Arauca se confiesa con Uribe
El presidente de Colombia se re¨²ne con los habitantes de la regi¨®n m¨¢s violenta del pa¨ªs
Durante 10 horas, el presidente de Colombia, ?lvaro Uribe, ministros, funcionarios y 600 representantes de Arauca, departamento de 250.000 habitantes al noreste de Colombia, rico en petr¨®leo y marcado por la corrupci¨®n y la violencia, estuvieron bajo el mismo recinto y discutieron f¨®rmulas, peque?as y grandes, para combinar seguridad e inversi¨®n.
"Los que estamos aqu¨ª somos supervivientes de la violencia", dijo el alcalde de Tame, uno de los siete municipios de Arauca y uno de los primeros en hablar en el consejo comunal que presidi¨® Uribe. No es una frase a la ligera. En estas horas de desahogo colectivo qued¨® claro lo duro que es sobrevivir en medio de las presiones de los grupos armados. De la presi¨®n de la violencia nadie se escapa: los periodistas -17 huyeron en bloque en marzo tras el asesinato de un comunicador- buscan f¨®rmulas para no dejarse manipular ni por la guerrilla, ni por paramilitares, ni por fuentes oficiales.
El alcalde encargado de Arauquita -dos anteriores se fueron por las presiones- vive y despacha desde la alcald¨ªa, que se ha convertido en un peque?o b¨²nker. S¨®lo lo abandona, a las seis de la ma?ana, por unos minutos, para tomar un caf¨¦ en una tienda vecina. Lo acompa?an soldados de las fuerzas especiales del Ej¨¦rcito que desde hace dos meses est¨¢n en el peque?o pueblo. Antonio, un m¨¦dico naturista, asisti¨® al foro para abogar por sus pacientes del ¨¢rea rural de Tame. "Se est¨¢n muriendo de malaria, de males tropicales. Las FARC les exigen un permiso para salir... Adem¨¢s temen que los paramilitares que controlan el casco urbano los maten", le dijo al ministro de Seguridad Social; como el personal m¨¦dico no puede ir al campo, pidi¨® m¨¦dicos militares.
El de Arauca fue el consejo comunal n¨²mero 31 de Uribe. "Por dedicarse a lo micro descuida lo macro", dicen sus cr¨ªticos. Los que asisten lo ven como un ejercicio democr¨¢tico interesante. Se plantean todo tipo de temas: la escuela que falta, el escaso presupuesto para sostener una banda municipal, la falta de agua potable en los municipios, la estigmatizaci¨®n que sufren los campesinos, a los que el Ej¨¦rcito se?ala de guerrilleros.
En esta oportunidad no todo se dijo en p¨²blico. Durante los tres d¨ªas que permaneci¨® Uribe en esta ciudad, en reuniones a puerta cerrada se escuch¨® lo que da miedo decir en voz alta: "Le dijimos al presidente que la seguridad no puede ser s¨®lo para el oleoducto [gran parte de la fuerza p¨²blica est¨¢ destinada a evitar atentados], los cuarteles de polic¨ªa, pol¨ªticos y funcionarios oficiales. La prioridad debe ser la comunidad. Que podamos dormir tranquilos, salir de noche; el presidente tom¨® nota", cont¨® uno de los asistentes.
Hubo tambi¨¦n cr¨ªticas para la actuaci¨®n de las autoridades, sobre todo de las fuerzas especiales, con entrenamiento norteamericano. Los power rangers los llaman en las poblaciones donde act¨²an. Entran siempre apuntando con sus fusiles de mira infrarroja, caminan en grupo, espalda con espalda. Desentonan y atemorizan a una poblaci¨®n que en su mayor¨ªa no tiene con qu¨¦ pagar sus necesidades b¨¢sicas. Cuando les reclaman, los comandantes argumentan que es su forma de actuar, que el enemigo as¨ª lo exige. La seguridad en los cascos urbanos, dicen muchos, ha mejorado. El campo sigue abandonado. S¨®lo en Tame, el a?o pasado guerrilla y paras robaron 10.000 cabezas de ganado. En este intercambio de ideas se encontr¨® una soluci¨®n inicial: "soldados a la llanera", a caballo, como antes. El temor es que, como est¨¢n las cosas, no resulte.
"Con este foro se sembraron las bases de la presencia del Estado tras d¨¦cadas de abandono", dijo un comerciante a este peri¨®dico. Muchos se?alan este abandono como el origen de las plagas que azotan hoy a este departamento rico en petr¨®leo: "Nos dejaron solos y tuvimos que aprender a convivir con la guerrilla". El avi¨®n presidencial decol¨® a las ocho de la noche del jueves. A las once, una explosi¨®n despert¨® a la ciudad y la dej¨® a oscuras. Un coche bomba activado cuando se acercaba una patrulla de la polic¨ªa dej¨® dos heridos y varias casas averiadas.
"As¨ª es la violencia", dijo con des¨¢nimo un vecino, un hombre mayor, asomado tras las rejas de una ventana sin vidrio. "Fue por la visita del presidente". Es la maldita l¨®gica de esta guerra absurda: todo lo paga la poblaci¨®n.
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