La autoridad moral del Fiscal General
En estos d¨ªas caen sobre Jos¨¦ Mar¨ªa Atutxa, presidente del Parlamento Vasco, tremendas opiniones, posiblemente fundadas, procedentes de la Fiscal¨ªa General del Estado, a cuenta de la decisi¨®n sobre el futuro del grupo parlamentario de la ex Batasuna.
Por suerte o por desgracia, me he cruzado con los titulares de ambas instituciones y hoy, con la libertad que me da el ¨²ltimo auto de la Audiencia Nacional sobre las cesiones de cr¨¦dito, puedo poner negro sobre blanco algunas conclusiones, sobre algo tan vidrioso como es la autoridad moral.
A Atutxa, le trat¨¦ cuando, siendo Consejero de Interior, nos hizo caso sobre una decisi¨®n tecnol¨®gica muy arriesgada para regular el tr¨¢fico en la autopista Bilbao-San Sebasti¨¢n. De aquella colaboraci¨®n me queda el recuerdo de una persona rigurosa y valiente, que asumi¨® la decisi¨®n.
A Jes¨²s Cardenal, le conoc¨ª en Valencia cuando justific¨® la sustituci¨®n del fiscal Santos por su jefe Fungairi?o en el caso de las cesiones de cr¨¦dito y la consiguiente rectificaci¨®n de la decisi¨®n de Santos de imputar al Banco de Santander, pidiendo el archivo de las actuaciones. Cardenal explicaba que, con su decisi¨®n, exim¨ªa a Santos de defender algo con lo que no estaba de acuerdo: la exculpaci¨®n del banco. As¨ª fue c¨®mo entend¨ª el porqu¨¦ de la ausencia del ministerio fiscal en la Audiencia Nacional el d¨ªa en que ratific¨¢bamos el informe encargado por el juez Flors y la aparente indefensi¨®n de la Hacienda espa?ola. Ahora, tras la decisi¨®n tomada y lo escrito en el auto sobre las cesiones por la juez Palacios, la p¨¦rdida de autoridad moral de la fiscal¨ªa es patente.
No tengo el menor criterio jur¨ªdico sobre las futuras relaciones entre el Estado y el Gobierno de Euskadi. S¨®lo deseo fervientemente que ETA se vaya, cuanto antes, por el sumidero de la historia. Sin embargo, la historia la hacen las personas y aunque el conocimiento de ambos protagonistas sea parcial, a uno no le merece duda la autoridad moral demostrada por uno y otro. A partir de este peque?o conocimiento, creo que, por el bien de todos, el Estado espa?ol deber¨ªa despedir a Cardenal porque, al igual que Euskadi, necesita contar con personas con autoridad moral para debatir las situaciones delicadas y arriesgadas que vamos a vivir en los pr¨®ximos meses. Por ello, quiero poner de manifiesto que el Gobierno Vasco parte con una ventaja indiscutible en t¨¦rminos de credibilidad de las personas.
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