Jarn¨¦s, de fuera a dentro
Con este espl¨¦ndido volumen dedicado a Benjam¨ªn Jarn¨¦s, el m¨¢ximo prosista y narrador del vanguardismo espa?ol del siglo XX, se ha iniciado la estupenda colecci¨®n Ep¨ªstola -el segundo tomo, pronto m¨¢s coreado por mor del centenario, ha sido el del epistolario de Luis Cernuda preparado por James Valender- que con tan excelentes perspectivas dirige Jos¨¦ Carlos Mainer en el seno de la Residencia de Estudiantes, que as¨ª nos va a conceder buena parte de la gran colecci¨®n documental bien acogida en su seno. Dos expertos profesores, Jordi Gracia -autor ya de La pasi¨®n fr¨ªa. Lirismo e iron¨ªa en la narrativa de Benjam¨ªn Jarn¨¦s (1988), entre otros excelentes libros- y Domingo R¨®denas de Moya, el jarnesiano m¨¢s inasequible al desaliento y su m¨¢s reciente y tenaz estudioso y editor, han dirigido y presentan este libro ambivalente y que a pesar de su evidente inter¨¦s quiz¨¢ debiera estar destinado a desaparecer como tal en el futuro, cuando -como es de esperar- se ampl¨ªen y completen cada una de sus dos partes. Pues, en efecto, no se trata de un solo libro, sino de dos, uno de correspondencia propiamente dicha (si es que una correspondencia es un libro en s¨ª, que eso es otro cantar) y el otro de una "antolog¨ªa" de sus cuadernos ¨ªntimos que completa (no del todo tampoco) la serie de peque?os "carnets" ya publicados en 10 de los 12 Cuadernos jarnesianos publicados en 1988 por la Instituci¨®n Fernando el Cat¨®lico de Zaragoza con ocasi¨®n del centenario del nacimiento del escritor.
BENJAM?N JARN?S: EPISTOLARIO (1919-1939) Y CUADERNOS ?NTIMOS
Edici¨®n de Jordi Gracia y Domingo R¨®denas de Moya
Publicaciones de la Residencia de Estudiantes.
Madrid, 2003
LVIII+394 p¨¢ginas. 36 euros
Bien, vaya por delante pues
esta paradoja de subrayar la importancia de un libro que no lo es, ya que son dos, y cuyas sendas partes son susceptibles de posibles ampliaciones de impredecible futuro, pero que en su conjunto podr¨¢ ser la llave que nos lleve a un mayor conocimiento de una de las figuras m¨¢s importantes de la literatura espa?ola del siglo XX. Aunque tambi¨¦n haya que seguir conteniendo el aliento un poco por el momento, pues para el pr¨®ximo oto?o se anuncia la edici¨®n del ¨²ltimo gran in¨¦dito jarnesiano -a los 55 a?os de su muerte, todo un r¨¦cord-, una novela entera, El aprendiz de brujo, que adem¨¢s integra en una de sus cinco partes una novela corta -La dama aventurera- que pod¨ªa haber sido publicada de manera independiente, seg¨²n dej¨® dicho su autor, pero que el editor actual -el profesor Francisco M. Soguero para esta misma Residencia de Estudiantes- ha preferido publicar conjuntamente con su mejor y m¨¢s l¨ªcita intenci¨®n; y a¨²n hay m¨¢s, pues Jarn¨¦s incluy¨® en este texto los dos largos fragmentos que formaron parte de la segunda edici¨®n de El profesor in¨²til (1934, primera de 1926) bajo el t¨ªtulo de Tr¨®tula, que de esta manera encuentran aqu¨ª su mejor lugar de integraci¨®n en el interior de la obra jarnesiana. Y otra ventaja ser¨¢ la de que, por una vez y sin que sirva de precedente, dada mi tenacidad en seguir p¨²blicamente todas las nuevas publicaciones jarnesianas, les evitar¨¦ comentar esta ¨²ltima, pues estoy comprometido con el volumen al haberlo prologado. De nada.
Bien, en la primera parte de este volumen se re¨²nen no tanto las cartas de Jarn¨¦s, sino preferentemente las que a ¨¦l se le dirigieron desde fines del primer decenio (1919) hasta el de los treinta, pues el periodo llega hasta 1939, con algunas cartas escritas desde Limoges, en el exilio franc¨¦s, cuando el escritor, ya derrotado, se dispone a partir hacia M¨¦xico a bordo del Sinaia. De las 262 cartas aqu¨ª recogidas, las del propio Jarn¨¦s son poco m¨¢s de treinta, aunque en un ap¨¦ndice se han podido recoger otras ocho cruzadas con Juan Ram¨®n Jim¨¦nez y hay alguna m¨¢s publicada con Gregorio Mara?¨®n que aqu¨ª no han llegado a ser reunidas. Por lo general se trata de cartas dirigidas a Benjam¨ªn Jarn¨¦s, donde figuran los nombres mayores de la literatura espa?ola de su tiempo, de Azor¨ªn, Baroja, Juan Ram¨®n, Mara?¨®n, G¨®mez de la Serna, Ortega y Gasset, Aleixandre, Alberti, D¨¢maso Alonso, Lorca, Jorge Guill¨¦n o Pedro Salinas, llegando a americanos, como el joven Borges, Torres Bodet, Alfonso Reyes, G¨¹iraldes o los catalanes Mario Verdaguer o Elisabeth Mulder. En realidad, la pronta celebridad de Jarn¨¦s como cr¨ªtico le llev¨® a ocupar las mejores tribunas en el periodismo cultural -Alfar, Revista de Occidente y La Gaceta Literaria- adonde llev¨® a muchos escritores j¨®venes, haciendo favores sin parar o presentaciones sin cuento, asumiendo gestiones y presentando una figura siempre cordial, bondadosa, amable, que nunca se desminti¨® (aunque en alguna ocasi¨®n cedi¨® ante el irascible Juan Ram¨®n, a quien no le gust¨® un homenaje que se le preparaba). En resumen, el cr¨ªtico Jarn¨¦s, cada vez m¨¢s influyente, era un hombre bondadoso, una especie de "excipiente en cantidad suficiente", como se dice en los prospectos farmac¨¦uticos para que las virtudes curativas liguen entre s¨ª.
?sta es la imagen del Benja-
m¨ªn Jarn¨¦s visto "desde fuera" que se trasluce en esta correspondencia: la de una instituci¨®n literaria de los a?os veinte y principios de los treinta. Los a?os republicanos, con el ascenso de los fascismos y las literaturas "comprometidas", rompieron la baraja. Jarn¨¦s, que siempre hab¨ªa llevado sus "cuadernitos" o "carnets" de escritos ¨ªntimos, expresando sus inseguridades, insinuando sus aventuras (era un enamoradizo m¨¢s te¨®rico que otra cosa, Ayala dixit) , comentando lecturas, quej¨¢ndose de incomprensiones por lo general m¨¢s pol¨ªticas que morales. (Bastar¨ªa con leer su ¨²nica novela -p¨®stuma- sobre la Guerra Civil, Su l¨ªnea de fuego, de un pacifismo absoluto). Aqu¨ª, en esta antolog¨ªa de escritos ¨ªntimos, est¨¢ el verdadero Jarn¨¦s desde dentro, que llega hasta los primeros a?os de su cruel exilio, con la ilusi¨®n de siempre y sus m¨¢s cegadoras iluminaciones. Jarn¨¦s no fue nunca un escritor "directo" ni demasiado transparente, pero nunca dej¨® de contar sus m¨¢s desoladas impresiones, sus quejas, en funci¨®n de lo que m¨¢s amaba, la literatura siempre pura y dura, en cuya funci¨®n siempre vivi¨® y muri¨®, trabajando sin parar. Hasta el final llega a reprochar el suicidio a su querido y admirado Stefan Zweig, por parecerle una claudicaci¨®n demasiado orgullosa. De todas formas, si la aparici¨®n de nuevas cartas puede ampliar la primera parte del volumen, para la segunda ser¨ªa necesario una edici¨®n completa, ¨ªntegra y m¨¢s cient¨ªfica de todos estos "carnets", incluyendo los ya aparecidos en la serie jarnesiana de la Instituci¨®n Fernando el Cat¨®lico junto con estos nuevos que ahora ven la luz. Pues leerle es siempre un placer, tanto m¨¢s grande cuanto m¨¢s clandestino se nos presenta, vale.
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