Pol¨ªgono Sur y Salud
Existe en nuestra ciudad desde hace a?os un Harlem de marginaci¨®n al que nos hemos ido, poco a poco, acomodando. Integrado por barriadas como Las Vegas, Las Tres Mil y otras, se ha ido conformando una zona de nadie en la que incultura, violencia y marginaci¨®n han posibilitado que delincuencia y alegalidad campen por sus respetos.
Desde hace tiempo, servicios municipales como Tussam y Lipassam han dejado de asistirlo, por miedo f¨ªsico de sus trabajadores, que tras reiteradas agresiones se han negado a trabajar en ellos.
Lamentablemente, en vez de forzar las medidas de control y garantizar el libre acceso, se ha optado por el mal menor, dejarlos a su aire. Desde el "ah¨ª se pudran" hasta el "que se maten entre ellos" han sido declaraciones de pr¨®ceres de nuestra capital.
Hoy por hoy, en reconocimiento p¨²blico de la magnitud del problema, las tres administraciones, Gobierno, Junta y Ayuntamiento, est¨¢n buscando un responsable de consenso que a¨²ne el esfuerzo de todas. Pues bien, en ese marco de caos y beligerancia, la Constituci¨®n se sigue cumpliendo al menos en un campo, el de la Salud.
Ese derecho fundamental lo est¨¢n salvaguardando m¨¦dicos y enfermeros del Centro de Salud del que esta zona depende y desde marzo lo vienen haciendo con la ¨²nica ayuda de un malet¨ªn mal provisto, unas recetas escatimadas y, eso s¨ª, m¨¢s valor que El Guerra.
Porque est¨¢n solos, tr¨¢gica y dolorosamente solos. Cuando hasta la Polic¨ªa se echa atr¨¢s, nos parece normal que estos profesionales, por mor de su capacidad de servicio, se adentren en la jungla.
?Qu¨¦ hace el SAS? Este colectivo ha sufrido agresiones f¨ªsicas en m¨¢s de cuatro ocasiones, insultos y amenazas de manera cotidiana, entran y salen del trabajo como turistas japoneses, en grupo y mirando a todos lados. Un d¨ªa tras otro, se les manda a esos barrios sin que su empresa los proteja lo m¨¢s m¨ªnimo. Lo m¨¢s que han conseguido ha sido un guardia privado de seguridad que vigile el interior del centro de trabajo. Qu¨¦ menos que garantizarles su seguridad haciendo que los acompa?e un patrullero.
Hoy por hoy, si un peque?o delincuente de cualquier centro penitenciario dice tener un dolor o haberse lesionado, se moviliza un veh¨ªculo policial y un m¨ªnimo de dos agentes durante la duraci¨®n de la exploraci¨®n y otros dos al menos, si queda en observaci¨®n. No hablemos de las escoltas de personajes p¨²blicos, evitemos caer en comparaciones odiosas. Las miles de personas que viven en la zona, ?no se merecen al menos lo mismo?
Hagamos lo imposible por sensibilizar a los que pueden hacer algo y no lo hacen.
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