La cuesti¨®n del infierno
"J¨®venes que vais bailando / al infierno vais llegando", dec¨ªa un d¨ªstico de mi infancia. Pienso mucho en el infierno estos meses de calor sofocante madrile?o: "Nueve meses de invierno y tres de infierno", se dec¨ªa de Madrid en Madrid (lo he o¨ªdo como propio en Zaragoza, en Valladolid, en Guadalajara...). El cartel que ten¨ªan en casa Eva y Alfonso Sastre era m¨¢s somero, creo que s¨®lo dec¨ªa que "Bailar es pecado", y pintaba a una jovencita en manos del diablo y entre llamas. Este Papa dice que s¨ª hay diablo (?no estar¨¢ en el Vaticano?) pero que el infierno no es una tortura f¨ªsica: s¨®lo es "la privaci¨®n al alma de la vista de Dios". ?S¨®lo? A los te¨®logos les parece lo m¨¢s horrible. A sus disc¨ªpulos, no. Digo, supongo: les veo cometer todos los pecados que definen ellos -?jo, como mienten!- con una tranquilidad absoluta. Lo peor de los creyentes es que no creen. Una vez iba por las calles de Marbella con el arcipreste Bocanegra y con Luis Zarraluqui (padre); me esforzaba en hablar de una manera adecuada, cuando don Luis me dijo: "No se moleste usted m¨¢s: el arcipreste est¨¢ en el secreto". No supe si era una broma, un chiste de sacrist¨ªa. ?l mismo me dijo que hab¨ªa consolado una beata agonizante con las palabras caracter¨ªsticas de la descripci¨®n del cielo, y ella le contest¨®: "Pues si es as¨ª, venga, venga conmigo", y le agarr¨® con la mano esquel¨¦tica llena de la ¨²ltima fuerza.
No es ¨¦ste el caso. Bush no tiene Papa: es cristiano duro, puritano, y Sharon, que cree en el mismo que ¨¦l, tipos del antiguo testamento: cori¨¢ceos (almas de cuero), que saben que la guada?a es suya; los veo juntos con su Hoja de ruta. Fingiendo ante el p¨²blico. Son los dos hombres de Afganist¨¢n, de Irak: ser¨¢n los de Siria, L¨ªbano, Ir¨¢n. Hombres de Dios, de oraci¨®n diaria. Capaces de hacer creer que un pa¨ªs tiene armas que los dos saben que no tiene para expandirse. Bush hace como que se disgusta porque Sharon construye el muro que cerca a los palestinos. Muchos muros hay en el mundo desde que derribamos el de Berl¨ªn. Bush tiene uno de los suyos en R¨ªo Grande; el infierno est¨¢ al otro lado. Nosotros tenemos el muro de agua del estrecho de Gibraltar: no tengo c¨¢lculos, pero creo que ya ha habido m¨¢s muertos en ¨¦l de los que hubo en el muro de Berl¨ªn. Los dos y ¨¦ste de aqu¨ª y sus ap¨®stoles y sus seguidores saben que s¨ª hay infierno, y es el de los otros, ahora: que s¨ª hay cielo, y es el suyo. Que no entren los malos: ni al petr¨®leo ni a los terrenos madrile?os.
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