La solera de la Quincena
Es la Quincena lo que se entiende por un festival popular alimentado por propuestas de calidad y sin caer nunca en la zafiedad. A veces se muestra conservadora apostando por valores seguros; en otras ocasiones es de una enorme originalidad. Dura un mes, del 5 de agosto al 4 de septiembre, pero conserva con orgullo el nombre de Quincena: una denominaci¨®n de origen, no nos enga?emos, es algo muy serio. La jornada inaugural del martes 5 consiste en 11 conciertos o espect¨¢culos con obras de un amplio abanico de autores, en el que tienen cabida Verdi, Schubert, Bach o Monteverdi, sin menoscabar a Janis Joplin, Bob Marley o Herbie Hancock. Los lugares de las diferentes convocatorias marcan la diferencia, y van desde residencias de ancianos hasta espacios p¨²blicos alrededor de esculturas de Oteiza o Chillida.
Al d¨ªa siguiente comienza el tradicional ciclo de m¨²sica antigua en el convento de Santa Teresa (del 6 al 13 de agosto, inclusives), con entradas a cinco euros a beneficio de SOS Racismo. De su esmerado programa me permito llamar la atenci¨®n sobre el recital de canto cristiano de los siglos IV al XI por el profesor de la Sorbona de Par¨ªs Iegor Reznikoff. Va a ser una de las grandes sorpresas del verano donostiarra. Hablando de canto, una de las iniciativas m¨¢s originales de la presente edici¨®n de la Quincena Musical de San Sebasti¨¢n es el concurso de imitaci¨®n de canto de p¨¢jaros en el palacio Miramar los d¨ªas 11 y 12 de agosto. De canto de aves, no han le¨ªdo mal. Tal vez sea un homenaje encubierto al recordado Olivier Messiaen. Hay dos cantos obligatorios y uno de libre elecci¨®n. Los obligatorios son el del c¨¢rabo com¨²n, de la familia de lechuzas y b¨²hos, y el del choch¨ªn, famoso por sus brillantes trinos y gorjeos.
Dentro de las aportaciones
m¨¢s sorprendentes del programa de este verano hay que situar, sin duda, el concierto en las cuevas de Zugarramurdi, en la zona pirenaica pr¨®xima a la frontera con Francia, con la compa?¨ªa de Rafael Amargo haciendo El amor brujo, de Falla, y con Argia Dantza Taldea, de Juan Antonio Urbeltz, en Pas de basque. El ciclo de m¨²sica contempor¨¢nea tiene un arranque espectacular en Chillida Leku el d¨ªa 18 con Melise Mellinger al viol¨ªn interpretando La lontananza nost¨¢lgica ut¨®pica futura, de Luigi Nono, aderezada con una proyecci¨®n sonora de Salvatore Sciarrino. El mismo d¨ªa comienza, con un recital de Gustav Leonhardt, el ciclo de m¨²sica de c¨¢mara, en el que destaca el d¨ªa 25 de agosto un concierto espect¨¢culo sobre Astor Piazzolla con direcci¨®n esc¨¦nica de Calixto Bieito.
El desfile de grandes conciertos, ¨®peras, ballets y recitales de divos l¨ªricos tiene lugar en el Kursaal del 18 de agosto hasta el final del festival, el 4 de septiembre. En la coctelera se mezclan desde Zubin Mehta con la Filarm¨®nica de Israel hasta el tenor del momento, el peruano Juan Diego Fl¨®rez; desde Orfeo ed Euridice, de Gluck, hasta Ariadne auf Naxos, de Richard Strauss; desde los ballets de Montecarlo hasta Eliahu Inbal con la Sinf¨®nica de Berl¨ªn; desde el violonchelista Asier Polo hasta la mezzosoprano Daniela Barcellona. Los puntos de atracci¨®n se suceden sin apenas pausas. Josep Pons trae el 26, con el Coro y Orquesta Nacional de Espa?a, y con el refuerzo de la Sociedad Coral de Bilbao, el imponente R¨¦quiem, de Ligeti, con el que cautiv¨® a Madrid hace unos meses en v¨ªsperas de su nombramiento como director musical de la ONE. Otra cita sinf¨®nico-coral de campanillas es la Missa Solemnis, de Beethoven, el 29 y 31, con la Sinf¨®nica de Galicia y el Orfe¨®n Donostiarra bajo la direcci¨®n de Jes¨²s L¨®pez Cobos. Para el Orfe¨®n es un aut¨¦ntico reto, pues lleva sin cantarla desde los tiempos de Gorostidi.
Los precios de las localida
des no son nada desorbitados. Las entradas m¨¢s caras para las ¨®peras cuestan 62 euros y para Juan Diego Fl¨®rez, 36, lo mismo que el concierto de V¨ªctor Pablo con la Sinf¨®nica de Galicia haciendo Berlioz y Saint-Saens, o el de la Sinf¨®nica de Euskadi con Maria Jo?o Pires tocando un concierto de piano de Beethoven. Escuchar a Leonhardt o a Los Romero cuesta 15 euros; la m¨²sica contempor¨¢nea, 5, y los j¨®venes int¨¦rpretes, 3. El cartel de este a?o de la Quincena est¨¢ dise?ado por el escultor N¨¦stor Basterrechea. Otro atractivo adicional para desplazarse a San Sebasti¨¢n es el gastron¨®mico (atenci¨®n al joven Andoni Luis Aduritz, del restaurante Mugaritz), pero, en fin, eso es otra historia.
www.quincenamusical.com
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El capit¨¢n Echenique
LA PERSONALIDAD, el estilo, de los festivales depende en gran medida de sus directores. Jos¨¦ Antonio Echenique cumple este verano 25 a?os al frente de la Quincena donostiarra. Es una persona conciliadora, bonachona, tenaz y habilidosa, que ha sabido estar por encima de todo tipo de tensiones pol¨ªticas y sociales para hacer de la Quincena un lugar de encuentro. Monse?or, como le llaman cari?osamente sus amigos y admiradores, ha sorteado con paciencia (una palabra que ¨¦l usa mucho) las dificultades m¨¢s peregrinas para crear un festival cosmopolita para todos los p¨²blicos, a base de combinar en dosis inteligentes los grandes nombres con las sorpresas inesperadas, lo sinf¨®nico con la m¨²sica de c¨¢mara, lo contempor¨¢neo con lo antiguo, lo local con lo for¨¢neo, las posibilidades para los nuevos int¨¦rpretes con la ¨®pera. La Quincena es un festival pensado fundamentalmente para los donostiarras, pero atrae tambi¨¦n a los de fuera. Su presupuesto es, por lo contenido, casi milagroso para los tiempos que corren. El ¨ªndice de ocupaci¨®n de sus actividades es pr¨¢cticamente total. El capit¨¢n Echenique es, verdaderamente, un mago.
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