 a?os, extraditado ayer a Espa?a, fue un militar disciplinado que se gan¨® a pulso sus ascensos, cumpliendo con m¨¦ritos sus funciones de represor torturador, seg¨²n los cargos. Sus actividades le permitieron obtener un excelente bot¨ªn, con el que pudo crear en M¨¦xico una empresa que gan¨® la importante concesi¨®n del Registro Nacional de Veh¨ªculos (Renave), por la que pag¨® m¨¢s de un mill¨®n de d¨®lares al Gobierno.

En la tr¨¢gicamente c¨¦lebre Escuela de Mec¨¢nica de la Armada (ESMA) -en la zona norte Buenos Aires, donde estuvieron detenidos ilegalmente alrededor de 5.000 personas, la mayor¨ªa dadas por desaparecidas-, desempe?¨® todas las funciones, desde secuestrador hasta jefe de La Pecera, el ¨²ltimo piso de ese centro de represi¨®n del r¨¦gimen (1976-1983) por donde pasaron miles de perseguidos pol¨ªticos. Familiares de desaparecidos que han investigado la vida de Cavallo aseguran que el ex marino se apropiaba de los bienes de sus v¨ªctimas.

Shula Eremberg, portavoz del movimiento Cavallo entre Rejas, creado por los argentinos residentes en M¨¦xico, afirm¨® que, Serpico o Marcelo, como se le conoc¨ªa durante los a?os de la represi¨®n, particip¨® de manera directa en secuestros que ten¨ªan objetivos econ¨®micos. Una de las v¨ªctimas de la ESMA, Pilar Calveiro, que lleg¨® hace m¨¢s de 20 a?os a M¨¦xico tras sufrir torturas y vejaciones en varios centros militares, recuerda a Serpico como un sujeto serio, fr¨ªo y distante.

Cavallo, preso desde el 26 de agosto de 2000 en un sector especial del Reclusorio Oriente, uno de los cuatro grandes penales del Distrito Federal, fue muy parco con la prensa y en las escasas declaraciones que ha concedido a medios argentinos ha negado su culpabilidad. Algunas autoridades que vieron a Cavallo en los ¨²ltimos d¨ªas contaron que el presunto genocida tem¨ªa por su vida, aunque siempre mantuvo la actitud que asum¨ªa cuando encaraba las notificaciones judiciales, fijando la mirada en su interlocutor, sin mover un s¨®lo m¨²sculo de la cara.