Marsalis triunf¨®, Chano arras¨®
El 27? Festival de Jazz de Vitoria entr¨® ya en su parcela m¨¢s seria y esperada. Tercer d¨ªa de certamen y el polideportivo de Mendizorrotza se llen¨® de p¨²blico para asistir al regreso de uno de los ¨ªdolos locales: Wynton Marsalis. Dos a?os atr¨¢s el trompetista de Nueva Orleans actu¨® en el mismo escenario, pero, para una relaci¨®n de amor tan intensa como la que viven Marsalis y la capital alavesa, era ya demasiado tiempo. As¨ª pues, y como era previsible, regreso apote¨®sico del m¨²sico m¨¢s aclamado y discutido del panorama del jazz actual. ?xito de Marsalis y su septeto, pero probablemente muchos de los que estaban all¨ª atra¨ªdos por el magnetismo del trompetista sufrieron un buen impacto con, adem¨¢s, nombre y propuesta musical de lo m¨¢s hispano: Chano Dom¨ªnguez. La ovaci¨®n de gala, todo Mendizorrotza en pie, para despedir la actuaci¨®n del pianista gaditano que fue de lo m¨¢s demostrativa y, al mismo tiempo, reconfortante.
Chano Dom¨ªnguez lleg¨® a Vitoria como telonero de Marsalis y, sin lugar a dudas, gracias a los ecos de su a¨²n reciente actuaci¨®n en el Lincoln Center neoyorquino invitado por el trompetista. Lleg¨® de relleno y arras¨® como uno de los grandes, que ya lo es. El toque pian¨ªstico de Dom¨ªnguez es danzar¨ªn y est¨¢ lleno de swing, el flamenco se mece suavemente arrullado por melod¨ªas latinas y cuando estalla lo hace de forma volc¨¢nica empujado por un jazz sin filiaci¨®n que puede ir de lo m¨¢s cl¨¢sico a lo m¨¢s contempor¨¢neo. Una amalgama de sensaciones profundas, jondas, que el gaditano sabe doblegar y convertir en puro placer l¨²dico. Una maravilla que se crece a cada concierto.
En Mendizorrotza, Dom¨ªnguez estuvo acompa?ado por su grupo habitual, en el que destacan las percusiones seguras y coloristas de Pira?a y Guillermo McGill, el puro rajo vocal de Blas C¨®rdoba y, sobre todo, el baile desgarbado y contagioso de un Tomasito tal vez demasiado contenido esa noche pero siempre apabullante.
Jazz aflamencado
La traca de la velada la encendi¨® la uni¨®n de Dom¨ªnguez y Marsalis para recuperar un fragmento de la suite que el gaditano estren¨® en Nueva York: De C¨¢diz a New Orleans, una nana que C¨®rdoba cant¨® con un sentimiento profundo y Marsalis adorn¨® con su trompeta de forma deliciosa. La colaboraci¨®n con Marsalis se sald¨® en esa primera parte con un est¨¢ndar debidamente aflamencado m¨¢s anecd¨®tico que otra cosa y, ya al final del concierto, con un blues algo desorganizado y una sole¨¢ final de aut¨¦ntico estremecimiento. Sugerente fue que el segundo bis de Marsalis, la sole¨¢, con todo Mendizorrotza entregado, fuera coronado por el gaditano y su secci¨®n r¨ªtmica solos sobre el escenario.
Por su parte, Marsalis acudi¨® esta vez a Vitoria con su septeto, una m¨¢quina de fabricar una m¨²sica tan bella como perfeccionista, posiblemente demasiado bella y demasiado perfeccionista. A lo largo de casi hora y media revisaron buena parte de la historia del jazz con humor y una indiscutible maestr¨ªa instrumental que colm¨® todas las expectativas de un p¨²blico ¨¢vido de Marsalis.
Importante ¨¦xito de Wynton Marsalis en su Vitoria, pero m¨¢s importante a¨²n fue la entrada por la puerta grande de un pianista con may¨²sculas, Chano Dom¨ªnguez, que ya ha dejado de ser el m¨²sico a descubrir para convertirse en el m¨²sico a perseguir.
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