Hipercor, las v¨ªctimas y la barbarie que sigue
La celebraci¨®n del segundo juicio por el atentado de Hipercor, cuya vista comenz¨® el pasado 30 de junio en la Audiencia Nacional, coincidi¨® con la inauguraci¨®n -perd¨®n por la expresi¨®n, que, dado el contexto, me parece inoportuna- del monumento en memoria de las v¨ªctimas de la masacre, que ocurri¨® en la tarde de un viernes de junio de 1987 y que, por la magnitud y el contexto de la tragedia, conmocion¨® m¨¢s que ning¨²n otro crimen a la sociedad catalana. Sus v¨ªctimas, han denunciado una vez m¨¢s la falta de apoyo econ¨®mico, psicol¨®gico y social para sobrevivir a los efectos de esa loter¨ªa mort¨ªfera que padecieron y padecen por haber ido de compras a las cuatro de la tarde.
Rafael Caride, presunto autor material del atentado, declar¨® en la Audiencia Nacional que los responsables de la masacre no estaban en la sala, en alusi¨®n a las autoridades policiales y la direcci¨®n de Hipercor, que finalmente, pasada la hora, no consideraron cre¨ªble el aviso y no desalojaron el edificio. Pero los ¨²nicos responsables y culpables son quienes ordenaron, planificaron y ejecutaron el atentado. Los ¨²nicos culpables son la direcci¨®n de ETA, encarnada en el juicio por Santi Potros, y los autores materiales, Rafael Caride, ahora en el banquillo, y los ya condenados en 1989 Domingo Troiti?o y Josefina Ernaga.
El atentado de Hipercor, m¨¢s all¨¢ de si fue un error de c¨¢lculo de ETA, que no cre¨ªa que finalmente fueran a morir tantas personas, pero s¨ª hab¨ªa asumido que murieran polic¨ªas y trabajadores del establecimiento, cre¨® un gran impacto de opini¨®n, provoc¨® una de las mayores manifestaciones habidas en Barcelona, marc¨® un antes y un despu¨¦s. Pocos imaginaban que ETA pod¨ªa llegar tan lejos, pocos cre¨ªan que ETA cometer¨ªa atentados tan indiscriminados y que elegir¨ªa para ello Barcelona. Precisamente unos d¨ªas antes Herri Batasuna hab¨ªa obtenido en las elecciones al Parlamento Europeo el voto de m¨¢s de 40.000 catalanes. Y la principal condici¨®n que hab¨ªan puesto los grupos extraparlamentarios catalanes que formaron el comit¨¦ de apoyo a HB fue que ETA dejara de colocar coches bomba en Barcelona. Los atentados sacud¨ªan la ciudad desde su proclamaci¨®n como sede ol¨ªmpica, pero siempre se hab¨ªan dirigido a edificios oficiales y las fuerzas de seguridad.
ETA ampli¨® entonces el abanico de sus objetivos por creer que, si bien ser¨ªa dif¨ªcil una "victoria militar sobre el enemigo", al menos podr¨ªa conseguir que el desgaste social y pol¨ªtico de los atentados obligara al Gobierno a unas negociaciones a las que la banda acudir¨ªa con una mayor capacidad de disuasi¨®n. Eso, pese a los contactos que hubo, no ocurri¨®. Y el hecho de que los autores materiales del crimen de Hipercor, 16 a?os despu¨¦s, sean incapaces de reconocer que se equivocaron o, al menos, intentar disculpar sus actos y, con humildad, pedir perd¨®n por haber elegido un objetivo equivocado, nos muestra que lamentablemente no parece que ETA tenga voluntad de plantearse su autodisoluci¨®n o iniciar una negociaci¨®n para conseguir el abandono de las armas. Y es que el contexto pol¨ªtico que padece Euskadi, lo que se ha dado en llamar "conflicto vasco", vive uno de sus momentos m¨¢s complejos debido, tambi¨¦n en parte, a la actitud del Gobierno del Partido Popular, que ha pretendido poner en el mismo saco a aquellos que leg¨ªtimamente discrepan de la Constituci¨®n y a quienes ordenan y ejecutan los asesinatos. Nada justifica hoy a ETA, pero hay que tener presente que, aunque act¨²e como una banda de mafiosos, naci¨® en una situaci¨®n pol¨ªtica determinada. Y en este camino el PSOE, demostrando en Madrid una lealtad inquebrantable al Gobierno, es incapaz de ofrecer maneras distintas de afrontar el conflicto. Muchos, en este contexto hoy por hoy sin salida, con el Parlamento vasco entre la espada y la pared, y su presidente, Juan Mar¨ªa Atutxa, ante la posibilidad de acabar inhabilitado o encarcelado, a?oramos las voces del fallecido Ernest Lluch y del poco escuchado Od¨®n Elorza, seg¨²n los cuales hay otras formas de combatir a ETA. Y es que el problema del Gobierno de Aznar es que cree, como ha cre¨ªdo en algunos momentos ETA, que al enemigo, en este caso la banda terrorista, se le puede derrotar, aplastar definitivamente, desde una posici¨®n de fuerza. Y como en la mayor¨ªa de los conflictos, mientras alguno de los bandos est¨¢ convencido de que podr¨¢ derrotar al otro, la sangre sigue corriendo, en este caso provocada siempre por ETA, que, sabiendo que no puede vencer, tiene lamentablemente la capacidad de autoafirmarse de la ¨²nica manera que conoce: matando y provocando m¨¢s v¨ªctimas.
Xavier Rius-Sant es periodista.
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