Ra¨²l Rivero, el condenado por confiado
Ra¨²l Rivero es el primer poeta cubano vivo. O casi vivo porque ahora ha sido encerrado en una c¨¢rcel condenado a 20 a?os de prisi¨®n. Cuando salga de la c¨¢rcel, si es que sale vivo, ser¨¢ un anciano. ?Su crimen? Haber sido demasiado confiado en la precaria protecci¨®n que puede brindar la poes¨ªa en un r¨¦gimen totalitario. Casi como Padilla pero menos conocido, Ra¨²l Rivero es un poeta considerable que ha usado la poes¨ªa como un arma de precisi¨®n. Nacido en 1945 en Mor¨®n, Camaguey, Cuba, Ra¨²l Rivero (su nombre obliga a una inolvidable aliteraci¨®n) no s¨®lo es un poeta sino tambi¨¦n un periodista y un narrador considerable. Su ¨²ltimo libro, Sin pan y sin palabras, publicado cuando ya estaba en la c¨¢rcel, lo muestra como un prosista de notable originalidad, capaz de inventar una forma de narraci¨®n a caballo entre la ficci¨®n y la vi?eta de denuncia.
Su condena fue anunciada, lenta y truculenta, por el canciller cubano llamado Felipe P¨¦rez alias Roque, que se encastilla y se enroca en los leguleyismos m¨¢s burdos. Explicando el proceso contra Rivero dice: "Los procesos penales se instituyeron con car¨¢cter sumario en virtud de la ley n¨²mero 5 de 1977". Es decir una fabricaci¨®n castrista. Pero, contin¨²a P¨¦rez, "aqu¨ª quiero hacer una acotaci¨®n", para mostrar que sabe lo que es una acotaci¨®n: "El juicio sumario es una instituci¨®n que no es, ni mucho menos, una creaci¨®n de Cuba, y, mucho menos, s¨®lo empleada en Cuba".
Pero no dice que el juicio sumario contra Ra¨²l Rivero es una condena cubana actual.
Dicen "las conclusiones provisionales" acusatorias del fiscal: "Delito: actos contra la independencia o la integridad territorial [el subrayado es de GCI] del Estado. Al tener por acusados a Severino Gonz¨¢lez Alfonso y a Ra¨²l Ram¨®n Rivero, "asegurados con la medida cautelar de prisi¨®n provisional". ("Asegurado" quiere decir aqu¨ª puesto preso). En las conclusiones provisionales prosigue el fiscal "que el Gobierno de los Estados Unidos, a trav¨¦s de su Secci¨®n de Intereses en Cuba, con el papel protag¨®nico de James Cason, jefe de la representaci¨®n diplom¨¢tica en La Habana, con el objetivo de destruir la Revoluci¨®n cubana, ha priorizado la subversi¨®n interna". ?C¨®mo lo ha hecho? "Para la consecuci¨®n de sus prop¨®sitos conspirativos", sigue el fiscal, "han procurado la actuaci¨®n de ap¨¢tridas... que realizan actividades subversivas encaminadas a afectar la independencia e integridad territorial cubana (sic)". ?Y c¨®mo pudieron llevar a cabo tan magna tarea? "... a partir de la d¨¦cada de los noventa hasta la fecha", seg¨²n el probo fiscal, "adoptaron la fachada de autotitularse periodistas independientes para desacreditar el sistema de gobierno cubano". Ahora el fiscal singulariza a Ra¨²l: "Por su parte, desde el a?o 1992 el acusado Ra¨²l Ram¨®n Rivero Casta?eda", agregando nombres segundos y apellidos terceros al simple nombre de Ra¨²l, "se autotitul¨® periodista independiente". (De hecho, Ra¨²l fue titulado periodista por la Escuela de Periodismo de la Universidad de La Habana). Prosigue la trama: "Es as¨ª como, habiendo recibido promesas de ayudas econ¨®micas por parte de funcionarios, diplom¨¢ticos y otras personas residentes en el exterior", ya Ra¨²l es no solamente un agente de los americanos sino tambi¨¦n de diplom¨¢ticos y otras personas que no s¨¦ nombrar. "Cre¨® ilegalmente en 1995 un grupo contrarrevolucionario con prop¨®sitos subversivos, que autodenominaron `Cuba Press?, cuyo cabecilla es el acusado..." ?Cu¨¢les eran estos "prop¨®sitos subversivos"? "... difundir falsas noticias para satisfacer los intereses de sus patrocinadores del Gobierno norteamericano". Adem¨¢s, los "acusados propiciaron el surgimiento de una revista subversiva que titularon De Cuba, para suministrar informaciones falsas y facilitar las agresiones norteamericanas al sistema social cubano". Hasta ahora las "actividades subversivas" de Ra¨²l Rivero consist¨ªan en fundar una agencia de noticias y una revista, todo hecho a cara descubierta y a la luz del d¨ªa.
Hay evidencias materiales que el fiscal no deja de enumerar. "En el registro domiciliario... se le ocup¨®, entre otros art¨ªculos, una radio marca Sony, una grabadora, una computadora personal laptop marca Samsung, con todos sus aditamentos, un adaptador de c¨¢mara de v¨ªdeo 8, varios casetes de audio y de v¨ªdeo conteniendo informaci¨®n destinada a subvertir el sistema econ¨®mico, pol¨ªtico y social cubano, cinco libros titulados Ojo Pinta, de la autor¨ªa de Ra¨²l Rivero, 18 sobres conteniendo art¨ªculos period¨ªsticos, recortes de art¨ªculos de prensa independiente pertenecientes a Ra¨²l Rivero, tres files conteniendo documentos de la llamada prensa independiente, entre otros materiales de car¨¢cter subversivo". El fiscal no dice algunas cosas pertinentes, como la allanaci¨®n de la casa de Ra¨²l a las cinco de la ma?ana con despliegues de fuerzas p¨²blicas, un registro que llev¨® a los agentes de Seguridad del Estado a registrar hasta la habitaci¨®n de la madre de Ra¨²l, a quien el fiscal llama "desocupado, sin antecedentes penales, pero de p¨¦sima conducta por frecuentar la compa?¨ªa de antisociales con quienes intercambia mutua influencia negativa (sic), se manifiesta groseramente del proceso revolucionario, desobedece las advertencias oficiales que se le han hecho, es provocador e irrespetuoso de las normas de convivencia social", etc¨¦tera.
Nunca los polic¨ªas pol¨ªticos encontraron en su casa una pistola, una metralleta, bombas, granadas de mano... Es decir, la parafernalia usual con que se rodea un agente subversivo. Ni siquiera un aparato transmisor de onda corta con que divulgar sus mensajes al enemigo. Este "provocador irrespetuoso de las normas" sociales, descripci¨®n que parece pertenecer m¨¢s bien a la cr¨®nica de costumbres, es un "agente subversivo" tan evidente que los polic¨ªas pol¨ªticos no tienen dificultad para requisar sus instrumentos de trabajo a los que el fiscal, siempre fascinado por las marcas registradas, ofrece sus nombres comerciales. En cuanto al libro Ojo Pinta, que figura prominente entre las pruebas acusatorias, hay que decir que es un largo ensayo de Ra¨²l sobre la joven pintura cubana. Ra¨²l es un hombre con opiniones est¨¦ticas y por tanto muy peligroso para la l¨ªnea oficial en materia de artes pl¨¢sticas.
Ahora, el fiscal dispuso a los testigos. Dos de ellos eran ellas: dos vecinas de Ra¨²l que depusieron sus testimonios como si fueran chismes de comadres. Una hab¨ªa visto entrar y salir gente de la casa de Ra¨²l para hacer "reuniones subversivas". Otra vecina "ratifica lo expuesto por anteriores testigos". Otro vecino declara que "Rivero Casta?eda (Ra¨²l) se comunica con la emisora Radio Mart¨ª para transmitir informaciones falsas". Es obvio que Ra¨²lhac¨ªa estas transmisiones a puertas abiertas o el testigo era un fisg¨®n ¨ªntimo.
Durante el juicio, algunos de los acusados como c¨®mplices de Ra¨²l Rivero melodram¨¢ticamente se descubren como agentes de la Seguridad del Estado. Todos acusan a Ra¨²l Rivero de cr¨ªmenes tan terribles como publicar en el diario Nuevo Herald de Miami. Preguntado por qu¨¦ publicaba en "el peri¨®dico contrarrevolucionario", Ra¨²l responde: "Si me dejaran publicar en el Granma", la gaceta oficial en forma de peri¨®dico, "no habr¨ªa colaborado en el Herald". Muchos de los testigos no son s¨®lo agentes dobles sino agentes provocadores que montan una acusaci¨®n en la que al final Ra¨²l Rivero es condenado a 20 a?os de prisi¨®n. Si el fiscal y los agentes de Seguridad del Estado fueran mejores lectores no habr¨ªan tenido que montar un juicio con testigos falsos, sino que se habr¨ªan enterado de la verdadera importancia de Ra¨²l Rivero, como poeta libre y autor de cuentos y vi?etas que conforman una sutil actividad contraria al Estado, a su jefe Fidel Castro y a sus mi?ones. En uno de sus poemas declara que "los cubanos somos hiperb¨®licos: y a los hombres que no tienen moral/ los acusamos de tenerla doble". A muchos de ellos en torno suyo podr¨ªa haberlos acusado de ser agentes dobles. Pero en sus cuentos y vi?etas en los que, sutilmente, se le puede leer como enemigo del castrismo por personajes interpuestos. En una de sus vi?etas, Bienvenido Mr. Yandy, celebra el nacimiento de un beb¨¦ al que le ponen un nombre inventado, Yandy, y la familia "est¨¢ feliz porque ¨¦l vino y grita fuerte y no qued¨® dentro del 8,2% de los ni?os que est¨¢n bajos de peso al nacer en La Habana". Para terminar: "Todos est¨¢n contentos de que Yandy est¨¦ entre nosotros. Es una pena que ¨¦l mismo, por ahora, no pueda decir nada". La inferencia, como dir¨ªa el fiscal, es clara: los infantes no hablan -pero habla por ellos el autor-.
En Ahora somos muchos es un homosexual el que habla y confiesa haber estado preso -y haber hecho el amor con uno de los guardianes del campo de concentraci¨®n-. "Recuerdo que en el combinado varios guardias se enamoraron de m¨ª y me acosaban. Mis romances, parad¨®jicamente, m¨¢s afectivos han sido precisamente con polic¨ªas". En algunas de las vi?etas ilustra ese verbo tan auxiliar hoy en Cuba: resolver. O hay la vuelta de tuerca contrarrevolucionaria. En Tenencia legal de alma, Edulvino Valdez, "unos minutos despu¨¦s de las cinco de la tarde del 16 de diciembre decidi¨® matar a su mujer". No fue un crimen pasional, y para matarla "fue a la m¨ªnima cocina, cogi¨® el cuchillo (reducido por el periodo especial al lujo de las especias)" y va a matar a su mujer, pero apenas lo consigue. Valdez ten¨ªa una vida doble: "Hasta el d¨ªa 16 de diciembre de 1996" era "el principal inspirador de un grupo pol¨ªtico de oposici¨®n". Ahora est¨¢ en manos de la polic¨ªa, que le informa: "Bueno, Edulvino, mira por donde, te cogimos, se acab¨® el Panchito G¨®mez Toro y tus derechos humanos. Vas mansito para la prisi¨®n. Tu mujer no te acusa, pero te acusamos nosotros. As¨ª es que tranquilito con tus amigos periodistas, tus compa?eritos gusanos no pueden hacer nada, ni formar esc¨¢ndalo. Esto es un delito com¨²n". Otra que resuelve es Mar¨ªa Eugenia, "una negra esbelta de 35 a?os, divorciada de un economista, una hija de ocho a?os". Pero Mar¨ªa Eugenia no se vuelve a casar ni "se echa un mar¨ªo", sino que convierte su casa en un garito clandestino. All¨ª se juega p¨®ker al duro y sus jugadores son acomodados, alimentados y cuidados por ella -y as¨ª resuelve con holgura-. La vi?eta tiene un t¨ªtulo que es una parodia como homenaje al famoso Fuera del juego, libro encausado, de Heberto Padilla: Dentro del juego. En Tenencia ilegal del alma, Ra¨²l Rivero juega con su funesto futuro diciendo as¨ª: "Si un poeta se convierte de pronto en un hombre peligroso para las autoridades del pa¨ªs donde naci¨® no hay que mandarlo a la c¨¢rcel", como efectivamente le ocurri¨® a nuestro poeta. Para terminar el comienzo de su vi?eta, Ra¨²l propone: "Un gobierno sensato cambiar¨ªa su C¨®digo Penal". Como sabemos, no ocurre as¨ª en la Cuba de Castro, un insensato may¨²sculo -con grandes dotes de presciencia-. Termina ahora Ra¨²l su vi?eta: "Nadie me hace sentir como un criminal, un agente enemigo ni como un ap¨¢trida, ni como ninguna de esas necedades que el gobierno usa para degradar y humillar. Soy s¨®lo un hombre que escribe". Ese hombre que escribe, Ra¨²l Rivero, ha sido condenado a 20 a?os de c¨¢rcel precisamente. Cuando salga, por haber tenido "buena conducta", tendr¨¢ 77 a?os.
No conozco personalmente a Ra¨²l Rivero, pero lo conoc¨ª de viva voz por tel¨¦fono varias veces. Ocurri¨® en un programa de radio libre que dirig¨ªa Nancy P¨¦rez Crespo. Ella hizo la conexi¨®n -que a veces no s¨®lo era doble sino triple-. En una ocasi¨®n conect¨® a Ra¨²l y a una valiente directora de una de las "bibliotecas independientes". Ra¨²l hablaba con soltura y precisi¨®n, y conversamos de todo lo divino y lo humano que es tambi¨¦n lo culpable en la Cuba castrista. La voz de Ra¨²l era como su humor: aguda y penetrante. Tuvimos varias sabrosas conversaciones que nunca tocaron directamente a la pol¨ªtica, a su pol¨ªtica. Yo, tengo que confesarlo, tem¨ªa por su libertad y, por qu¨¦ no decirlo, por su vida. Ra¨²l parec¨ªa no tenerle miedo a nada y era un hombre libre, por lo menos mientras charlaba con soltura y sin aprensiones. Cometi¨® un error que la polic¨ªa pol¨ªtica cubana hizo imperdonable. Pero parec¨ªa no tenerle miedo a nada, mucho menos a la polic¨ªa pol¨ªtica, esos segurosos (as¨ª le llama el pueblo cubano a los agentes de Seguridad del Estado), pero era obvio -lo era para m¨ª y presum¨ªa que tambi¨¦n lo era para Ra¨²l- que escuchaban nuestras conversaciones, ya que todas las comunicaciones por tel¨¦fono de larga distancia est¨¢n interceptadas en Cuba. Pero Ra¨²l Rivero era un hombre confiado, tal vez demasiado confiado, al que no pod¨ªa pasarle nada. ?sa fue la impresi¨®n que llegu¨¦ a tener. Hab¨ªa olvidado el caso Padilla. Heberto, aun con sus poemas prohibidos, acusado de ser enemigo del r¨¦gimen y por tanto bajo vigilancia, se paseaba por La Habana fumando puros y haciendo chistes cada vez m¨¢s atrevidos pol¨ªticamente hablando. Ra¨²l adem¨¢s recordaba a Padilla en la forma entre ir¨®nica y acusatoria de sus poemas. Tambi¨¦n ¨¦l como Padilla era un poeta al que le hab¨ªan pedido que diera todo al gobierno de turno (o de un solo turno, el de Fidel Castro), pero segu¨ªa escribiendo sus poemas y sus vi?etas en prosa y hablando con todo el que quisiera o¨ªrlo, como era yo ahora.
Fue as¨ª que no me sorprendi¨® que fuera detenido, pero pens¨¦ que su prisi¨®n ser¨ªa tan breve como una advertencia. Nunca pens¨¦ que por hablar (a pesar de "ser aconsejado que no lo hiciera", como dijo el fiscal) iba a ser acusado de todos los cr¨ªmenes contra el Estado. Es obvio que Fidel Castro quiere con la prisi¨®n de Ra¨²l hacer un escarmiento: que no haya m¨¢s poetas que siguieran el peligroso camino que recorri¨® Heberto Padilla, hasta un d¨ªa. Ese d¨ªa ha ocurrido y la valiente mujer de Ra¨²l Rivero lo ha visto con sus ojos. Ra¨²l Rivero est¨¢ preso en una de las c¨¢rceles m¨¢s aborrecibles del sistema carcelario de Fidel Castro que se extiende por toda la isla. Nuestras conversaciones, como le dijeron, le han costado caras. A ¨¦l, no a m¨ª, que escribo estas l¨ªneas para dar a conocer la verdad que conozco y que puedo decir con entera libertad. Pero para Ra¨²l (o como se cansaba de repetir el fiscal Ra¨²l Ram¨®n Rivero Casta?eda) significa compartir el destino terrible de tantos cubanos que no son poetas, que no son escritores, que no tienen quien hable por ellos a su favor porque son los prisioneros an¨®nimos y desconocidos.
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