La intimidad del enfermo, al descubierto
El secreto m¨¦dico es una promesa de silencio singular integrada en la pr¨¢ctica de la medicina desde hace miles de a?os. Es un deber del m¨¦dico y un derecho fundamental del enfermo. Garantiza la confidencialidad del hecho asistencial: el paciente puede revelar todas sus verdades confiando en la lealtad del m¨¦dico. Sin tal garant¨ªa de confianza, la relaci¨®n entre m¨¦dico y enfermo, y con ella el propio ejercicio de la medicina, no ser¨ªan posibles. El secreto m¨¦dico se recoge y guarda en la historia cl¨ªnica. Por ello es intr¨ªnsecamente confidencial, a la vez que imprescindible para la adecuada asistencia del enfermo a lo largo de su vida. Un documento tan sensible como necesario del que el m¨¦dico es depositario y responsable.
En el Sistema Nacional de Salud, las historias cl¨ªnicas se han mantenido hasta ahora bajo la dependencia directa del centro y bajo la tutela profesional y moral de los m¨¦dicos. Recientemente, sin embargo, la Administraci¨®n sanitaria ha creado la "historia cl¨ªnica ¨²nica de salud y centralizada", nuevo m¨¦todo que pretende emplear los datos cl¨ªnicos como instrumentos de gesti¨®n y, a tal fin, centraliza la informaci¨®n de la salud de los ciudadanos en un ¨²nico lugar virtual, dispuesta para emitirse (sin autorizaci¨®n de los pacientes ni control de los m¨¦dicos) por la red inform¨¢tica a requerimiento de las necesidades o conveniencias administrativas. As¨ª no s¨®lo el m¨¦dico sino otras personas con intereses ajenos a los pacientes podr¨ªan desde cualquier terminal acceder o asaltar -depende del caso- los datos cl¨ªnicos confidenciales. La concentraci¨®n de la informaci¨®n estimula y facilita las intromisiones interesadas y multiplica el alcance de los errores y accidentes inevitables. Desprotege la intimidad.
La "historia cl¨ªnica ¨²nica y centralizada" quiebra principios b¨¢sicos de la bio¨¦tica, como, por ejemplo, el de "beneficencia y no maleficencia" del enfermo (el mayor riesgo de p¨¦rdida de la intimidad acrecienta la probabilidad de da?os -f¨ªsicos, econ¨®micos, laborales, morales, familiares, sociales- al paciente) o el de "autonom¨ªa" (por falta de consentimiento, incluso de conocimiento, de los enfermos y desconsideraci¨®n del derecho de los ciudadanos a tener secretos, sost¨¦n del libre albedr¨ªo); y, por otra parte, socava a fondo la relaci¨®n entre m¨¦dico y enfermo: algunas personas susceptibles, o temerosas o comprometidas p¨²blicamente que lleguen a conocer los peligros de la "historia cl¨ªnica ¨²nica y centralizada" podr¨ªan ocultar datos necesarios para el diagn¨®stico y tratamiento de sus padecimientos.
Todos estos efectos lamentables son, adem¨¢s, gratuitos. No hay raz¨®n alguna, ni administrativa, ni econ¨®mica, ni epidemiol¨®gica, ni sanitaria ni mucho menos asistencial que aconseje concentrar la informaci¨®n identificando a las personas. M¨¢s a¨²n, la proporci¨®n de los datos y circunstancias registrados por el m¨¦dico en un documento cl¨ªnico que pueda ser provechosa para otros sectores asistenciales o gestores es muy peque?a, no m¨¢s del 7%. Dicho de otro modo: s¨®lo el 7% de la informaci¨®n m¨¦dica est¨¢ justificado que salga del centro en que se produjo, y s¨®lo cuando se requiera, nunca sistem¨¢ticamente.
La "historia cl¨ªnica ¨²nica y centralizada" es fruto del pensamiento tecnocr¨¢tico y utilitarista, unido a los actuales criterios de globalizaci¨®n y al af¨¢n de grandeza y dominio de los pol¨ªticos en la sanidad p¨²blica. En Espa?a, la modernizaci¨®n del archivo y uso m¨¦dico de los datos cl¨ªnicos puede y debe hacerse con otros procedimientos m¨¢s sencillos, respetuosos con la independencia de los ciudadanos y con los derechos del enfermo y de coste m¨¢s reducido, como la llamada "historia cl¨ªnica compartida" de bases descentralizadas. Resulta pasmoso que se haya elegido el m¨¦todo m¨¢s peligroso y m¨¢s caro, tanto en su implantaci¨®n como en su mantenimiento.
El concepto de confidencialidad y su aplicaci¨®n en la vida privada del hombre son ¨²nicamente comprensibles y realizables en la sociedad moderna y democr¨¢tica que fomenta en el individuo la afirmaci¨®n de la persona y la conciencia de sus derechos. En la Espa?a moderna y democr¨¢tica, sin embargo, las autoridades sanitarias han castigado, y lo han hecho con desproporcionada dureza, a m¨¦dicos que, en defensa del secreto profesional y la confianza de sus pacientes, se han negado a la concentraci¨®n de los datos cl¨ªnicos. Las autoridades no han querido considerar sus argumentos. Han reaccionado con intolerancia, con medidas abusivas que se pretenden ejemplarizadoras. La Organizaci¨®n M¨¦dica Colegial y otras sociedades m¨¦dicas han hecho p¨²blico un Manifiesto sobre la confidencialidad y el secreto m¨¦dico (www.cgcom.org) dirigido a los profesionales sanitarios, a la poblaci¨®n y a las autoridades. De estas ¨²ltimas a¨²n no han tenido respuesta. Al parecer, la "historia cl¨ªnica ¨²nica de salud y centralizada" sigue, sin vacilaciones, el camino decidido. No ser¨ªa exagerado decir que el Sistema Nacional de Salud conspira contra la intimidad de los enfermos y, por tanto, contra la libertad y la dignidad de los ciudadanos espa?oles.
Juan Jos¨¦ Rodr¨ªguez Send¨ªn es m¨¦dico y secretario general del Consejo General de Colegios Oficiales de M¨¦dicos de Espa?a.
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