Los caballos, las estrellas

Otro p¨²blico diferente al habitual de festejos de toreo, a pie, en coso, puebla los tendidos, gradas y andanadas de las plazas cada tarde que se anuncia un festejo del arte de rejoneo. Un p¨²blico juvenil, infantil y femenino en su gran mayor¨ªa. Hasta los aficionados puros al arte de a pie suelen ceder gustosos sus boletos a familiares o amigos para tales eventos. Tiene esta concurrencia algo en com¨²n con la habitual. Son aplaudidores sin medida. Pero, ante todo y sobre todo, son fieles. Ni siquiera la pertinaz y fina lluvia conocida en estos pagos como calabobos con la que fueron castigados los pobladores de los tendidos desde el comienzo del espect¨¢culo fue ¨®bice para que ni uno solo de ellos se moviera de su sitio.

Parece ser que la ausencia de la suerte de varas en estos eventos es la causa o circunstancia de tal juvenil y femenina presencia. Aqu¨ª, lo ¨²nico que hiere la sensibilidad de ni?os, j¨®venes, se?oritas y se?oras, es que el caballo tenga un percance. Al caballo, ni tocarlo. El caballo es la estrella. El caballero, con ser importante, pasa a segundo t¨¦rmino. El caballero debe dedicarse a clavar rejones de castigo, banderillas y rejones de muerte. Estas suertes, con ser aplaudidas distan mucho de las que suenan cuando los caballos artistas hacen alguna cabriola, adorno, desplante o ejercicio de doma. Pobre del jinete que se deje prender el caballo. Se le cae el pelo. Tambi¨¦n se dedican los caballeros a jalear los tendidos. No uno, sino todos. Con estos propios de los trapecistas cuando terminan un n¨²mero arriesgado y buscan el aplauso. Ayer no fue la excepci¨®n. Andy Cartagena, en esto, es un fen¨®meno. Conocedor del oficio y del p¨²blico, bail¨® m¨¢s que tore¨®. Atropellado, acelerado y con demasiadas ventajas y triqui?uelas en sus dos actuaciones. Forz¨® en demas¨ªa a sus cabalgaduras. Con el caballo llamado Esfuerzo cosech¨® las m¨¢s fuertes ovaciones.

Pablo Hermoso de Mendoza goza para el p¨²blico de un cach¨¦ superior a los de su escalaf¨®n. Se le tiene mucho respeto. Aunque seg¨²n sus seguidores no es el mismo de anteriores campa?as. La sobriedad, la torer¨ªa y el bien hacer sin demasiados ajustes fue su aportaci¨®n para solventar la papeleta que le presentaron sus dos oponentes. Magn¨ªfico el rej¨®n de muerte que recet¨® a su segundo. A destacar, la exalta doma de los caballos que present¨®.

Jo?o Maura result¨® ser el m¨¢s flojo de la terna o el menos aplaudido. Desconfiado en el primero, tuvo que esperar al cuarto para conseguir, con su caballo Belmonte, dejar pinceladas de la tauromaquia que su gran experiencia atesora. Fue largamente ovacionado.