El ruido constructivo
No est¨¢ clara la diferencia entre el ruido constructivo y el ruido destructivo. Mientras los valiums y los tapones de cera se agotan en las farmacias, hay quien sigue acusando a los japoneses de ser los m¨¢s ruidosos del planeta sin ninguna prueba comparativa fehaciente. Tal vez la equivocaci¨®n consista en una malinterpretaci¨®n de los conceptos, porque cualquier cosa puede ser concebida como ruido, excepto las obras municipales, donde el ruido se convierte en el sonido del bien p¨²blico, por parad¨®jico que parezca. A¨²n as¨ª, est¨¢ comprobado que en las ciudades m¨¢s ruidosas los ciudadanos visitan m¨¢s al psic¨®logo y al psiquiatra, particularmente cuando se est¨¢n desarrollando grandes obras urbanas. El vecino cree que va a cambiar su calidad de vida, y no sabe hasta qu¨¦ punto lo va a tener que pagar. Desde luego, incluso en la 13, Rue del Percebe todos viv¨ªan m¨¢s tranquilitos.
Seg¨²n para quienes, el ruido destructivo es el del botell¨®n o el de locales sin insonorizar, pero habr¨ªa que llegar a un nivel de civilizaci¨®n suficiente para considerar otros ruidos tan potencialmente destructivos como los primeros. Un ruido nunca es m¨¢s o menos soportable seg¨²n de d¨®nde surja, simplemente depende de sus decibelios. No por ser de propiedad municipal, un taladro de grueso calibre o un martillo hidr¨¢ulico son menos ruidosos. Si hubiera una arquitectura del ruido, en Bilbao producir¨ªamos unos edificios sonoros fant¨¢sticos. ?No se ha levantado usted alguna vez de la cama asustado, a las ocho de la ma?ana, por el inesperado estruendo que est¨¢ a punto de derrumbar la pared de su dormitorio? Si no ha tenido nunca esa experiencia, es una persona afortunada.
Las obras constantes y reiteradas en algunos edificios p¨²blicos no se parecen a las obras municipales que se llevan a cabo en la calle, sino que transcurren pared con pared con el vecindario. Por eso los vecinos, solidarios, celebramos fiestas en las que llueve el confeti y las guirnaldas, cantamos a coro el Maitetxu m¨ªa entre el taladro y el martillo, e intentamos que nuestra m¨²sica supere a la suya. Est¨¢ claro que el ruido es una cosa cultural, y si de cultura se trata, los vecinos no vamos a ser menos. La presencia de los edificios p¨²blicos, que deber¨ªa significar una mejora del barrio, se convierte a menudo en una compa?¨ªa inc¨®moda, en algunos casos manifiestamente ruidosa, incluso por la noche, cuando ocasionalmente alguien olvida apagar la m¨¢quina de aire acondicionado. Lo malo es que a veces uno se acostumbra, echa de menos el ruido, y ya no puede dormir sin el zumbido del aire. Y adem¨¢s, ?qu¨¦ ser¨ªa de las ma?anas sin las obras? Son el perfecto sustituto del despertador.
Las autoridades proh¨ªben otro tipo de ruidos, mientras que los ruidos gubernamentales nos inducen a pensar que vivimos en una ciudad en perpetuo desarrollo, en progreso constante, en eterna evoluci¨®n. S¨ª se?or, este ruido es sano. Indica que la cosa marcha hacia alguna parte. No sabemos hacia d¨®nde, pero suponemos que, por el momento, hacia la sordera y el estr¨¦s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.