...Y el chico es homosexual
Cuando el cambio social es muy r¨¢pido, la hipocres¨ªa se erige en norma y causa estragos. Parece ser que la se?ora Shere Hite o nuestra m¨¢s dom¨¦stica Carmen Alborch, no se han enterado de esto. Sorprende m¨¢s en Hite, pues en el mundo anglosaj¨®n hace d¨¦cadas que existe una cuasi obsesiva preocupaci¨®n por esta asignatura, el impacto sociol¨®gico y psicol¨®gico producido por las innovaciones de toda ¨ªndole. Dec¨ªa Toffler que "el choque del futuro" en nuestra ¨¦poca, es "la enfermedad del cambio". Y eso que Future Shock era ya entonces, va para cuatro d¨¦cadas, la obra de un divulgador. Escrib¨ªa el autor que no tenemos ni idea de c¨®mo adaptarnos al ritmo fren¨¦tico del cambio. A lo largo de 500 p¨¢ginas demostr¨® que tambi¨¦n ¨¦l sufr¨ªa de la misma ignorancia, pero al menos, lo sab¨ªa.
Soci¨®logos de la Universidad de Barcelona dicen -inform¨® EL PA?S- que los padres reciben generalmente la noticia de la homosexualidad de los hijos como "una desgracia. La reacci¨®n de los padres suele ser de estado de choque, negaci¨®n, culpa, ocultaci¨®n o ira". Cabe preguntarse cu¨¢ntos de estos consternados padres han sido defensores de la causa homosexual. Algunos de ellos no sabr¨ªan decir si ment¨ªan o se ment¨ªan a s¨ª mismos y por extensi¨®n, a todos. "Tolerancia, pero con matices", reza otro informe de este diario. En el programa de Manuela R¨ªos en Canal 9, los homosexuales presentes en el escenario, reconociendo los avances de su causa, declararon no obstante que hay todav¨ªa mucho camino por andar. En la esfera heterosexual y seg¨²n mis propias estad¨ªsticas, si novios y maridos se sinceraran, el llanto y el crujir de dientes se oir¨ªa en la cocina de un divertido Sat¨¢n. Uno cree que si a alguien no le importa que su mujer se haya acostado con equis fulanos antes que con ¨¦l, miente o se miente o tiene madera y no de boj. Pero lo he dicho al principio: cuando el cambio social es muy r¨¢pido, la hipocres¨ªa se erige en norma y causa estragos. Y a?ado: Tombola como remedio puede agravar el mal, nunca sanarlo. Pero no cab¨ªa esperar otra cosa. Si los efectos medioambientales del cambio acelerado han dejado el planeta hecho unos zorros, ?¨ªbamos a esperar que se tuvieran en cuenta los efectos de una determinada tecnolog¨ªa sobre la salud mental? Eso s¨ª, la denuncia est¨¢ permitida y florece; y no infrecuentemente, nutre al monstruo que pretende destruir. Ya se sabe que la ausencia de adversarios es a medio o largo plazo, el mayor peligro para el individuo y para el poder.
Visto desde una perspectiva hist¨®rica, la liberaci¨®n de la mujer y la salida del armario de la homosexualidad, han sido procesos fulminantes. La gente de mi edad recuerda que al homosexual mariquita se le pod¨ªan hacer toda suerte de cochinadas casi con entera impunidad. El vergonzante no sufr¨ªa ensa?amiento f¨ªsico, pero su vida emocional y mental era un infierno. Hoy su sexualidad es considerada, oficialmente, una opci¨®n. Uno comprende las prisas, pues s¨®lo se vive una vez y la vida es breve. A un individuo homosexual no le vaya usted con lo que le sonar¨¢ a murga o a insulto, el proceso hist¨®rico, la necesaria armonizaci¨®n temporal del cambio de un sistema de valores a otro. A mayor abundamiento, esa persona es s¨®lo parte de una situaci¨®n total. Paladines del mismo respeto a las diversas opciones sexuales los ha habido en el transcurso de los siglos, pero aunque importantes y acaso necesarios para la causa, ni ¨¦sta ni otra alguna se alza triunfante si las condiciones sociales no est¨¢n dadas.
En el programa de Manuela R¨ªos, un se?or ya entrado en a?os, aseguraba no tener nada en contra de los homosexuales salvo su exhibicionismo. Se gan¨® la rechifla del p¨²blico y la inquina de la mesa de gays y lesbianas. En efecto, pod¨ªa tratarse de un f¨®sil camuflado, pero yo pens¨¦ que de ser otra cosa, a saber, alguien que no acierta a expresar sus ideas, la hostilidad general habr¨ªa sido la misma. Imaginemos en su lugar a uno que se hubiera dado rienda suelta en los siguientes t¨¦rminos: A ustedes les han estafado y a nosotros tambi¨¦n. Son comprensibles sus prisas por recuperar el tiempo perdido, pero ustedes no parecen comprender nuestra angustia, originada en un cambio tan brusco del sistema de valores; algunos de los cuales nos han sido inculcados durante tantos siglos, que se ha llegado a decir que son gen¨¦ticos. "Naturaleza es destino", escribi¨® Freud, refiri¨¦ndose a la anatom¨ªa de la mujer comparada con la del hombre. Ustedes no parecen percatarse de la lucha interna que la mayor¨ªa de nosotros mantenemos contra nosotros mismos. Porque si con la raz¨®n les comprendemos y apoyamos sus reivindicaciones, eso es a costa de sacrificar la protesta de las v¨ªsceras. El cambio social ser¨¢ catastr¨®fico mientras las preideas (el grito de las v¨ªsceras) no hayan sido perfectamente digeridas y metabolizadas por la raz¨®n, convirti¨¦ndolas as¨ª en ideas. Un ejemplo que no tiene nada que ver con los casos anteriores es la presencia de negros en nuestra sociedad. No son gente de una raza inferior, en realidad, ni siquiera distinta, pues la ciencia niega, con pruebas, que exista m¨¢s de una raza en la especie humana. Reclamamos para ellos los mismos derechos que tenemos nosotros, el mismo trato, la igualdad de oportunidades en la misma insuficiente medida que hoy tiene el grueso de la sociedad. Aprobamos la discriminaci¨®n positiva, aunque bien planteada, sin los excesos que Hannah Arendt denunci¨® en los Estados Unidos, por entender que as¨ª sal¨ªamos todos perdiendo. Estamos en favor de los matrimonios mixtos y de ning¨²n modo le negaremos nuestra amistad a un negro por el color de su piel. Pero ay. Quienes as¨ª piensan y est¨¢n dispuestos a defender esta causa con todas sus fuerzas, no pueden evitar la inc¨®moda conciencia de la negritud de un determinado interlocutor. ?Les llamaremos por eso xen¨®fobos siquiera esta conciencia se resista al hecho m¨¢s tangible de emparentar con ese interlocutor por mucho que le respetemos?
En el sistema de valores, el paso de las v¨ªsceras (preideas) a la raz¨®n (ideas) no se hace por real decreto ni de la noche a la ma?ana. Esta metabolizaci¨®n ser¨¢ m¨¢s lenta y dolorosa cuanto m¨¢s hondo y a?ejo el valor a sustituir. Cierto que el entorno social juega un gran papel en esto, creando y siendo creado a la vez. No hemos agotado el tema y ser¨ªa rid¨ªculo pretender lo contrario, pero comprendemos a los hijos... y a los padres. Hipocres¨ªas fuera.
Manuel Lloris es doctor en Filosof¨ªa y Letras.
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