La cara vasca de Pat Metheny
Pat Metheny es posiblemente el m¨²sico m¨¢s poli¨¦drico del actual panorama jazz¨ªstico. Lo ha demostrado durante estos ¨²ltimos a?os cambiando de cara (musical) con pasmosa facilidad. En el Festival de Jazz de Vitoria, sin ir m¨¢s lejos, se le ha podido ver en contextos de lo m¨¢s diverso y, cuando ya parec¨ªa que hab¨ªa mostrado todos sus potenciales, el guitarrista se sac¨®, cual h¨¢bil prestidigitador, un nuevo as de la manga apabullando al personal al meterse en su propio terreno, la tradici¨®n musical vasca, y bordando una actuaci¨®n para el recuerdo.
Sin lugar a dudas, la presencia de Pat Metheny en el 27? festival alav¨¦s ha quedado grabada a fuego en los anales del certamen, situ¨¢ndose entre esas dos o tres experiencias musicales que los habituales siguen recordando a?o tras a?o. Metheny estuvo impartiendo a lo largo de toda la semana un clinic para guitarristas y ensayando con m¨²sicos peninsulares. La conclusi¨®n de ese trabajo compartido se present¨® en la noche del viernes excitando los ¨¢nimos de un polideportivo abarrotado. Una aut¨¦ntica marat¨®n de casi tres horas y media de duraci¨®n durante las cuales Metehny pas¨® sin soluci¨®n de continuidad del solo absoluto a una exuberante jam con ritmos vascos como base.
A pesar de que las previsiones ya apuntaban a una duraci¨®n notable, la velada tuvo tambi¨¦n su innecesaria primera parte. Se trat¨® del tr¨ªo sueco del pianista Sbj?rn Svensson, que present¨® una m¨²sica excesivamente pretenciosa que se perdi¨® en un marco tan grande como el polideportivo alav¨¦s.
Metheny apareci¨® solo, luciendo una nueva versi¨®n de su hist¨®rica camiseta a rayas y esgrimiendo una guitarra ac¨²stica. Con ese instrumento, afinado m¨¢s bajo de lo habitual, interpret¨® tres temas de gran belleza, sencillos, cercanos al folk y directos al coraz¨®n. Despu¨¦s sac¨® su espectacular h¨ªbrido de guitarra, mandolina y arpa para un cuarto tema m¨¢s simple pero cargado de destellos. El segundo cap¨ªtulo lo comparti¨® con el saxofonista Perico Sambeat, el contrabajista Chris Higgins y el bater¨ªa Marc Miralta. Una hora durante la que pasaron pocas cosas, excesivamente trillada y tediosa, que tambi¨¦n pod¨ªa haberse suprimido de una velada excesivamente larga. Las emociones fuertes llegaron con el nuevo cambio de tercio. Metheny recibi¨® sobre el entarimado al saxofonista y flautista Jorge Pardo, al bajista Carles Benavent y al acordeonista y pianista Gil Goldstein. El universo cambi¨® a su alrededor.
Tras un primer tema eminentemente ac¨²stico, se les uni¨® el bater¨ªa Tino di Geraldo para subir todav¨ªa algunos grados la ya elevada temperatura musical. Un set contundente en que cada m¨²sico pudo expresarse a placer y que concluy¨® con una lectura magn¨ªfica de Song for Bilbao. Una premonici¨®n, ya que inmediatamente el escenario y el coraz¨®n de los asistentes fueron conquistados por la trikitrixa del bilba¨ªno Kepa Junkera, que se llev¨® las aguas a su terreno y consigui¨® que la guitarra del norteamericano se marcase una jota o danzase alegremente a los aires de una txalaparta. La parte final de la velada se abri¨® con el d¨²o Metheny-Junkera, en el que siempre mand¨® el bilba¨ªno para seguir despu¨¦s con el a?adido de Benavent, Di Geraldo, Pardo y la txalaparta de Oreka TK. Apabullante e infeccioso: Mendizorrotza se vino abajo, y con raz¨®n. A la salida, las caras del p¨²blico, que hab¨ªa pasado casi cinco horas en el polideportivo, no mostraban signos de cansancio, irradiaban una compresible y compartida satisfacci¨®n.
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