Loach
Tengo un problema veraniego: duermo poco. Y no es por el calor, o no es directamente por el calor: es el ruido. Duermo sobre una plaza silenciosa, vac¨ªa, popular (magnolios, una fuente, cajas de ahorros, una ermita, dos despachos de apuestas y loter¨ªas del Estado, es decir, los pilares del mundo: dinero, fe y providencia), pero a las cinco de la ma?ana cierran las discotecas y en la plaza estallan interminables peleas pluriling¨¹es (estas peleas son uno de los encantos del veraneo). Tres noches llevan viniendo dos enamorados ingleses. El enamorado ha aprendido una palabra espa?ola, "Bruja", que en sus labios suena casi igual que "Graja", rugido escalofriante. Parece una pel¨ªcula de Ken Loach.
Ayer lo vi, a Ken Loach, que rodaba en la Plaza Cavana, en Nerja. Los rodajes cinematogr¨¢ficos suelen ser espectaculares, parte del aura publicitaria de la pel¨ªcula, pero el director de Tierra y libertad y Sweet Sixteen hab¨ªa decidido fundirse en Nerja con lo real: casi no se ve¨ªa la gran c¨¢mara, y el equipo, una docena de personas m¨¢s un operario con un micr¨®fono de jirafa de tres metros, se mimetizaba con los clientes de un caf¨¦. Los actores, una chica rubia y un chico moreno, eran dos clientes m¨¢s en la terraza de la cafeter¨ªa Cavana, todos tan invisibles o normales como el propio Loach, vestido de un solo color, del color de su pelo, con gafas, sin levantar la voz, con unos auriculares para o¨ªr lo que los actores dicen. El camarero va y viene cuando lo llaman los clientes, es decir, los dos actores. La c¨¢mara sigue rodando. En la claqueta leo el t¨ªtulo de la pel¨ªcula: Ae Fond Kiss, palabras en ingl¨¦s-escoc¨¦s que yo traducir¨ªa por Un beso de cari?o.
Me entero de que se trata de una pel¨ªcula de amor: una versi¨®n moderna de Romeo y Julieta. El t¨ªtulo pertenece a un poema del escoc¨¦s Robert Burns, que muri¨® hace m¨¢s de doscientos a?os. Burns tuvo enormes l¨ªos con las mujeres y fue demasiado a la taberna, "la ¨²nica instituci¨®n igualitaria de su tiempo, mucho m¨¢s que la Iglesia", seg¨²n un historiador, y, a pesar de que se ri¨® de la Iglesia (la Iglesia de Burns era protestante, pero era la Iglesia), la gente bien lo quiso convertir en el modelo de hombre de pueblo, ignorante, ocurrente, simple y de coraz¨®n ancho: lo mismo que aqu¨ª han hecho siempre las clases superiores para engatusar, adulando, a los que juzgan inferiores. Hoy podr¨ªa ser un personaje de Ken Loach, canturreando sentimentalmente: "Un beso de cari?o y luego nos separaremos para toda la vida".
Veo rodar una escena de verano, insulsa: una conversaci¨®n de chico y chica, un camarero que va y viene, dos brindis, un beso en los labios, de cari?o, suave, de hermanos. Aunque no se note, est¨¢n rodando la historia de Romeo y Julieta en nuestros d¨ªas: no hay rivalidades de familia, sino choque racial. Julieta es cat¨®lica y rubia, Romeo es moreno y musulm¨¢n. En esta escena banal, de refrescos en la terraza de un caf¨¦, est¨¢ contenida una tragedia de Shakespeare, seg¨²n Loach, que hace cine sobre la vida en las ciudades: c¨®mo se encuentra, se roza, se separa la gente o acaba chocando o chillando en la calle a las cinco de la ma?ana.
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