Responsabilidad
Cunde el p¨¢nico en Madrid. Todos y cada uno de los que componen la llamada clase pol¨ªtica andan repasando sus negocios particulares para ponerlos a cubierto de cualquier posible acusaci¨®n de irregularidad. Conozco a uno que se agenci¨® hace a?os un piso en excelentes condiciones econ¨®micas gracias a la amistad de un familiar con el constructor, y el tipo no pega ojo desde hace tres semanas porque piensa que el asunto puede terminar en los papeles. Eso que dicen de que todos los pol¨ªticos son iguales es una estupidez y, sobre todo, meter en el mismo saco a los honrados y a quienes no lo son constituye una tremenda injusticia. Hay personas que realmente est¨¢n en pol¨ªtica porque quieren mejorar la sociedad en la que viven y trabajan con aut¨¦ntica vocaci¨®n de servicio. Otros en cambio se meten en ella movidos por la er¨®tica del poder, es decir, porque disfrutan con el gustillo que da el mandar e influir sobre la vida de los dem¨¢s. Tambi¨¦n los hay que no valen para otra cosa y se lo montan en plan modus vivendi de relevancia social. Y por ¨²ltimo figuran esos otros que valgan o no valgan se cuelan en un partido con la insana intenci¨®n de forrarse en cuanto tengan la primera oportunidad. ?ste es el cat¨¢logo de motivaciones b¨¢sicas, luego la inmensa mayor¨ªa responde a una mezcla de algunos de esos est¨ªmulos con diferentes intensidades y proporciones.
Les cuento esto porque el tono creciente de la bronca en la Comunidad de Madrid lleva camino de arrastrar por el fango el buen nombre de toda la clase pol¨ªtica sin distinci¨®n de personas ni colores, y eso es nefasto. Con el tiempo la pr¨¢ctica del periodismo desarrolla enormemente el olfato y, de no sufrir una sinusitis interesada que atrofie la pituitaria, terminas oliendo a un chorizo a kil¨®metros de distancia. Desde esa experiencia personal, cr¨¦anme si les digo que a pesar de la imagen tan lamentable que est¨¢n dando unos y otros aqu¨ª en Madrid la mayor¨ªa de los pol¨ªticos son honrados. M¨¢s h¨¢biles o m¨¢s torpes, m¨¢s o menos eficaces pero absolutamente incapaces de llevarse un euro de forma il¨ªcita. La crisis en la Asamblea de Madrid ha desatado una guerra generalizada con fuego cruzado de pu?aladas traperas. El caso m¨¢s sintom¨¢tico es la informaci¨®n publicada contra el vicealcalde de Madrid Manuel Cobo. Que para demostrar su inocencia el se?or Cobo haya tenido que contar p¨²blicamente detalles tan ¨ªntimos de su vida como que no se habla con su padre desde hace m¨¢s de 12 a?os me parece sencillamente ignominioso.
A Manuel Cobo no le faltan defectos que le granjean s¨®lidas enemistades, y desde luego dista mucho de ser la Madre Teresa de Calcuta como casi le ha definido su jefe el alcalde Gallard¨®n. Pero creo conocer lo suficiente al personaje como para tener la absoluta convicci¨®n de que es un tipo honesto que podr¨ªa ganar bastante m¨¢s dinero fuera que dentro de la pol¨ªtica. No se merece por tanto el trato que ha recibido, y mucho menos que se lo dispense alguien de su propio partido como ¨¦l mismo ha denunciado. Y es que ahora las hostilidades lejos de limitarse a los previsibles choques entre partidos rivales se han extendido a los frentes intestinos que suelen ser los m¨¢s sangrientos. Puedo imaginar el gusto que le debe dar a un individuo como Tamayo el comprobar que su felon¨ªa repercute incluso en las batallas de sucesi¨®n a la Moncloa.
Ayer finalmente arranc¨® la comisi¨®n parlamentaria que ha de investigar la trama que rode¨® la traici¨®n de los dos diputados. Su presidente Francisco Granados, uno de los tipos m¨¢s serios y cabales que hay en las filas del PP, es consciente de que el encargo constituye un marr¨®n del que dif¨ªcilmente podr¨¢ salir indemne. Es casi imposible que una investigaci¨®n realizada en ese marco de intereses y presiones pueda sacar algo en claro y, aunque lo consiguieran, los grupos nunca se pondr¨ªan de acuerdo en las conclusiones. Nadie parece caer en la cuenta de que con tanto navajeo el descr¨¦dito pol¨ªtico a todos los niveles es de tal naturaleza que supera en gravedad al conflicto originado por los tr¨¢nsfugas. Mientras se despellejan los problemas de Madrid, los que de verdad afectan a los ciudadanos engordan ajenos al foll¨®n. Urge elevar el tiro y alcanzar cuanto antes un pacto institucional que le devuelva el pulso a la regi¨®n y a los madrile?os la fe en sus pol¨ªticos. La soluci¨®n tiene un nombre, responsabilidad.
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