Los Principios de Ecuador
Hay un viejo principio en el mundo de la ¨¦tica de la empresa que dice que cuando un problema no se puede resolver por la acci¨®n de una instituci¨®n aislada, hay que elevarlo a un plano superior, para involucrar a otras instituciones. Por ejemplo, si una empresa tiene dificultades para resolver un problema que afecta, por ejemplo, a sus clientes, a sus proveedores o al medio ambiente, lo mejor que puede hacer es pasarlo al sector o a la industria, para buscar una soluci¨®n conjunta entre todas las empresas afectadas (sin que, obviamente, cada una pueda desentenderse de lo que, en definitiva, sigue siendo un problema para ella).
Hace pocas semanas pudimos comprobar un interesante ejemplo del mencionado principio. Nueve grandes bancos de inversiones de siete pa¨ªses, incluidos ABN Amro, Barclays, Citigroup, y WsetLB, firmaron un acuerdo, promocionado por la International Finance Corporation -una instituci¨®n dependiente del Banco Mundial para la financiaci¨®n de operaciones de desarrollo- para comportarse en sus pol¨ªticas de pr¨¦stamo de acuerdo con principios de responsabilidad social corporativa. Y otros bancos han anunciado su pr¨®xima adhesi¨®n al proyecto.
Los Principios de Ecuador, como se ha dado en llamar el acuerdo, intentan establecer unas reglas comunes m¨ªnimas que presidan la actividad prestamista de las grandes corporaciones financieras, especialmente en proyectos impulsados por el Banco Mundial, en cuestiones relacionadas sobre todo con el medio ambiente. En definitiva, se trata de que los grandes proyectos financiados por esas instituciones cumplan determinadas condiciones, en lo que se refiere, por ejemplo, a la contaminaci¨®n de las aguas o el aire, la destrucci¨®n de los bosques o la alteraci¨®n del r¨¦gimen de vida de las comunidades ind¨ªgenas afectadas por esas operaciones.
"Muy bonito", me dice el lector, "pero eso suena a relaciones p¨²blicas".
No lo niego. Pero convendr¨¢ el lector en que es bueno que las grandes instituciones financieras exijan a los gobiernos y a las empresas constructoras que se cumplan las condiciones de los Principios de Ecuador, porque esto pasa en todas nuestras acciones. ?Por qu¨¦ nos esforzamos por trabajar bien, con constancia e ilusi¨®n, con esp¨ªritu de servicio a la empresa, a los colegas, a los clientes, a la sociedad y a nuestra propia familia? Las motivaciones humanas son muy variadas, incluso en las acciones m¨¢s elementales. Y es l¨®gico que junto a motivos que pueden ser muy ego¨ªstas haya otros algo m¨¢s generosos y otros realmente altruistas. Y esto no nos hace peores personas, ?no?
"Bien", insiste el lector, "pero no han llegado a esos principios por propia iniciativa, sino probablemente presionados por organizaciones no gubernamentales y activistas... O sea que de la necesidad han hecho virtud...".
Es verdad. Pero as¨ª funcionamos los humanos: a veces necesitamos que nos apremien para llevar a cabo las acciones m¨¢s nobles. Quiz¨¢s nos ocurra lo que a aquel amigo m¨ªo, a quien su secretaria ten¨ªa que recordarle cada a?o el aniversario de su boda, para que llevase un regalo a su mujer. ?Mal? Desde luego, habr¨ªa sido mejor que se hubiese acordado ¨¦l, y no la secretaria. Pero peor habr¨ªa sido dejar pasar la fecha sin obsequiar a su mujer con, al menos, un ramo de flores, ?no?
A los bancos de inversiones no les convienen los Principios de Ecuador. Es verdad que mejoran su reputaci¨®n, pero les hacen perder clientes. Porque los gobiernos m¨¢s despreocupados por los temas del medio ambiente o los derechos humanos acudir¨¢n a otras instituciones que les pongan menos pegas. De ah¨ª que hayan actuado en grupo, para establecer unas reglas comunes y no dar ventajas menos ¨¦ticas a sus competidores principales. Y por eso esperan que otros bancos se adhieran tambi¨¦n a los principios. El ideal, desde luego, es que todas las instituciones financieras se comporten de acuerdo con esos principios -o con otros parecidos-, porque en estos temas es dif¨ªcil que un solo est¨¢ndar sea el adecuado para la gran
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riedad de situaciones que se dan en el mundo: la competencia tambi¨¦n funciona bien en el mercado de la responsabilidad social, ¨¦tica y medioambiental.
Algunas organizaciones no gubernamentales no est¨¢n demasiado contentas con los Principios de Ecuador, que les parecen insuficientes -"hay agujeros tan grandes que por ellos podr¨ªa pasar un bulldozer", dec¨ªa el representante de una de esas ONG-, porque no est¨¢ claro c¨®mo se van a poner en pr¨¢ctica y porque faltan instrumentos de seguimiento, transparencia y correcci¨®n. Pero en esto no conviene ser maximalista: los avances han de llevarse a cabo poco a poco. Y haber empezado con estos principios es ya un buen primer paso. Entre otras cosas, porque pueden contribuir a mejorar la actitud de los grandes bancos internacionales hacia las cuestiones de responsabilidad social.
Antonio Argando?a es profesor de Econom¨ªa en el IESE.
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