Genitales de presidente

Siento desprecio por los personajes c¨ªnicos pero, cuando la dosis de cinismo sobrepasa determinados l¨ªmites, la verdad es que termina por aflorarme cierto punto de admiraci¨®n. Y algo de esto me sucedi¨® con Aznar vi¨¦ndolo actuar en el debate sobre el estado -lamentable estado- de la naci¨®n. S¨ª, termina uno por descubrirse ante un se?or que, en vez de llegar al hemiciclo "acojonado" ante la tremenda dificultad de defenderse de las graves (dej¨¦moslo en graves) pifiadas cometidas a lo largo del a?o, culminadas con la declaraci¨®n de guerra a Irak, arremete lleno de energ¨ªa contra quienes tienen la obligaci¨®n de fiscalizarlo pidi¨¦ndole cuentas -?cu¨¢l si no es el cometido de la oposici¨®n?- y lo hace con aire y lenguaje de Pichi de Las leandras para mayor recochineo.

Es todo un descaro, por no decir una cara. Pero -habr¨¢ que reconocerlo- un descaro de tal entidad que, a m¨ª, al menos, me mueve a la estupefacci¨®n. Hasta el punto de que, despu¨¦s de su actuaci¨®n en el Parlamento, encuentra uno natural que en los m¨ªtines solicite un metro para medirse los genitales (en franca competencia con el conde Lequio) y terminas por comprender que ciertas se?oras del PP elogien p¨²blicamente lo que nuestro presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, debe tener, sin duda, entre sus ingles.

Lo que no comprendo tan bien es por qu¨¦ nuestro buen pueblo espa?ol le sigue votando.