Blair, sin armas
La comisi¨®n parlamentaria de investigaci¨®n ha exonerado al primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair, de haber "enga?ado al Parlamento" sobre las supuestas armas de destrucci¨®n masiva que atribu¨ªa a Sadam Husein. Pero, como las armas no aparecen, la comisi¨®n de investigaci¨®n concluye que "el jurado sigue reunido (...) hasta que se encuentren pruebas sustanciales" de la existencia de estas armas o de que han sido destruidas. En resumen, un serio varapalo para el Gobierno y un ejercicio del que Blair sale seriamente tocado.
El informe, aprobado gracias a la mayor¨ªa laborista, acusa al Gobierno de haber dependido en exceso de la informaci¨®n que le procuraron los servicios de EE UU o exiliados iraqu¨ªes con intereses propios. En Washington, la Administraci¨®n ha tenido que reconocer que la afirmaci¨®n de que Sadam Husein estaba tratando de "reconstituir" su programa de armas nucleares, en particular intentando hacerse con uranio en N¨ªger, no hab¨ªa sido comprobada suficientemente. Lo hab¨ªa dicho precisamente Bush en enero en su discurso sobre el estado de la Uni¨®n.
?sta es una de las preguntas que la comisi¨®n parlamentaria ha emplazado a Blair y su Gabinete a responder en las pr¨®ximas semanas, junto a otras tres igualmente explosivas: si el informe que present¨® en septiembre era correcto a la luz de los acontecimientos posteriores, su valoraci¨®n sobre los misiles Samud 2 y la famosa afirmaci¨®n -basada en una sola fuente no corroborada- de que Irak estaba en condiciones de activar sus cargas qu¨ªmicas y bacteriol¨®gicas 45 minutos despu¨¦s de que Sadam Husein hubiera dado la orden. Esta suposici¨®n es la que m¨¢s controversia ha provocado en Londres, al acusar la BBC al portavoz de Blair, Alastair Campbell, de haber "hinchado" las pistas de los servicios de espionaje. La comisi¨®n concluye que, a la luz de la informaci¨®n disponible, el Gobierno "no hab¨ªa ejercido o intentado ejercer una influencia indebida en la redacci¨®n del informe", aunque le suspende por plagiar, sin citarlo ni verificarlo, un trabajo de un estudiante universitario norteamericano, con resultados desastrosos. La labor de la BBC sale reivindicada.
Blair, presionado por la divisi¨®n en su partido, busc¨® la aprobaci¨®n del Parlamento para acompa?ar a EE UU en la guerra ya decidida contra Irak. Para asegur¨¢rsela necesitaba de una resoluci¨®n del Consejo de Seguridad, y la ¨²nica forma de lograrla era acusar a Bagdad de violar sus obligaciones en materia de armas de destrucci¨®n masiva. Lo ocurrido es lamentable, salvo en un hecho fundamental: ha permitido avanzar en el control parlamentario de la pol¨ªtica exterior del Gobierno brit¨¢nico, hasta ahora dominio reservado del Ejecutivo.
En Espa?a, Aznar y el PP se han negado a una comisi¨®n de investigaci¨®n sobre la misma materia; no pidieron el apoyo del Parlamento para secundar esa guerra, y se sirvieron de todos los instrumentos de propaganda para justificarla sin que la televisi¨®n p¨²blica, a diferencia de la BBC y el propio Blair, celebrara un solo debate. A pesar de los pesares, a¨²n hay mucho que aprender de la vieja democracia brit¨¢nica.
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