Atutxa en el estanque
Hasta este retiro donde me he exclaustrado llegan los ecos del singular combate entre Juan Mar¨ªa Atutxa y la Justicia. Combate en el que, seg¨²n se anuncia, podr¨ªa intervenir, de telonero, el Consejero Javier Madrazo.
El estruendo de lanzas y los destellos que despiden las armaduras al entrechocar, ocupan tanto la atenci¨®n, que impiden al respetable ver m¨¢s bosque que el encantado en el que se desarrolla el duelo, con sus gnomos y elfos incluidos.
Estaba yo pregunt¨¢ndome hace un rato qu¨¦ hace metido deliberadamente en este lance un hombre tan serio como era Atutxa. Y no encontraba raz¨®n, como no fuera un extempor¨¢neo ataque de acn¨¦ juvenil.
Escribo estas l¨ªneas sentada en un banco de un paseo mar¨ªtimo lejos de mi extra?able pa¨ªs. Aqu¨ª todo parece transcurrir dentro de una absoluta placidez. Unos ni?os de tres a?os se han parado delante de m¨ª se?alando hacia un gran dan¨¦s a mi espalda. El enorme perro les ha saludado movido majestuosamente la cabeza y los ni?os han proseguido el paseo con sus padres.
Me pregunto si estos apacibles paseantes ser¨ªan capaces de comprender el enredo que ocupa ahora a los vascos. Yo no podr¨ªa explicarlo sin poner cara de tonta. He desistido por tanto de dar y de darme explicaciones y me he puesto a mirar los reflejos de la luz en las ondulaciones del agua. Estas im¨¢genes tambi¨¦n son complicadas. ?Qui¨¦n intentar¨ªa explicarlas? Sin embargo, no son sino deformaciones de la realidad, buenas para dejarse mecer por ellas hasta adormecerse.
En ese estado me he dado cuenta de lo que estaba sucediendo al otro lado del espejo deformante. No es un bosque encantado, sino un estanque, donde las ranas nunca se convertir¨¢n en pr¨ªncipes.
Lo aparente es que los jueces no se ponen de acuerdo sobre si abren proceso para juzgar la actuaci¨®n del presidente del parlamento vasco. Lo importante es que algunos nacionalistas prominentes ya han abierto un proceso a los jueces que deben tomar la decisi¨®n.
Tras haber negado la legitimidad del gobierno de Madrid para gobernar sobre la seguridad de los vascos amenazados y del parlamento espa?ol para aprobar leyes que disuelvan a los partidos que no condenen el terrorismo, ahora les toca ser pol¨ªticamente enjuiciados a los jueces del Tribunal Superior del Pa¨ªs Vasco que han de hacer cumplir esas leyes.
Bueno -me dir¨ªa un paseante- ser¨¢ que el mentado Atutxa y sus compas son j¨®venes antisistema. Los j¨®venes suelen ser subversivos hasta que adquieren compromisos como pagar una hipoteca o bregar con los hijos. Es normal.
Pues no, precisamente. Estos no son tan j¨®venes y son ellos adem¨¢s quienes gobiernan, nos cobran los impuestos y deciden lo que hacer con ellos.
Son los que tienen el poder para decidir y quieren seguir teni¨¦ndolo sin el riesgo de perderlo. La democracia implica la alternancia. Ahora en el gobierno, ma?ana en la oposici¨®n. Pero ¨¦stos han descubierto la cuadratura del c¨ªrculo, han logrado el milagro de estar en el gobierno y en la oposici¨®n a la vez. Como gobierno, procuran utilizar las leyes en su provecho. Como oposici¨®n antisistema s¨®lo obedecen al reglamento de la C¨¢mara, al pueblo y a su conciencia; pero no necesariamente a la ley aplicada por los tribunales, porque no es la suya.
El obst¨¢culo, por lo tanto, no est¨¢ en el tribunal de la conciencia, sino en la conciencia del tribunal: se trata de tomarles la horma a los jueces para preparar la copa de sus birretes. ?Qui¨¦n puede ver en ello una intenci¨®n deslegitimadora?.
Hace a?os que los jueces son vistos como un obst¨¢culo para avanzar en el programa soberanista. Dicen que cuando alguien ve que se le niegan sus derechos, aprecia someter el litigio a la decisi¨®n de un juez imparcial. Pero cuando se trata de los derechos del pueblo obstaculizados por las libertades individuales de los ciudadanos, los nacionalistas prefieren al tribunal de la historia.
Por eso, invitaron a marcharse a los jueces que no comprendieran el problema vasco. El envite coincidi¨® con el asesinato a mano terrorista del magistrado Lid¨®n Corbi. Y muchos jueces se marcharon del Pa¨ªs Vasco. Aunque otros, se quedaron.
Algunos de los que se quedaron deben decidir ahora si Atutxa ha de ser procesado porque dice el Fiscal que se ha negado reiteradamente a cumplir una orden judicial. Cada juez que personalmente vote por el procesamiento, sabe que ser¨¢ enjuiciado como enemigo del pueblo.
A ETA le trae sin cuidado que se procese o no a Atutxa. Si por ellos fuera, Atutxa estar¨ªa muerto seis veces, con cada atentado que le prepararon cuando era jefe de los guardias. Pero que alguien sea se?alado como enemigo del pueblo no le trae a ETA sin cuidado. De nuevo pues, se disponen a alinearse los planetas del nacionalismo.
Es el terreno de juego lo que est¨¢ cambiando. El campo de las pr¨®ximas batallas. Esta vez no son los concejales, ni los profesores ni los periodistas. Ahora les toca a los jueces del Pa¨ªs Vasco. Cada persona con su intrahistoria y con su soledad, deber¨¢ enfrentarse al monstruo. Van a necesitar mucho coraje.
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