Del pollo a las barritas
"Ocho kilos de carne, cuatro de pescado, 15 de pan...". El 27 de Junio de 1957, Marca describe a grandes rasgos la pantagru¨¦lica dieta de un ciclista en el Tour de aquellos a?os. Aquella edici¨®n tuvo 4.665 kil¨®metros y 22 etapas, la gan¨® Anquetil, y particip¨® un potente equipo espa?ol, con Bahamontes y Loro?o a la cabeza. La cantidad total de calor¨ªas, kilocalor¨ªas (Kcal.), m¨¢s correctamente,consumidas a diario, m¨¢s de 6.000, era m¨¢s que suficiente para reponer el gasto energ¨¦tico de los ciclistas. Pero estaba mal repartida: la proporci¨®n de hidratos, grasas y prote¨ªnas era del 48%, 37%, y 15%, respectivamente. Es decir, que sobraban grasas y faltaban hidratos de carbono. En cambio, en los ¨²ltimos a?os, la dieta del ciclista s¨ª es adecuada, con un consumo diario de cerca de 6.000 Kcal., repartidas entre 60% de hidratos, 25% de grasas y 15% de prote¨ªnas.
Precisamente la diet¨¦tica deportiva empez¨® a cambiar en los setenta, gracias a los pioneros estudios que diez a?os antes hab¨ªan realizado investigadores escandinavos utilizando la t¨¦cnica de biopsia muscular. A partir de entonces ya se puede medir la cantidad de gluc¨®geno, una mol¨¦cula compuesta de miles de unidades de glucosa unidas entre s¨ª, que se almacena en el m¨²sculo. En las d¨¦cadas siguientes se sucedieron los estudios que mostraban que cuanto mayor es la cantidad de hidratos de carbono que consume un ciclista, m¨¢s se llenan sus dep¨®sitos de gluc¨®geno, hasta 700 gramos, y m¨¢s tiempo puede aguantar sobre la bicicleta antes de que aparezca la fatiga. As¨ª, no es extra?o ver a los ciclistas de hoy en d¨ªa desayunar y cenar en abundancia alimentos ricos en hidratos de carbono: pasta, pan, arroz, o cereales diversos.
En cambio, hace cuatro o cinco d¨¦cadas los ciclistas conced¨ªan gran importancia a la carne roja, un alimento muy pobre en hidratos. Muy lejos de all¨ª, en la l¨ªnea de meta del primer marat¨®n de Boston (1924), un m¨¦dico norteamericano, Levine, observ¨® que muchos corredores acababan la carrera con unos niveles de glucosa en la sangre demasiado bajos. Al a?o siguiente, comprob¨® que aquellos corredores a los que hab¨ªa recomendado consumir hidratos (glucosa) durante la carrera acababan la prueba en mejores condiciones y con unos niveles de glucosa sangu¨ªnea m¨¢s estables. Quince a?os m¨¢s tarde, Christensen y Hansen llegaron a parecidas conclusiones con unos ciclistas a los que hicieron pedalear sobre una bicicleta est¨¢tica.
Estos experimentos pioneros tardaron mucho tiempo en aplicarse en el ciclismo, que en cuesti¨®n de ciencia siempre ha ido a remolque de otros deportes como el atletismo. En los a?os sesenta y setenta, los ciclistas todav¨ªa se avituallaban con alitas de pollo, t¨¦ caliente o leche durante las etapas. Ninguno de estos alimentos es rico en hidratos. As¨ª, no es de extra?ar que la famosa p¨¢jara forme parte de la propia historia del Tour. No hay ciclista que no la haya sufrido.
Por ello los ciclistas deben consumir abundantes hidratos en las etapas para satisfacer a la vez las demandas de cerebro y m¨²sculos: al menos 20 gramos por hora, confrutas, pastelillos o barritas energ¨¦ticas. Y parece que en la actualidad la mayor¨ªa lo consiguen.
Alejandro Luc¨ªa es profesor de la Universidad Europea de Madrid.
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