La cuesti¨®n social
Puede que en los tiempos que corren, en que parece que el s¨¢lvese quien pueda es la ley, suene a reaccionario que alguien quiera volver a la cuesti¨®n social. Lo hago. Y no creo que tenga que pedir perd¨®n. Al contrario: estoy convencido de que los a?os del desprecio por las pol¨ªticas p¨²blicas de bienestar se est¨¢n terminando. Seg¨²n un informe de los profesores Vicen? Navarro y ?gueda Quiroga, presentado ayer en los cursos del Consorcio Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo (CUIMP), el gasto en protecci¨®n social de Catalu?a, medido como porcentaje del PIB, es el 17,5%, menor que el de Espa?a (19,9%) y muy inferior al promedio de la Uni¨®n Europea antes de la ampliaci¨®n (27,6%). Este gasto ha disminuido sensiblemente durante los noventa, pasando del 18,8% del PIB en 1991 al 17,5% en 1999, mientras que el promedio de la UE en este periodo pas¨® de 26,5% a 27,6%. Catalu?a tiene el gasto social per c¨¢pita m¨¢s bajo de la UE, despu¨¦s de Grecia, Espa?a, Irlanda y Portugal.
Son ¨¦stos algunos de los datos de un informe que relativiza el triunfalismo existente tanto en Espa?a como en Catalu?a. Incluso en un sector como la sanidad, cuyo car¨¢cter mod¨¦lico se?ala a menudo la Administraci¨®n catalana, la diferencia en unidades de compra entre Catalu?a y Europa ha aumentado considerablemente desde 1993. Es decir, la convergencia social con Europa es un mito. La frialdad de las cifras no deber¨ªa hacer perder el significado de las cosas. El grado de desarrollo del Estado de bienestar tiene que ver con la vida cotidiana de las personas, con sus expectativas y frustraciones, con la confortabilidad de su existencia. Y nos conduce a los denostados conceptos de responsabilidad y bien com¨²n.
Ante los datos del informe citado, uno se pregunta: ?por qu¨¦ se habla tan poco de este tema en la larga campa?a electoral en que los pol¨ªticos est¨¢n metidos? Parecer¨ªa razonable que, por lo menos la izquierda, en inter¨¦s de los ciudadanos y en el propio, centrara su cr¨ªtica y su acci¨®n pol¨ªtica en esta cuesti¨®n. No es evidente que lo haga. La izquierda vive bajo cierto s¨ªndrome de Estocolmo, tiene miedo de que, si insiste demasiado en las cuestiones sociales, la derecha, conforme al catecismo dominante, la estigmatice como antigua.
La campa?a est¨¢ dominada por la eterna canci¨®n de lo identitario. Los principales intercambios verbales, acusaciones e incluso insultos han tenido que ver con esta m¨²sica. Y todo parece indicar que seguir¨¢n bailando a su ritmo durante este largo verano de ruidos propagand¨ªsticos. Unos porque piensan que les beneficia (CiU, Esquerra y, por raz¨®n de simetr¨ªa, o sea, por la l¨®gica de que todo nacionalismo alimenta a su contrario, el PP), otros porque creen que tienen obligaci¨®n de demostrar que cantan la canci¨®n igual o mejor que sus adversarios, todos garantizan que la cacofon¨ªa identitaria no pare. La cuesti¨®n social queda en la periferia de la campa?a.
Los responsables pol¨ªticos argumentar¨¢n que precisamente para poder mejorar los niveles de Estado de bienestar es necesario aumentar la capacidad de autogobierno. Es un argumento que, aunque en parte sea cierto, es claramente insuficiente. Se puede entender que la coalici¨®n que gobierna (CiU) se defienda de este modo, pero los partidos de la oposici¨®n no pueden caer en la trampa, salvo que teman que si presionan para un mayor gasto social acabe repercutiendo contra ellos si un d¨ªa gobiernan. El nivel de competencias de la Generalitat es muy alto. Ya no cabe eludir las responsabilidades. Al mismo tiempo, es el Gobierno catal¨¢n el que durante estos a?os ha sido aliado de sucesivos gobiernos en Madrid. A ¨¦l corresponde dar explicaciones por partida doble: por lo que no ha hecho y por lo que no ha obtenido.
Se pueden encontrar atenuantes. Uno de ellos es el que apunta a los or¨ªgenes: del franquismo se hered¨® un Estado de bienestar muy d¨¦bil y completamente insuficiente. Se ha tenido que recorrer un camino en el que los dem¨¢s pa¨ªses europeos nos llevaban 30 a?os de ventaja. Es cierto. Pero han pasado casi otros 30 a?os. Y seguimos por detr¨¢s. Otro argumento es que Catalu?a ha crecido m¨¢s que la media de Europa y que esto puede hacer que el porcentaje del gasto social en el PIB sea menor. Pero el informe explica que el crecimiento social per c¨¢pita ha sido inferior al europeo y, por tanto, el gasto diferencial entre Catalu?a y Europa ha aumentado. Conclusi¨®n: no hay raz¨®n alguna para el triunfalismo y s¨ª, en cambio, mucho terreno por andar.
Da la impresi¨®n de que buena parte de la ciudadan¨ªa no tiene conciencia clara de los d¨¦ficit del Estado de bienestar catal¨¢n. Por razones diversas: porque se viene de una situaci¨®n mucho peor; porque las clases medias y altas resuelven parte de sus problemas mediante el mutualismo y la ense?anza privada, lo cual crea cierta nube acerca de los servicios que se reciben; porque esta inscrita en la conciencia colectiva la idea de que nuestra situaci¨®n es casi en todo mejor que la del resto de Espa?a, aunque los datos lo contradigan. En cualquier caso, se confirma que Catalu?a es un pa¨ªs gobernado desde la cultura de las clases medias y ello repercute en la percepci¨®n de los hechos que tienen tanto los gobernantes como la oposici¨®n. Muchos de ellos tambi¨¦n son mutualistas y llevan sus hijos a la escuela privada. Todo ello configura una determinada percepci¨®n, decisiva a la hora de configurar las agendas electorales.
Pero los datos est¨¢n ah¨ª. Y confirman que, adem¨¢s de sacar el florete para dirimir qui¨¦n es m¨¢s nacionalista, hay muchos temas que afectan a muchos ciudadanos: sanidad; familia; vivienda; exclusi¨®n social; prestaciones por viudedad, por invalidez, por vejez o por desempleo; servicios de ayudas familiares, etc¨¦tera, que merecen una atenci¨®n prioritaria porque son determinantes para saber qu¨¦ pa¨ªs queremos ser. Los pa¨ªses son lo que son los ciudadanos. Han sido a?os de presi¨®n ideol¨®gica contra el Estado de bienestar. Y sin embargo, ello no ha impedido que el peso de ¨¦ste creciera en el PIB europeo mientras que en el catal¨¢n decrec¨ªa. Si, como ha dicho muchas veces el presidente Pujol, la cohesi¨®n social es decisiva para el futuro de Catalu?a, ¨¦ste debe ser el debate central de campa?a. A la oposici¨®n corresponde ponerlo en cartel, superando cuantas barreras pol¨ªticas o medi¨¢ticas se interpongan por el camino.
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