Democracia de baja calidad
M¨¢s y no menos pol¨ªtica es lo que Espa?a necesita. En estos t¨¦rminos se podr¨ªan resumir las declaraciones de Manuel Pimentel ayer s¨¢bado en el programa Hoy por hoy de la Cadena SER. La pol¨ªtica, reconoci¨® el ex ministro, no estar¨¢ particularmente bien valorada en estos momentos, pero la pol¨ªtica es imprescindible y hay que hacer todo lo posible por recuperar el inter¨¦s de los ciudadanos por ella. La pol¨ªtica en democracia no es m¨¢s que el procedimiento jur¨ªdicamente ordenado a trav¨¦s del cual la sociedad se autodirige. Mediante la participaci¨®n pol¨ªtica, en general, y el ejercicio del derecho de sufragio, en particular, los ciudadanos constituyen la voluntad general de la sociedad, que no puede ser nada m¨¢s que una voluntad pol¨ªtica, la voluntad del Estado, a trav¨¦s de la cual se adoptan las decisiones pol¨ªtica y se aprueban las normas jur¨ªdicas que regulan la convivencia. Sin voluntad general pol¨ªticamente constituida la sociedad entrar¨ªa inexorablemente en un proceso de descomposici¨®n, que har¨ªa la convivencia imposible. No hay sociedad, pues, que pueda operar sin que se constituya una voluntad general que la dirija. En consecuencia, constituirse se va a constituir de todas maneras. Si no contribuimos a constituirla, se constituir¨¢ sin nosotros. La alternativa a la pol¨ªtica democr¨¢tica no es la no pol¨ªtica, sino la pol¨ªtica no democr¨¢tica, m¨¢s o menos olig¨¢rquica, m¨¢s o menos ben¨¦vola o m¨¢s o menos autoritaria.
El autoritarismo en nuestros partidos es superior al que suele haber en los partidos de los pa¨ªses europeos
El riesgo que corremos en Espa?a es que nos deslicemos cada vez m¨¢s en esta ¨²ltima direcci¨®n. No se puede afirmar todav¨ªa que esto est¨¦ ocurriendo, pero puede ocurrir. La evidencia emp¨ªrica de que disponemos no nos permite afirmar que los ciudadanos est¨¦n dando la espalda a la participaci¨®n pol¨ªtica. Los ciudadanos est¨¢n descontentos con los partidos, pero no han desertado del ejercicio del derecho de sufragio. La participaci¨®n pol¨ªtica podr¨ªamos decir que se ha mantenido constante con oscilaciones al alza o a la baja dependiendo de que hubiera expectativas de cambio o no en la pr¨®xima consulta electoral. Los ciudadanos se animan a acudir a las urnas en mayor medida cuando se prev¨¦ que puede haber un cambio de gobierno, que cuando se prev¨¦ que se mantendr¨¢ en el poder el partido que ya lo est¨¢ ocupando. De ah¨ª que 1982 y 1996 fueran las dos consultas en que se registr¨® la mayor participaci¨®n ciudadana. Pero en las dem¨¢s elecciones se ha mantenido un nivel de participaci¨®n aceptable.
El deterioro, sin embargo, que va en aumento tanto en la valoraci¨®n de la pol¨ªtica como de quienes se dedican profesionalmente a ella, de acuerdo con lo que indican todos los estudios de opini¨®n, puede acabar potenciando la apat¨ªa ciudadana y haciendo caer significativamente la participaci¨®n electoral. En oto?o vamos a tener una muestra en las elecciones auton¨®micas en Madrid.
Contra este deterioro es contra en que se manifest¨® de manera rotunda Manuel Pimentel. Los ciudadanos espa?oles podemos y debemos sentirnos razonablemente satisfechos de lo que hemos hecho desde la transici¨®n. Ha sido el mejor cuarto de siglo de la historia de Espa?a desde que se inicia la aventura del Estado Constitucional a principios del XIX. Y esto no debemos perderlo nunca de vista.
Ahora bien, el que tengamos una visi¨®n positiva de nuestra trayectoria democr¨¢tica reciente, no quiere decir que debamos caer en la complacencia. Para hacer posible que se asentara la democracia, tuvimos que contraer unas hipotecas, que ahora nos est¨¢ costando trabajo levantar. Dada la inexistencia de partidos pol¨ªticos m¨ªnimamente implantados y estructurados, se tuvo que optar por una normativa enormemente protectora de los mismos, tanto desde el punto de vista de la configuraci¨®n del sistema electoral como desde la perspectiva de la financiaci¨®n p¨²blica de los partidos. El resultado ha sido un sistema pol¨ªtico excesivamente cerrado, en el que, adem¨¢s, la tendencia natural a la oligarqu¨ªa en el interior del partido, se ha visto reforzada de manera muy notable. Hemos consolidado un sistema democr¨¢tico por primera vez en la historia de Espa?a, pero lo hemos consolidado como un sistema de baja calidad. El autoritarismo en nuestros partidos es superior al que suele haber en los partidos de los pa¨ªses europeos. Nuestros usos parlamentarios son m¨¢s propios de sistemas predemocr¨¢ticos, que de aquellos que lo son de manera inequ¨ªvoca desde hace tiempo. La utilizaci¨®n sectaria de los medios de comunicaci¨®n de titularidad p¨²blica ha llegado a l¨ªmites que son inimaginables en cualquier pa¨ªs de la Uni¨®n Europea. La contaminaci¨®n pol¨ªtica del Poder Judicial y del Ministerio Fiscal est¨¢n poniendo en entredicho el ejercicio de la funci¨®n que tienen constitucionalmente encomendada. La enumeraci¨®n es puramente ejemplificativa
Los s¨ªntomas de deterioro en la cultura pol¨ªtica democr¨¢tica y en su expresi¨®n institucional se est¨¢n multiplicando y es importante que les prestemos atenci¨®n y procuramos corregirlos antes de que se tarde.
Este diagn¨®stico de nuestra experiencia democr¨¢tica pasada y de su situaci¨®n presente es la que hizo ayer Manuel Pimentel, con un tono y en unos t¨¦rminos que pueden ser perfectamente compartidos y que estoy pr¨¢cticamente seguro que compartieron los ciudadanos que tuvieron la oportunidad de o¨ªrlo. De ah¨ª que llegara a la conclusi¨®n de que lo que la democracia espa?ola necesita fuera m¨¢s pol¨ªtica y no menos, m¨¢s participaci¨®n ciudadana y no menos. Hay que levantar las hipotecas que contrajimos durante la transici¨®n. Lo que entonces pudo tener una justificaci¨®n hoy ya no lo tiene. Hay que ensanchar el sistema pol¨ªtico y hacerlo m¨¢s accesible. Ese fue su mensaje. Veremos si cala lo suficiente como para poder concurrir a las pr¨®ximas elecciones auton¨®micas.
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