El Festival de M¨¦rida retoma la comedia con una divertida 'Paz' de Arist¨®fanes
Un p¨²blico entusiasmado celebra en el Teatro Romano la versi¨®n de Murillo y Margallo
La comedia regres¨® el mi¨¦rcoles por la noche, despu¨¦s de cuatro a?os, al Festival de Teatro Cl¨¢sico de M¨¦rida, con un ¨¦xito apabullante de p¨²blico. En los camerinos, los actores de La paz, de Arist¨®fanes, en versi¨®n libre de Miguel Murillo, dirigida por Juan Margallo y con Joaqu¨ªn Kremel en el papel protagonista, se quejaban en tono cari?oso de las continuas carcajadas del auditorio, compuesto por unos 3.000 espectadores que les obligaron incluso a cambiar en algunos momentos el ritmo del montaje. La obra permanecer¨¢ en cartel hasta el pr¨®ximo d¨ªa 12 de julio.
Entre los integrantes de la compa?¨ªa se produjo al t¨¦rmino del estreno un ¨¦xtasis colectivo que inici¨® el propio director, Juan Margallo, cuando para corresponder a los v¨ªtores del p¨²blico apareci¨® en el escenario para saludar a lomos de un asno bastante sumiso. Los espectadores emeritenses no hicieron sino reivindicar el teatro popular frente a la sobriedad de la tragedia, lo mismo que los atenienses hace m¨¢s de 2.000 a?os.
El dramaturgo Miguel Murillo ha realizado una adaptaci¨®n libre del texto de Arist¨®fanes. No deja de ser un gui?o c¨®mplice a la propia comedia ¨¢tica impregnada de libertad para ironizar sobre personajes y situaciones reales. "?Alguien puede decirme qu¨¦ diferencia existe entre los fuegos artificiales con que se cierra el espect¨¢culo y algunos proyectiles que ca¨ªan sobre Bagdad?", preguntaba Murillo para reclamar la actualidad de la idea central de la obra. "A lo largo de los siglos, uno saca la conclusi¨®n de que la paz que se consigue siempre es una estatua para colocar en el jard¨ªn del chalet adosado, y creemos que con eso ya lleg¨® la paz", respondi¨®.
Joaqu¨ªn Kremel debut¨® en el Teatro Romano de M¨¦rida a lo grande. Alquimista de la escena, tiene una habilidad especial para encandilar al espectador con unos giros verbales que se mueven entre la iron¨ªa, el sarcasmo y la ingenuidad. Hizo lo m¨¢s dif¨ªcil, visto el ambiente festivo reinante en las gradas: contener el histrionismo, porque la respuesta del p¨²blico invitaba a todo tipo de excentricidades. "Siento una profunda emoci¨®n. Confi¨¢bamos en el trabajo realizado, y nos dec¨ªamos que esto iba a funcionar, pero la prueba del algod¨®n es el Senado, el p¨²blico y las piedras del teatro", afirmaba. "El entusiasmo y los v¨ªtores del p¨²blico me han emocionado, sinceramente".
Tremendamente relajado, compart¨ªa di¨¢logo, canap¨¦s y fotos en una de las fiestas posestreno m¨¢s tumultuosas que se recuerdan en el peristilo del Teatro Romano. "?Una adaptaci¨®n demasiado libre? Han pasado 2.500 a?os y hay que adaptarse a las modas del teatro de hoy. Margallo y, sobre todo, Murillo han hecho posible que sea un espect¨¢culo original e interactivo con el p¨²blico", dec¨ªa Kremel.
Tan falto de comedias anda el Festival de M¨¦rida que al personal le cuesta recordar la par¨¢basis, ese momento entre escenas cuando el coro establece su propio di¨¢logo con los espectadores (participaci¨®n del p¨²blico se dice ahora). As¨ª que a la menor oportunidad se produce el happening.
El resultado fueron 3.000 personas haciendo la lluvia, el viento, la tempestad, la ola, y lanzando pelotitas a Trineo (Joaqu¨ªn Kremel) encaramado en una gr¨²a. La velada ten¨ªa todo el aliciente de una fiesta l¨²dica, aunque el pueblo soberano no siempre tiene raz¨®n, y por m¨¢s que aplaudiera los n¨²meros musicales, ¨¦stos no pasar¨¢n precisamente a la historia.
En todo caso, "las expectativas se han superado en cuanto a respuesta popular", dec¨ªa satisfecho el director, Juan Margallo, un artesano de los cl¨¢sicos, cuyos montajes raramente decepcionan.
Babelia
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