Excepciones espa?olas
Convendr¨ªa atender a las excepciones espa?olas. Ya sean las que presenta nuestro modelo de televisiones p¨²blicas, encabezado por TVE; o las del sistema de televisiones privadas, entregado a la hegemon¨ªa del amigo indeseable Berlusconi; o las de nuestros reglamentos parlamentarios, capaces de apartar de la ejerciente mayor¨ªa aznarista cualquier c¨¢liz amargo a base de explicaciones sobre la cat¨¢strofe del Prestige y de los chapapotes, del compromiso de las Azores, de las fuerzas de ocupaci¨®n enviadas a Irak bajo mando polaco, del accidente del Yakolev 42 con resultado de 62 militares muertos, del incremento de la inseguridad ciudadana, de la entrega completa de la asignatura de Religi¨®n convertida en troncal a los obispos, de las tramas inmobiliarias, de los retrasos del AVE a Barcelona, de los fraudes de Gescartera y siguientes, de la operaci¨®n Chamart¨ªn o de la de Campamento, ense?as distintivas de ese Madrid enladrillado donde, por arte de prestidigitaci¨®n, se multiplicar¨¢n a la vez la oferta de viviendas y la crecida de sus precios.
Mientras, a punto de que se oiga el rompan filas de la dispersi¨®n veraniega, queda claro que el PP se ha salvado de la que hubiera sido la peor opci¨®n para encabezar la candidatura a las elecciones de marzo de 2004. La de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Con ¨¦l desaparecen unos modos y maneras que se han llevado a un estado de saturaci¨®n incluso de los peperos m¨¢s incondicionales. Todos atienden ahora al delfinario de La Moncloa, donde, para el despiste, pueden sumarse algunas incorporaciones. Aunque el pensamiento b¨¢sico que comparten todos esos aspirantes ha llegado a estar tan profundamente ligado a la situaci¨®n presente por sus mismos intereses, que ninguno sea capaz de ver los hechos palmarios que har¨ªan vacilar su sentido del dominio. Como escribe Karl Mannheim en Ideolog¨ªa y utop¨ªa, en determinadas situaciones, el inconsciente colectivo de algunos grupos oscurece la situaci¨®n real de la sociedad para s¨ª mismos y para otros; y de este modo la hace conceptualmente estable para su mayor confort an¨ªmico.
En el lado de la alternativa socialista pareciera tambi¨¦n que, bajo una cierta presi¨®n y desaliento, su actual grupo dirigente estuviera, de modo intelectual, tan fuertemente interesado en la transformaci¨®n de determinadas condiciones de la sociedad, que, sin saberlo, viera s¨®lo aquellos elementos de la situaci¨®n que tienden a negarla. De ah¨ª que su pensamiento quede muy lejos de ser una diagnosis del momento presente, sin aportar las precisiones necesarias que podr¨ªan erigirlo en gu¨ªa ¨²til para la acci¨®n. Adem¨¢s, cunde la impresi¨®n de que la trayectoria habitual, la que conduce como por ensalmo a los candidatos de la oposici¨®n hacia la pr¨¢ctica de ejercicios de idoneidad cuando presienten la cercan¨ªa de la victoria, se ha invertido ahora en el caso del PSOE.
As¨ª el ofrecimiento permanente de pactos se combina, como vemos estos d¨ªas, con propuestas de hacer tabla rasa, por ejemplo, en materias tan delicadas como la pol¨ªtica de defensa. El actual l¨ªder de la oposici¨®n, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, acaba de dar una prueba reciente de ello al decir, sin quitarse la corbata ni la chaqueta, sentado bajo un pino en la escuela de formaci¨®n Jaime Vera de las Juventudes Socialistas, que, si gana las elecciones generales dentro de ocho meses, "empezar¨¢ de cero" la pol¨ªtica de defensa, porque es una de las "peores herencias" del PP. El caso es que, incluso coincidiendo en la exactitud de su dictamen sobre la p¨¦sima situaci¨®n en ese sector, sorprende una formulaci¨®n en esos t¨¦rminos, sobre todo despu¨¦s de m¨¢s de siete a?os de atenerse al m¨¢s perruno de los consensos con el Ministerio citado. V¨¦anse al respecto, tomados al azar, los ejemplos de la Ley sobre el Centro Nacional de Inteligencia o de la Revisi¨®n Estrat¨¦gica de la Defensa, aceptados sin rechistar por los portavoces socialistas. Si Zapatero tuviera una propuesta sobre pol¨ªtica de defensa, ?por qu¨¦ no la ha formulado en la tribuna del Congreso, en el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional o en el Instituto de Estudios Internacionales y Estrat¨¦gicos? ?A qu¨¦ se espera para invitar a Zapatero a los cuarteles generales de los Ej¨¦rcitos como se hizo con Gonz¨¢lez y Aznar antes de ganar las elecciones? Claro que, al hablar as¨ª de estas cuestiones bajo un pino verde, surge la duda de si se hacen ejercicios de idoneidad o se emprende el camino de la inhabilitaci¨®n.
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