Luis Lucia, entre las dos Espa?as
"Es enemigo de todo procedimiento de violencia, es defensor de la democracia y de las v¨ªas legales, es de respeto absoluto al poder constituido". As¨ª argumentaba en clave acusatoria la sentencia del tribunal franquista que conden¨® a muerte a Luis Lucia en 1939. Su delito: el env¨ªo de un telegrama de adhesi¨®n al Gobierno republicano a las once de la ma?ana del 18 de julio de 1936. La pena capital fue conmutada por cadena perpetua y, tras casi tres a?os de prisi¨®n, por confinamiento en Mallorca, con prohibici¨®n de ejercer su profesi¨®n. Anteriormente hab¨ªa conocido dos a?os de c¨¢rcel republicana. Luego, como ocurriera con otros dirigentes de la Rep¨²blica, cay¨® sobre Lucia el manto de silencio de la censura.
Tras d¨¦cadas de olvido franquista, de efectos m¨¢s prolongados de lo que cab¨ªa esperar, la transici¨®n en historiograf¨ªa se completa a medida que nuestra sociedad recupera la memoria de los h¨¦roes de la Espa?a moderada, de aquellos por quienes nunca habr¨ªa habido guerra. A ello ha contribuido la reciente presentaci¨®n en la Residencia de Estudiantes por Juan Pablo Fusi, Javier Tusell y Paul Preston del libro En el filo de la navaja, biograf¨ªa pol¨ªtica de Luis Lucia escrita por Vicent Comes. Como se?al¨® Preston en esa ocasi¨®n, pocas figuras hay tan merecedoras como Lucia de ser incluidas en esa tercera Espa?a que sufri¨® la persecuci¨®n de ambas partes. El propio Indalecio Prieto -su hom¨®logo en moderaci¨®n y di¨¢logo- reconoci¨® m¨¢s tarde que tambi¨¦n "la Rep¨²blica cometi¨® con Lucia una injusticia". En efecto, Negr¨ªn forz¨® finalmente su procesamiento, a pesar de su probada fidelidad a la Rep¨²blica y en contra del criterio de la Comisi¨®n de Suplicatorios.
Tusell ha recordado el papel de Lucia como referente e ide¨®logo de la primera Democracia Cristiana en Espa?a, de la que Ruiz Gim¨¦nez lo considera fundador. As¨ª fue en 1922, cuando la ARAC reuni¨® a elementos desencantados del carlismo valenciano que iniciaron una evoluci¨®n hacia posiciones sociales y democr¨¢ticas. No quisieron colaborar con la dictadura de Primo de Rivera y, reaparecidos luego como Derecha Regional Valenciana, llevaron a cabo una ingente labor de persuasi¨®n para que la derecha mon¨¢rquica aceptara la "accidentalidad de las formas de gobierno" y acatara el nuevo r¨¦gimen republicano. Bajo esa inspiraci¨®n surge, a escala nacional, la CEDA, de la que Gil Robles fue presidente, siguiendo Lucia en Valencia como vicepresidente.
Pero la DRV mantuvo su personalidad como avanzada social cristiana dentro de la CEDA. En los debates sobre la propiedad agraria, Lucia siempre defendi¨® propuestas sociales coincidentes con las de Gim¨¦nez Fern¨¢ndez, como queda fielmente reflejado en el diario personal del pol¨ªtico sevillano. Los intentos reformistas de ambos -aplaudidos por la oposici¨®n de izquierda- se vieron traum¨¢ticamente frenados por elementos del propio partido, que no cesaron de presionar hasta conseguir desalojar a Gim¨¦nez Fern¨¢ndez del Ministerio de Agricultura. Era el precio de una expansi¨®n que hab¨ªa obligado a la CEDA a incorporar a sectores reaccionarios lejanos a su inicial inspiraci¨®n valenciana, coste que se agrav¨® cuando tuvo que buscar a su derecha el apoyo del Partido Agrario, de indudables resabios caciquiles.
El gran proyecto social de Lucia al frente del Ministerio de Obras P¨²blicas fue el llamado "gran plan de obras peque?as", que preve¨ªa m¨²ltiples actuaciones de bajo coste con las que se esperaba solucionar los problemas m¨¢s inmediatos de la poblaci¨®n. El proyecto, respaldado por todos los sectores del Parlamento, favorec¨ªa sobre todo a los peque?os pueblos -hasta entonces bastante desasistidos- y ofrec¨ªa una soluci¨®n de corte keynesiano al creciente problema del paro. Sin embargo, la repentina disoluci¨®n del Parlamento a finales de 1935 impidi¨® su aplicaci¨®n.
Esta disoluci¨®n frustr¨® tambi¨¦n su gran objetivo, la aprobaci¨®n del Estatut Valenci¨¤, reclamado desde 1930 en su libro program¨¢tico En estas horas de transici¨®n. Ya en 1934, su proximidad a los nacionalistas democristianos vascos y catalanes hab¨ªa generado la primera gran discordancia p¨²blica de los valencianos en el seno de la CEDA, cuando la DRV vot¨® a favor del Estatuto vasco frente a la mayor¨ªa de su grupo parlamentario. Las divergencias se acrecentaron en los cr¨ªticos momentos de diciembre de 1935, cuando Lucia fue pieza clave en los diversos intentos de Alcal¨¢ Zamora de formar un Gobierno que aglutinara los sectores moderados de la derecha y de la izquierda, intentos que Prieto renov¨® en primavera de 1936 al tratar de formar un Gobierno de concentraci¨®n junto con Lucia y Gim¨¦nez Fern¨¢ndez con intenci¨®n de atenuar la creciente tensi¨®n pol¨ªtica.
Pero la paz era ya muy dif¨ªcil, debido sobre todo a la deriva golpista de un sector de la derecha, tendencia que se acentu¨® tras la disoluci¨®n del Parlamento y la victoria del Frente Popular. Cuando Lucia regresa a Valencia tras permanecer siete meses al frente de su ministerio, se encuentra con que ese sector se ha infiltrado en las juventudes de su propio partido, por lo que releva inmediatamente a su principal dirigente. Cuentan sus hijas que en aquella ¨¦poca se indignaba al escuchar lemas fascistas del tipo "Los jefes nunca se equivocan". "?Pu?eta!", dec¨ªa golpeando la mesa "?y por qu¨¦ no nos podemos equivocar?". Sin embargo, no consigui¨® depurar plenamente a aquellos sectores y finalmente algunos militantes de su partido estuvieron implicados en la conjura. Como declar¨® p¨²blicamente hace unos a?os uno de los organizadores del golpe en Valencia: "Le ocultamos todos los preparativos a Lucia porque nunca lo hubiera aprobado. ?l acert¨®. Nosotros nos equivocamos".
Ignacio Sols Lucia es catedr¨¢tido de ?lgebra de la UCM.
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