?Excesivos Estados de bienestar?
El escaso crecimiento econ¨®mico y el elevado desempleo en gran n¨²mero de pa¨ªses miembros de la UE se est¨¢ atribuyendo en la mayor¨ªa de medios de informaci¨®n en Espa?a a sus supuestamente excesivos Estados de bienestar y a la rigidez de sus mercados de trabajo. Se contrasta, una vez m¨¢s, el dinamismo de la econom¨ªa estadounidense con la consabida "euroesclerosis" de la UE, atribuyendo el ¨¦xito de EE UU (alto crecimiento econ¨®mico y bajo desempleo) a su mayor austeridad social (con un gasto social como porcentaje de su PIB muy reducido) y a la gran desregulaci¨®n de sus mercados laborales. De ah¨ª que las medidas que Alemania y Francia est¨¢n tomando estos d¨ªas, consistentes en disminuir sus beneficios sociales y en desregular sus mercados laborales, se consideren buenas medidas para acelerar su crecimiento econ¨®mico y disminuir su desempleo. As¨ª, un reciente editorial de EL PA?S (4-6-03) aplaud¨ªa las medidas de austeridad social propuestas por el Gobierno alem¨¢n, que inclu¨ªan "la reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico, el recorte de prestaciones sanitarias y de desempleo, el abaratar el despido, el elevar la edad de jubilaci¨®n y el revisar el sistema p¨²blico de pensiones", considerando tales medidas necesarias para disminuir el paro, aligerando as¨ª un Estado excesivamente cargado de "subsidios p¨²blicos de todo tipo". Esta interpretaci¨®n del alto desempleo en gran n¨²mero de pa¨ªses de la UE ha aparecido tambi¨¦n en varios art¨ªculos recientes de EL PA?S, en el que el Estado de bienestar se considera ya agotado. En uno de ellos, significativamente titulado El agotamiento de la socialdemocracia (del 8-6-03), se subraya, una vez m¨¢s, tal agotamiento del Estado de bienestar ligado al de la socialdemocracia, subrayando que incluso "en Suecia la socialdemocracia y, con ella, el Estado de bienestar est¨¢n colapsados", concluyendo que "el modelo socialdem¨®crata se desploma en Suecia como en el resto de Europa en el momento en que no logra mantener pleno empleo, con lo que no le queda otro remedio que renunciar al Estado de bienestar".
Paralelo a esta interpretaci¨®n de nuestra situaci¨®n en la UE ha aparecido otro discurso, derivado del anterior pero con identidad propia, que aconseja a las autoridades espa?olas a seguir el ejemplo alem¨¢n y franc¨¦s y a atreverse a hacer reformas a fondo del Estado de bienestar, siendo el t¨¦rmino reformas el c¨®digo para definir recortes en los beneficios sociales.
A ra¨ªz de esta interpretaci¨®n de nuestras realidades, convendr¨ªa mirar los datos y ver si se sostienen tales diagn¨®sticos, comenzando por el Estado de bienestar espa?ol, cuyo gasto p¨²blico en protecci¨®n social es el m¨¢s bajo de la UE. As¨ª, en el a?o 2001, tal gasto, como porcentaje del PIB, fue de 19,1%, el m¨¢s bajo de la UE (cuyo gasto p¨²blico social promedio fue del 27,6%) despu¨¦s de Irlanda.
La segunda caracter¨ªstica de nuestro Estado de bienestar es que el gasto social (como porcentaje del PIB) ha ido descendiendo notablemente a partir del a?o 1993, cuando hab¨ªa alcanzado un 24% del PIB, siendo aquel a?o cuando se consigui¨® un d¨¦ficit social menor con la UE, que ten¨ªa entonces un 28,8%. A partir de aquel a?o, el gasto social promedio europeo (como porcentaje del PIB) ha ido descendiendo muy lentamente, contrastando con el caso espa?ol, en que el gasto social ha descendido mucho m¨¢s r¨¢pidamente, con lo que el d¨¦ficit de gasto social entre Espa?a y la UE ha pasado de 4,8 puntos a 8,5 puntos de diferencia, casi el doble, y ello como consecuencia no tanto de que el crecimiento del PIB haya sido mayor en Espa?a que en el promedio de la UE, sino que el crecimiento del gasto p¨²blico en protecci¨®n social por habitante ha sido mucho m¨¢s lento en Espa?a que en la UE. As¨ª, mientras que en el a?o 1993 el d¨¦ficit del gasto social por habitante en Espa?a con respecto al promedio de la UE era de 1.567 unidades de poder de compra (unidades monetarias estandarizadas por el poder de compra de la moneda de cada pa¨ªs), en el a?o 1999 (el ¨²ltimo a?o en que existen datos comparables con el resto de pa¨ªses de la UE) hab¨ªa pasado a ser de 2.378, un 50% mayor (Vicen? Navarro y Agueda Quiroga, La protecci¨®n social en Espa?a, 2003). Todos los indicadores muestran que esta diferencia ha continuado aumentando, lo cual significa que nuestras pensiones, nuestra sanidad, nuestros servicios de ayuda a la familia, nuestros servicios domiciliarios, nuestras residencias de ancianos y nuestra vivienda social, entre otros servicios, son cada vez m¨¢s deficitarios en relaci¨®n al promedio de la UE. Esta divergencia social con Europa se debe a que el incremento de los ingresos al Estado espa?ol, resultado de un mayor crecimiento econ¨®mico y de un incremento de la carga fiscal, no se ha gastado en reducir el d¨¦ficit social, sino en eliminar el d¨¦ficit presupuestario del Estado, siendo hoy Espa?a uno de los pa¨ªses que tienen el d¨¦ficit del presupuesto m¨¢s bajo de la UE y el d¨¦ficit social m¨¢s alto, habi¨¦ndose conseguido el primero a costa del segundo.
En cuanto a las voces que est¨¢n pidiendo una disminuci¨®n del gasto social en Espa?a siguiendo el ejemplo de Alemania y Francia, valdr¨ªa recordarles que estos pa¨ªses (junto con Suecia) son los pa¨ªses que tienen el gasto en protecci¨®n social m¨¢s elevado de la UE (30%, 29,6% y 33%, respectivamente) comparado con Espa?a, que tiene el gasto m¨¢s bajo. Recomendar a una persona delgada que pierda m¨¢s peso es poco aconsejable. Se mire como se mire, Espa?a necesita m¨¢s, no menos Estado de bienestar.
Pero ?podr¨ªa asumirse que Alemania y Francia son demasiado gordas, causa de que no puedan competir mejor en la carrera econ¨®mica? Si as¨ª fuera, ?c¨®mo se explicar¨ªa que pa¨ªses como Suecia y Holanda, que tienen un gasto social incluso mayor (33% en el caso sueco) o semejante (28,9% en el caso holand¨¦s) tengan un desempleo mucho menor que Alemania y Francia? Aquellos pa¨ªses, Suecia y Holanda, por cierto, son los pa¨ªses m¨¢s globalizados de la UE (la suma de sus importaciones m¨¢s sus exportaciones como porcentaje de su PIB es la m¨¢s alta de la UE), mostrando que la globalizaci¨®n no es la causa tampoco de que los pa¨ªses tengan que disminuir sus Estados de bienestar. En realidad (y en contra de lo que constantemente se asume), los Estados contin¨²an teniendo un papel clave en la configuraci¨®n de las pol¨ªticas econ¨®micas y sociales de cada pa¨ªs, las cuales dependen primordialmente de las fuerzas pol¨ªticas (e intereses a los que representan) que gobiernan aquellos Estados. Los datos muestran que -en contra de las tesis que anuncian su muerte, colapso o agotamiento- durante la d¨¦cada de los a?os noventa el gasto p¨²blico social (medido como gasto social por habitante) continu¨® creciendo en la UE, siendo el m¨¢s alto en los pa¨ªses de tradici¨®n socialdem¨®crata; alcanz¨® en Suecia el gasto social por habitante mayor en la UE (m¨¢s del doble, por cierto, del gasto social por habitante de Espa?a), siendo a su vez uno de los pa¨ªses con mayor tasa de ocupaci¨®n y menor tasa de desempleo en la UE y en la OCDE (menor desempleo, por cierto, del supuestamente exitoso EE UU). Como dir¨ªa Cervantes, "con estos muertos, batallas vencer¨ªa".
S¨ª es cierto, sin embargo, que hay gobiernos socialdem¨®cratas europeos que han incorporado elementos muy sustanciales de las tradiciones liberales que les est¨¢n distanciando claramente de la socialdemocracia, como es el caso de la Tercera V¨ªa neolaborista, con unos costes econ¨®micos y sociales elevados. Varios trabajos emp¨ªricos han mostrado que su experiencia no ha sido particularmente exitosa. Seg¨²n Christopher Huhne, comentador de temas econ¨®micos de The Guardian, Gran Breta?a, adem¨¢s de ser uno de los pa¨ªses de la UE con menor tasa de producci¨®n de empleo, tiene uno de los Estados de bienestar menos desarrollados, con uno de los gastos p¨²blicos en sanidad y en educaci¨®n m¨¢s bajos de la UE; es tambi¨¦n uno de los pa¨ªses con menor movilidad social (lo cual entra en contradicci¨®n con su discurso de ofrecer igualdad de oportunidades a todos los j¨®venes, independientemente de su clase social) y mayor pobreza entre ni?os y pensionistas. Tiene, adem¨¢s, una de las pol¨ªticas p¨²blicas menos redistributivas de la UE, siendo el pa¨ªs de la UE con mayores desigualdades de renta; la decila inferior de la poblaci¨®n es la que tiene menor renta disponible en la UE, mientras que la decila superior es la que tiene mayor renta de la UE, despu¨¦s de Portugal (New Statesman, 3-3-03). Tales datos deber¨ªan diluir el entusiasmo por la Tercera V¨ªa presente en algunos sectores de la socialdemocracia y de la prensa espa?ola.
La causa del bajo crecimiento econ¨®mico de la UE no es su elevado gasto social, sino la escasa demanda a nivel internacional provocada por las grandes incertidumbres creadas por las pol¨ªticas belicistas del Gobierno estadounidense y por las pol¨ªticas p¨²blicas iniciadas por las instituciones europeas y gran n¨²mero de Gobiernos de la UE a finales de los a?os noventa, que es precisamente cuando se ralentiza su crecimiento econ¨®mico y crece su desempleo. Estas pol¨ªticas incluyen los elevados tipos de inter¨¦s impuestos por el Banco Central Europeo y el recorte del d¨¦ficit p¨²blico instruido por el Pacto de Estabilidad y que obstaculiza el desarrollo de pol¨ªticas expansivas del gasto p¨²blico necesarias para estimular el crecimiento econ¨®mico. Err¨®neamente, este est¨ªmulo se est¨¢ intentando a base de recortes de los impuestos, pol¨ªtica tambi¨¦n favorecida en otro editorial reciente de EL PA?S (3-7-03), en el que se aplaude "los recortes de impuestos para impulsar el consumo [por parte del Gobierno de Schr?der] compensando la reducci¨®n de ingresos al Estado con los recortes en el gasto p¨²blico". Tales pol¨ªticas olvidan que esas reducciones de impuestos, al favorecer preferentemente a las clases m¨¢s adineradas, que consumen un porcentaje menor de sus ingresos, tienen un impacto estimulante del crecimiento econ¨®mico menor que el gasto p¨²blico, como reconoce incluso el semanario liberal The Economist, que escribe en un editorial que "una primera lecci¨®n que los Gobiernos deber¨ªan aprender es que el gasto p¨²blico tiene un impacto estimulante mucho mayor que la reducci¨®n de impuestos. El Banco Federal Estadounidense (Federal Reserve Borrad) ha calculado que un incremento del gasto p¨²blico de un d¨®lar en producir bienes y servicios estimula tres veces m¨¢s el PIB al cabo de un a?o que un d¨®lar obtenido a trav¨¦s de un recorte de impuestos" (27-10-01). En la UE, sin embargo, se est¨¢n siguiendo pol¨ªticas opuestas. ?ste es el problema.
Vicen? Navarro es catedr¨¢tico de Pol¨ªticas P¨²blicas en la Universidad Pompeu Fabra.
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