Enmascarar la m¨¢scara
Si esta versi¨®n del cl¨¢sico de Shakespeare es la tercera que afronta el Ballet Nacional de Cuba, la primera, y sin duda la m¨¢s importante, fue la de Alberto Alonso, que, tras un primer experimento con m¨²sica electroac¨²stica, termin¨® con el apoyo sonoro de Berlioz y protagonizada por la propia Alicia Alonso. La segunda fue hecha por Iv¨¢n Tenorio sobre Prokofiev, y esta tercera de Sagunto, que aparentemente coreografiada por Alonso usa fragmentos de la ¨®pera de Charles Gounod, en una orquestaci¨®n carente de matices y profundidad y haciendo evidente que hay ciertas m¨²sicas no aptas para el baile.
Falta el natural intermedio y el desarrollo dramat¨²rgico que justifique tanto esfuerzo coral, pues la acci¨®n resulta precipitada, que no sintetizada. En los papeles protagonistas aportan su clase Viengsay Vald¨¦s (Julieta), Joel Carre?o (Romeo) y V¨ªctor Gil¨ª como Mercucio, mientras que el resto positivo lo hace la estructurada escenograf¨ªa de Reymena y, ocasionalmente, el vestuario de Pedro Moreno, al que cabr¨ªa se?alar muchos defectos en lo que exige la propia costura ballet¨ªstica, aun contando con una paleta que quiere inspirarse en las gamas florentinas del Renacimiento.
Ballet Nacional de Cuba
Shakespeare y sus m¨¢scaras (Romeo y Julieta).Coreograf¨ªa: Alicia Alonso. M¨²sica: Charles Gounod (adaptaci¨®n de Juan Pi?eira). Vestuario: Pedro Moreno. Escenograf¨ªa: Ricardo Reymena. Luces: Gloria Montesinos. Valencia. 27 de julio.
La nave de Sagunto es un imponente espacio que, poco a poco, se convierte en un verdadero teatro. Y precisamente lo que falta a esta producci¨®n de cubanos y valencianos es un verdadero acento teatral que la justificara y la trajera a la actualidad algo difusa del ballet narrativo, pues, al tratar la m¨¢scara en Shakespeare, es algo m¨¢s que un objeto decorativo e italianizante, ya hoy profusamente estudiado.
Surgen as¨ª muchas preguntas t¨¦cnicas y de fondo sobre el destino del gran ballet de argumento en un ambiente de realidad cor¨¦utica que le niega cualquier deseo de sobrevivir. Naturalmente, tal supervivencia depende no s¨®lo de buenas piruetas y bulla de conjunto.
Babelia
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