Bajo el sol de Com¨ªn
En un d¨ªa como hoy mor¨ªa hace 23 a?os Alfonso Com¨ªn, pensador y pol¨ªtico que durante la lucha antifranquista hizo ejemplar su actitud de ser por las mismas razones comunista dem¨®crata y cristiano fiel a su fe y a su amor, pr¨¢ctico y universal, a las v¨ªctimas de un sistema econ¨®mico inhumano. Tuve el privilegio de acompa?arle en el proceso de concienciaci¨®n que nos llev¨® a ambos a cortar, muy j¨®venes, los lazos que de buena fe nos un¨ªan, por v¨ªa familiar, a los vencedores de la guerra civil y a trenzar otros nuevos, sinceros y convencidos, con los perdedores de entonces y los perseguidos y ajusticiados por un r¨¦gimen dictatorial que se apoy¨® en la clase dominante, en la Iglesia jer¨¢rquica y, como siempre, en Estados Unidos. Desde su muerte he escrito mucho sobre ¨¦l, pero en esta ocasi¨®n el sol de su memoria me ilumina como pocas veces, pues el estado social y pol¨ªtico espa?ol y del mundo entero ha llegado a tal punto de indigencia moral que obliga a movilizar nuestra energ¨ªa intelectual contra sus responsables. Hoy no tengo mejor regalo energ¨¦tico que ese sol lejano y querido que siempre me alumbra el pensamiento y se hace de alg¨²n modo valedor del mismo porque sigue siendo el que compartimos en a?os combativos por una sociedad sin clases, un mundo justo, solidario y pac¨ªfico, y una democracia nacional plena.
Coincide este escrito de aniversario, al final de un curso pol¨ªtico gravemente agitado, con el cuarto de siglo de nuestra Constituci¨®n, esa que pretenden conmemorar, pero no dignificar, los a¨²n gobernantes. Y coincide asimismo con el cenit, por ahora, de una conspiraci¨®n, auspiciada desde la Casa Blanca, para imponer la ley de la fuerza sobre el derecho, del dinero sobre la vida, de las mafias econ¨®mico-pol¨ªticas sobre la democracia. ?C¨®mo no han de rebelarse y tocar a rebato los que han dedicado todos sus esfuerzos a combatir en favor de los derechos humanos, la dignidad de las personas y los pueblos, y las reglas justas de una convivencia que preserve unos y otra? En estos dos a?os de retorno a la opini¨®n p¨²blica y publicada, no he dejado de denunciar cuanto he cre¨ªdo honestamente que violaba los principios citados. Lo he hecho siempre de la mano de Com¨ªn. Su pensamiento es la aplicaci¨®n pr¨¢ctica de unos valores que el cristianismo hizo revolucionariamente humanos y ecum¨¦nicos y a los que el marxismo humanista, no dogm¨¢tico y enemigo de toda tiran¨ªa econ¨®mica o pol¨ªtica aport¨® el an¨¢lisis m¨¢s profundo y certero del sistema de "pensamiento ¨²nico" capitalista a la hora de denunciar el origen ¨²ltimo de conspiraciones como la que vengoo acusando en la prensa desde que volv¨ª a ella.
Cuando se me critica con cierta sorna el uso de un lenguaje pasado de moda (capitalismo, lucha de clases, derechas e izquierdas, etc¨¦tera) debo recordar que ese uso era corriente cuando luch¨¢bamos por la democracia hace 25 a?os. La izquierda parec¨ªa convencida de algo que m¨¢s tarde, poco a poco, se fue olvidando en nombre del realismo, de un posibilismo asaz prudente y de una final entrega descarada a los valores del sistema que se dec¨ªa combatir. Para m¨ª es todo un s¨ªmbolo que Alfonso Com¨ªn muriera al inicio de ese lento pero claro abandono de unos ideales nada ut¨®picos, pues figuraban en los programas electorales de quienes prometieron acabar, en paz, justicia y libertad, con la secular dominaci¨®n conservadora y reaccionaria de la que el franquismo era tan s¨®lo la faz m¨¢s represiva y siniestra. Con todo, la Constituci¨®n de 1978 fue una admirable apuesta colectiva por unas reglas de juego democr¨¢tico que permitieran la transformaci¨®n esperada. La derecha ex franquista tuvo que aceptar el veredicto popular y la exigencia de cambio. Pero hab¨ªa que consolidar el propio terreno de juego para no volver a otra guerra civil. Hab¨ªa que fortalecer la democracia y el Estado de derecho. Los socialistas hicieron ambas cosas,pero su gran pecado fue caer en la trampa que el sistema tiende a todo reformismo que pierde de vista la finalidad de su proyecto. La derecha volvi¨® por sus fueros porque se le dej¨® v¨ªa libre. El absentismo de un electorado de izquierdas decepcionado en su purismo exigente, pero indolente en el empuje debido, abri¨® las puertas a un neofranquismo disfrazado de democratismo barato y en los ¨²ltimos a?os nos est¨¢ haciendo retroceder, con alta impunidad, a cuando no ten¨ªamos Constituci¨®n.
Los que, al igual que Com¨ªn, sacrificamos a menudo la convicci¨®n en aras de la responsabilidad no ped¨ªamos ayer ni pedimos hoy como posible inmediato m¨¢s que una democracia aut¨¦ntica como instrumento de esa revoluci¨®n humanista que gu¨ªa el esp¨ªritu de Porto Alegre, pero que ante todo es el m¨ªnimo derecho de un pueblo de ciudadanos y no de siervos. Si se permite un retorno encubierto a la dictadura (del Gobierno y del poder econ¨®mico por ¨¦l creado o protegido), el fr¨ªo inter¨¦s ego¨ªsta de unos cuantos seguir¨¢ prevaleciendo sobre el com¨²n de una gente convenientemente manipulada por la propaganda sectaria y embustera y por la estupidizaci¨®n sistem¨¢tica.
?Qu¨¦ nos dir¨ªa Com¨ªn ante ese grav¨ªsimo avance de los antidem¨®cratas disfrazados? Me atrevo a creer que no me enga?a mi conciencia cominista al se?alarme una ¨²ltima reflexi¨®n, a la que invita el silencio estival. Todo ciudadano consciente y dem¨®crata sincero debiera recordar las palabras de Ortega y Gasset, precursoras de la democracia tras la primera dictadura: "Espa?oles, vuestro Estado no existe. ?Reconstruidlo!". Es urgente reconstruir la democracia en nuestro Estado, y para eso es preciso un cambio de mayor¨ªa parlamentaria y del poder judicial, hoy meros agentes de un Gobierno que impone la ley de su provecho a costa de m¨²ltiples colectivos ciudadanos; que mantiene vivo y agravado el tr¨¢gico conflicto vasco; que monopoliza la Constituci¨®n de todos; que trata con insultos, desprecio y tretas ruines a la oposici¨®n y al partido mayoritario en las ¨²ltimas elecciones municipales; que no admite responsabilidades ni investigaciones de sus actos m¨¢s claramente opacos; que ha creado un poder econ¨®mico antisocial para su servicio, y que sigue mintiendo, como han mentido Bush y Blair, para justificar una guerra ilegal de destrucci¨®n y ocupaci¨®n armada, a la que se env¨ªan ahora espa?oles que pueden matar y morir. Ese cambio no tiene otro protagonista posible que Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero y su partido socialista, unidos al resto de la oposici¨®n. S¨®lo impedir¨¢n el cambio los intereses partidistas y, sobre todo, la abstenci¨®n de unos electores detenidos en una visi¨®n superficial y fr¨ªvola de la pugna actual entre el PP y el PSOE, que a¨²n se permitan equipararlos en lo bueno y en lo malo y que, al hacerlo, demuestren no haber entendido lo que de verdad est¨¢ en juego en nuestro pa¨ªs. No le pido a mi fraterno Alfonso Com¨ªn que bendiga todas mi palabras desde su sol iluminador; s¨®lo que las acepte cuando intento serle fiel, m¨¢s a¨²n que en el pensamiento, en la actitud.
J. A. Gonz¨¢lez Casanova es profesor de Derecho Constitucional de la UB
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