"La poes¨ªa herm¨¦tica es como un regalo al que olvidamos quitarle el precio"
Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa Gil (C¨¢diz, 1965) es profesor de Secundaria y director de la revista Caleta y la colecci¨®n Calemb¨¦. Es asimismo autor de una antolog¨ªa de j¨®venes poetas gaditanos, Once Inicial. Se dio a conocer como poeta con Verdades a medias, y recientemente ha visto la luz el poemario con que fue finalista del Premio Ateneo de Sevilla, Las veces del r¨ªo.
Pregunta. ?Qu¨¦ sentido ha querido dar al r¨ªo de su t¨ªtulo?
Respuesta. El r¨ªo nos plantea esa pregunta de si podemos o no ba?arnos dos veces en sus aguas. Y es que no s¨®lo las aguas son otras en el r¨ªo que fluye, tambi¨¦n la identidad que somos es siempre otra. El que escribe, como dice Jorge Luis Borges, nunca es uno mismo. Al menos, la literatura nos permite extender sus filtros sobre la memoria, la historia y el olvido, y al final uno descubre que los r¨ªos de la poes¨ªa, como los del recuerdo, pueden unas veces ser subterr¨¢neos, y otras veces circulares, pero siempre llevan agua.
P. ?Es, entonces, una refutaci¨®n de Her¨¢clito?
R. Her¨¢clito se equivocaba cuando dec¨ªa algo as¨ª como que todo flu¨ªa y nada permanec¨ªa. La poes¨ªa nos hace recordar, que es un modo de repetir, lo que hemos olvidado, lo que somos realmente.
P. A usted se le ha emparentado con aquella Otra sentimentalidad. ?Reconoce influencias como ¨¦sta?
R. Creo dos cosas sobre las influencias. La primera es que son reales cuando no son superficiales. Hay grandes poetas que me dejan fr¨ªo y hay otros que tal vez no son tan buenos pero me tocan inevitablemente. Por otro lado, creo que se producen a veces de manera inadvertida, por contaminaci¨®n, por germinaci¨®n. Aqu¨ª la lista debe ser demasiado larga y desordenada, azarosa, pues depender¨¢ de libros, de cine, de personas, de m¨²sica.
P. ?Cu¨¢les sobresalen?
R. Cualquier atisbo de las po¨¦ticas de los a?os ochenta entre mis poemas es no s¨®lo posible sino inevitable, ya que siendo yo un adolescente descubr¨ª El jard¨ªn extranjero o Paseo de los tristes, una poes¨ªa que hablaba con otra l¨®gica y con sencillez, que usaba las palabras habituales para observar el mundo con inocencia y sin ignorancia. Claro que eso hab¨ªa estado presente antes, pero esos autores combinaron esos elementos conocidos de manera asequible y los acercaron a intereses e inquietudes afines. Yo me identifiqu¨¦ con esos textos y no con la obra que prima lo te¨®rico por encima de la sensibilidad, de la emoci¨®n, de la experiencia. Esa poes¨ªa herm¨¦tica y sesuda es como un regalo al que hemos olvidado quitarle el precio. Soy contrario a la exigencia de algunos de que la palabra po¨¦tica deba ser oscura, herm¨¦tica, como si en ello hubiera un m¨¦rito especial.
P. ?Qu¨¦ le aporta su faceta de editor en Calemb¨¦?
R. Para m¨ª es un trabajo gratificante. Me siento como un animador literario que tiene el compromiso de reunir en dosis equilibradas y diplom¨¢ticas el criterio y la responsabilidad ante los pocos lectores y los demasiados libros. Todo para que el arte editorial, ese que consiste en poner un libro en medio de una conversaci¨®n, surja cada vez que lanzamos un nuevo t¨ªtulo.
P. Como ant¨®logo, ?cree que le poes¨ªa andaluza, y en concreto la gaditana, gozan de tan buena salud como parece?
R. Por los papeles no dudo que existe una excelente y numerosa cantera de poetas j¨®venes y de libros editados en Andaluc¨ªa. Cosa que a veces me produce una sensaci¨®n de desbordamiento que est¨¢ m¨¢s cerca del camarote de los hermanos Marx que de una comprensi¨®n justa y adecuada de lo que se cuece en la poes¨ªa andaluza actual o venidera. Pero no nos enga?emos, es algo que no ocupa lugar alguno fuera de los c¨ªrculos po¨¦ticos. Ahora es cada vez m¨¢s cierta la extra?eza denunciada a mediados de siglo por Montale: antes los poetas ten¨ªamos un p¨²blico, pero ahora ese p¨²blico se ha puesto a escribir. Ignoro cu¨¢l ser¨¢ el porvenir de la poes¨ªa en un mundo regido por la t¨¦cnica y la globalizaci¨®n, pero estoy convencido de que siempre sobrevir¨¢ a los poetas.
P. ?Es m¨¢s duro ense?ar literatura que escribir?
R. Es un oficio dif¨ªcil, cuando no imposible, el de ense?ar literatura despu¨¦s de echar una ojeada a los escaparates de la cultura donde los libros tienen poco o nada que hacer frente a otros objetos culturales de r¨¢pido consumo y de divulgaci¨®n m¨¢s ligera. Pero hay que desdramatizar: la literatura es una forma de conocimiento, una excusa, un medio para visitar territorios que de otro modo desconocer¨ªamos, una v¨ªa m¨¢s para acceder a ellos. Ense?arla es mi trabajo como el del profesor de matem¨¢ticas es transmitir su amor por las derivadas. Sin duda, hay ciudadanos excelentes que jam¨¢s han le¨ªdo un libro. Eso s¨ª, la ense?anza de la literatura debe ser germen de iniciativas divertidas. Sin diversi¨®n no hay aprendizaje.
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