?Hacia una 'sociedad basura'?
El creciente predominio de los programas y espacios de lo que conocemos como televisi¨®n basura comienza a impregnar al conjunto de nuestra sociedad. No se trata ya simplemente de la generalizaci¨®n progresiva de un lenguaje cada vez m¨¢s zafio, grosero, barriobajero, en muchas ocasiones a medio camino entre lo escatol¨®gico y lo escabroso, casi siempre proferido entre gritos y berridos.
Se trata sobre todo de la pura y simple banalizaci¨®n de cualquier asunto, por muy importante que ¨¦ste pueda ser, ya que incluso los asuntos m¨¢s trascendentales quedan trivializados de inmediato al llegar al p¨²blico mezclados con la trivialidad, sumidos en la escandalosa vor¨¢gine de escupitajos verbales, con las sistem¨¢ticas intromisiones morbosas en las intimidades de individuos que s¨®lo son conocidos por el gran p¨²blico precisamente por su descarada y muy lucrativa propensi¨®n al exhibicionismo m¨¢s obsceno. Se trata tambi¨¦n de la admisi¨®n e incluso del reconocimiento elogioso, como si se tratase de paradigmas o ejemplos ¨¦ticos, de conductas cuando menos amorales, cuando no ya contrarias a cualquier c¨®digo moral de conducta.
La televisi¨®n basura comporta la pura y simple banalizaci¨®n de cualquier asunto
Aunque por s¨ª solo esto deber¨ªa ser ya francamente preocupante, puesto que la basura televisiva se ense?orea de la pr¨¢ctica totalidad de las cadenas privadas e incluso p¨²blicas que en Espa?a emiten en abierto y para todos los p¨²blicos -tal vez TV-3, el 33, BTV y otros canales p¨²blicos catalanes sean las escasas excepciones que confirman la regla del creciente predominio de la basura televisiva-, lo cierto es que resulta a¨²n mucho m¨¢s alarmante observar c¨®mo muchos de estos contenidos televisivos penetran en la sociedad y van impregn¨¢ndola de basura pr¨¢cticamente en todo su conjunto, creando una nueva ideolog¨ªa dominante presidida por la amoralidad y la falta de escr¨²pulos o referentes ¨¦ticos.
Mucho me temo que, como ya ocurri¨® en Italia desde los no muy lejanos tiempos en que Silvio Berlusconi era conocido simplemente como sua emitenza por el creciente poder de sus canales privados de televisi¨®n -los precursores en Europa del actual predominio de la televisi¨®n basura-, tambi¨¦n en nuestro pa¨ªs corremos el grav¨ªsimo riesgo de quedar sometidos al imperio de la basura no s¨®lo en la televisi¨®n, sino en gran parte de nuestra vida colectiva, empezando, claro est¨¢, por la misma pol¨ªtica.
Cuando algunos dirigentes pol¨ªticos muy cualificados, comenzando por el propio presidente del Gobierno y siguiendo tambi¨¦n con otros destacados cargos gubernamentales, manifiestan su preocupaci¨®n ante la cada vez m¨¢s evidente implantaci¨®n de la basura televisiva, es obvio que nos encontramos ante una muestra m¨¢s de hipocres¨ªa o farise¨ªsmo. Porque TVE, diligente brazo armado de la ideolog¨ªa gubernamental, no se anda precisamente con chiquitas en el cultivo de la televisi¨®n basura, y porque muy a menudo el lenguaje del propio presidente del Gobierno y tambi¨¦n el de algunos de sus ministros no anda muy lejos del que utilizan casi siempre los participantes en los diversos aquelarres de la zafiedad televisiva. ?Qu¨¦ diferencia hay entre la aznariana alusi¨®n al volumen de sus atributos viriles con la zafiedad del lenguaje de Pocholo, Dinio, Yola Berrocal o cualquier otro sujeto de su mismo jaez?
M¨¢s all¨¢ a¨²n, ?c¨®mo explicar el recurso desvergonzado e imp¨²dico a la mentira en el lenguaje pol¨ªtico p¨²blico si no es porque de alg¨²n modo la televisi¨®n basura ha institucionalizado el uso de la mentira como una pr¨¢ctica siempre leg¨ªtima en una discusi¨®n? A rebufo de las falsedades dichas por George W. Bush y Tony Blair sobre las causas de la guerra contra Irak, las mentiras de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar sobre la misma o cualquier otra cuesti¨®n dejan ya de causar esc¨¢ndalo en una masa social que asiste imp¨¢vida al sistem¨¢tico recurso a la mentira por parte de los protagonistas de la basura que llena a diario sus peque?as pantallas hogare?as. ?Qu¨¦ importan ahora unas pocas mentiras m¨¢s, cuando el d¨ªa entero nos inundan con todo tipo de mentiras, aunque estas mentiras oficiales sirvan de excusa para justificar nada m¨¢s y nada menos que toda una guerra?
La p¨¦rdida de valores y referentes morales ejemplarizada en el agobiante predominio de la televisi¨®n basura es uno de los exponentes m¨¢s claros de una muy grave crisis de civilizaci¨®n. La sociedad medi¨¢tica ha dado paso a la sociedad espect¨¢culo, donde la ¨²nica norma imperante parece ser la ley del mercado, y por tanto la dictadura de las audiencias y las encuestas. Todo esto nos est¨¢ llevando a la sociedad basura, sin ninguna clase de valores ni referentes morales o ¨¦ticos, en la que absolutamente todo est¨¢ permitido si conduce al ¨¦xito. De ah¨ª a la pol¨ªtica entendida como una batalla en la que todo vale no hay diferencia alguna. Y el todo vale, aunque nos llegue revestido con los ropajes formales de la democracia, en realidad no es m¨¢s que una forma encubierta de populismo del peor estilo, a la manera del que aqu¨ª ya padecimos con Franco, que jam¨¢s hubiese admitido que su r¨¦gimen pol¨ªtico era simplemente una dictadura fascista.
Cuando en los medios de comunicaci¨®n se cuestiona y critica globalmente a los pol¨ªticos, cuando en los mismos medios de comunicaci¨®n se llega a impugnar la esencia misma de la pol¨ªtica, muy a menudo se olvida la responsabilidad que muchos de los medios de comunicaci¨®n tienen en la creciente degradaci¨®n del sistema de referentes y valores morales que rigen nuestra sociedad. Si todo vale para conseguir hacerse con la audiencia, ?vale tambi¨¦n para conseguir los votos necesarios para gobernar?
Jordi Garc¨ªa-Soler es periodista.
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