'Terr¨ªcolas' en Wimbledon
El cambio de hierba, hecho en 2002, abre nuevas expectativas a los tenistas de fondo, como Juan Carlos Ferrero
Cuando el sueco Bjorn Borg gan¨® cinco veces consecutivas en Wimbledon entre 1976 y 1980, todos los puristas se llevaron las manos a la cabeza. "?Pero si apenas tiene saque y no sabe volear!", exclamaron. Borg rompi¨® los moldes previos y estableci¨® una premisa que despu¨¦s se ha confirmado en varias ocasiones: es posible ganar con un buen resto. Adem¨¢s de eso, ten¨ªa muchas otras virtudes. Era un jugador de hielo, cuyo coraz¨®n no lat¨ªa a m¨¢s velocidad por fuerte que fuera la presi¨®n. Sus pulsaciones se manten¨ªan baj¨ªsimas, incomparablemente m¨¢s que las del resto de los humanos, cuando la excitaci¨®n producida por la proximidad de la victoria estaba pesando ya sobre sus rivales.
Borg dej¨® una v¨ªa abierta en Wimbledon por la que se colaron jugadores como el estadounidense Andre Agassi, campe¨®n en 1992, o el australiano Lleyton Hewitt, el ¨²ltimo ganador. Sin embargo, el a?o pasado se produjo un nuevo motivo de alarma entre los puristas, acostumbrados ellos a ver ganar a grandes sacadores, como el alem¨¢n Boris Becker, triple vencedor; el norteamericano Pete Sampras, s¨¦ptuple; el holand¨¦s Richard Krajicek o el croata Goran Ivanisevic. No entend¨ªan por qu¨¦ los terr¨ªcolas estaban en las ¨²ltimas rondas. Y mucho menos c¨®mo era posible que un jugador de las caracter¨ªsticas del argentino David Nalbandian pudiera disputar la final.
La controversia creada sirvi¨® para desvelar aspectos que hab¨ªan pasado inadvertidos. En un intento por mantener la popularidad del torneo y las cotas de audiencia televisiva, los responsables del All England Club decidieron cambiar el tipo de hierba para conseguir que el juego fuera algo m¨¢s lento y que el c¨¦sped aguantara m¨¢s. El problema era conseguir que los puntos no concluyeran con el saque, el resto o la primera volea, sino que se alargaran algo m¨¢s para que la estrategia adquiriera tambi¨¦n cierta importancia.
Fue un paso crucial. Abri¨® las posibilidades de alcanzar el t¨ªtulo a una serie de grandes tenistas, los cuales, cada vez m¨¢s, estaban renunciando a la cita con el verde londinense.
?lex Corretja, finalista dos veces en Roland Garros y campe¨®n del Masters, constituye un paradigma para explicar esta situaci¨®n. En 12 temporadas como profesional ha participado tres veces en Wimbledon y nunca ha pasado de la segunda ronda. Un historial parecido tuvo en su momento Sergi Bruguera y lo tiene ahora Albert Costa.
Cuando el a?o pasado se cambi¨® la hierba, hac¨ªa ya cuatro a?os que el problema se estaba debatiendo. Los organizadores de Wimbledon desarrollaron un tipo m¨¢s corto y m¨¢s parecido al de Australia y al de los greens de golf en el norte de Escocia, pero mantuvieron el secreto hasta que decidieron implantarla. Al mismo tiempo, dieron un 3% m¨¢s de superficie a las pelotas y lograron, al menos parcialmente, su objetivo de ralentizar el juego. Las bolas botan m¨¢s alto y ello permite liftarlas.
Una encuesta realizada por el Daily Telegraph desvel¨® que al 72% de los aficionados no le gusta el tenis que se est¨¢ jugando. "Est¨¢ demasiado basado en la potencia y muy poco en la habilidad", dicen. El 82% de ellos entienden que un buen partido debe incluir largos intercambios de golpes y s¨®lo un 11% opta por los puntos cortos y basados en el saque y la volea. "Yo mismo, que soy muy aficionado al tenis, cierro el televisor algunas veces cuando se enfrentan dos sacadores en Wimbledon", ha confesado Costa.
En varios estudios realizados en el torneo londinense se ha establecido que el tiempo de juego real es rid¨ªculo en comparaci¨®n con el invertido en un partido. El a?o pasado, una de las mangas del partido entre Krajicek y Philipusis tuvo una duraci¨®n de 55 minutos, pero s¨®lo se jugaron 4 minutos y 6 segundos reales.
La situaci¨®n es irreversible. En Wimbledon, los grandes sacadores seguir¨¢n teniendo cierto ascendente. Pero los cambios han abierto las puertas de la catedral a los terr¨ªcolas. Nalbandian lo constat¨® el a?o pasado. Y Ferrero parece dispuesto a demostrarlo esta vez... si alg¨²n sacador no se lo impide.
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