Tejido industrial
Primero fue Gillette, luego Uralita, ayer Ecovol, hoy Altadis y, con casi toda seguridad, ma?ana ser¨¢ Cruzcampo.
Cuando llegue todos se lamentar¨¢n, dir¨¢n que no puede ser, que es un s¨ªmbolo de la ciudad, que esta empresa la llevamos dentro de nuestros corazones, que es un signo de identidad propio, pero lo ¨²nico que haremos es llorar y a los cuatro d¨ªas olvidarnos todos tanto de la empresa como de sus trabajadores.
Lo f¨¢cil ser¨¢ buscar culpables, pero como aqu¨ª nunca pasa nada, los socialistas y comunistas que aprueben la "madre" de las recalificaciones de los terrenos de Cruzcampo, y los populares que vendieron Tabacalera a los franceses, volver¨¢n a presentarse a las elecciones, y tendr¨¢n la mayor¨ªa de los votos de los trabajadores de esta tierra.
No debemos ni podemos olvidar a aquellos accionistas sevillanos de las empresas referidas, que prefirieron en su d¨ªa pasar de ser un referente social y econ¨®mico para todos a simplemente llenar a¨²n m¨¢s sus bolsillos y dejar tirada a una ciudad que siempre les aport¨® su afecto e incluso su pleites¨ªa.
Muchos dir¨¢n que el drama es qu¨¦ hacer con los trabajadores de estas dos empresas, pero lo verdaderamente dram¨¢tico para muchos es que nuestra Andaluc¨ªa, y en particular Sevilla, cada d¨ªa que pasa se queda sin un tejido industrial pujante que aporte un futuro diferente a nuestros hijos, que no sea salir fuera o dedicarse a servir y atender a los que nos visitan.
Y lo peor de todo es que seguimos en manos de aquellos que durante m¨¢s de dos d¨¦cadas nos gobiernan siguiendo las directrices de sus patronos nacionales.
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