Sentencia hist¨®rica
En un pa¨ªs como Estados Unidos, ac¨¦rrimo defensor de la libertad individual y de la privacidad personal, resultaba verdaderamente an¨®malo que en 13 de sus Estados, y a la cabeza el de Tejas, existieran leyes penales que castigaban con la c¨¢rcel pr¨¢cticas homosexuales consentidas entre adultos y realizadas en condiciones de privacidad. Tama?a anormalidad ha sido corregida por el Tribunal Supremo de EE UU en una sentencia que la comunidad gay de ese pa¨ªs considera la victoria m¨¢s importante de su generaci¨®n.
La sentencia del Supremo estadounidense, de la que han disentido tres de sus nueve magistrados, constituye una victoria para los homosexuales norteamericanos. Pero tambi¨¦n para la sociedad norteamericana en su conjunto, pues restaura en el terreno de las relaciones sexuales un principio b¨¢sico de la Constituci¨®n de 1787 como la libertad personal, que implica la radical ilegitimidad del Estado para interferir en el ¨¢mbito de las conductas ¨ªntimas de los ciudadanos. Que en los inicios del siglo XXI existiera en 13 Estados de la Uni¨®n una intromisi¨®n tan abusiva e injusta en la vida privada constitu¨ªa un intolerable anacronismo legal y social. Pero, si esas normas han sido abolidas, se debe al coraje de dos ciudadanos que no soportaron la injusticia de ir a la c¨¢rcel porque, en uso de su libertad, mantuvieran relaciones sexuales entre ellos y fueran sorprendidos por la polic¨ªa en el espacio reservado de su apartamento.
El caso ha tardado cinco a?os en llegar hasta el Tribunal Supremo, tras recorrer todo el escal¨®n de la justicia. Pero el esfuerzo ha merecido la pena, ya que los recurrentes han conseguido un dictamen hist¨®rico que acaba con una discriminaci¨®n y reconoce de manera inequ¨ªvoca el valor universal de la libertad individual y de la privacidad personal en las sociedades democr¨¢ticas. Y ese dictamen hist¨®rico se fundamenta en argumentos tan sencillos e indiscutibles como que "el Estado no est¨¢ legitimado para invadir la libertad de la persona en sus dimensiones espaciales y trascendentes" o que "la libertad implica una autonom¨ªa individual y una cierta conducta ¨ªntima". Frente a tales argumentos, los jueces disidentes s¨®lo han podido oponer reparos y prejuicios de orden moral como que la sentencia "anuncia el fin de toda legislaci¨®n moral". Cuando nada hay m¨¢s moral por parte del Estado que el respeto de la libertad y de la privacidad de los ciudadanos.
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