Una sociedad longeva
El culto a la juventud, la exaltaci¨®n de lo joven que comenz¨® durante el siglo XIX e hizo eclosi¨®n en el XX, acarre¨® el infantilismo que a nuestra era caracteriza. Tambi¨¦n un desd¨¦n por los ancianos que, durante milenios, hab¨ªan ocupado un lugar tan descollante en muchas civilizaciones. Hete aqu¨ª, sin embargo, que la prolongaci¨®n de la vida (de la vida en buenas condiciones, la vita activa) ha vuelto a cambiar las cosas. Los que hasta ahora eran trastos viejos, in¨²tiles, carentes de autoridad moral en un mundo dominado por la exaltaci¨®n del deporte, la proeza er¨®tica, el consumo alegre y confiado, la diversi¨®n adolescente y zonza, vuelven hoy por sus fueros.
El poder gris explora ese notable proceso de recuperaci¨®n. La envidiable maestr¨ªa de Enrique Gil Calvo por desenmara?ar procesos sociales complejos con un lenguaje directo y sencillo, sin que pierdan un adarme de su complicaci¨®n, ha sido puesta al servicio del an¨¢lisis de esa mudanza radical de nuestro tiempo: el retorno de los mayores a una posici¨®n m¨¢s acorde con la dignidad humana y, hasta en algunos y se?alados casos, a una posici¨®n de poder. De ah¨ª el t¨ªtulo.
EL PODER GRIS: UNA NUEVA FORMA DE ENTENDER LA VEJEZ
Enrique Gil Calvo
Mondadori. Barcelona, 2003
295 p¨¢ginas. 17 euros
Gil Calvo no oculta la desatenci¨®n, olvido y marginaci¨®n en que a menudo se encuentran aherrojados nuestros mayores. Al contrario. Tras el bello relato de la amistad del autor con un patriarca a la antigua usanza, de esos que, nos dice, no volver¨¢n, se adentra en las miserias con las que las sociedades opulentas han tratado y siguen a¨²n tratando a sus mayores. Pero atisba cambios de rumbo, tendencias nuevas. Siempre con hechos en la mano muestra el autor c¨®mo la longevidad generalizada resulta en el surgimiento de un orden nuevo en el mercado de trabajo, en la creaci¨®n cultural, la vida acad¨¦mica, la conducta electoral y las actitudes de los partidos. Y en tantas cosas m¨¢s. No hay paso en su argumentaci¨®n que no se apoye en datos estad¨ªsticos, documentos encuadrados en el texto, tablas de toda suerte, que se tornan legibles, absorbentes y la hacen convincente y amena para el m¨¢s lego.
Las razones que aduce Gil Calvo son casi siempre de ¨ªndole sociol¨®gica, no psicol¨®gica. As¨ª, es la posici¨®n (y el peso) de cada generaci¨®n en el orden econ¨®mico, pol¨ªtico y cultural lo que determina su suerte y no ninguna caracter¨ªstica o virtud innata que posean los ancianos, los j¨®venes o los maduros. Ello determina "la metamorfosis de su estructura biogr¨¢fica", en acad¨¦mica expresi¨®n suya, de las que no abusa. Que el sistema p¨²blico de pensiones posea ciertos rasgos (o sufra ciertas crisis) o que la cohesi¨®n familiar dependa de la entrada de la mujer en el mercado laboral, por ejemplo, influyen m¨¢s que cualesquier otros factores an¨ªmicos o personales en la vida, mentalidad y condiciones de envejecimiento de los mayores.
La tendencia actual, seg¨²n
el an¨¢lisis que Enrique Gil Calvo persigue, es la de emancipar a los ancianos de las servidumbres y vejaciones a que recientemente se han visto sujetos, pues los cambios nos han pillado desprevenidos. (Ni siquiera el estado asistencial europeo ha dado abasto: ha fallado as¨ª nuestro deber de ciudadan¨ªa, de fraternidad). Si la longevidad y el poder e influencia p¨²blicos y privados de los mayores contin¨²an creciendo, la vejez ser¨¢, literalmente, la culminaci¨®n de la vida. Es decir, plenitud y hasta, por qu¨¦ no, cierto bienestar. (En todo caso, ha sido un indiscutible error hist¨®rico, que esa culminaci¨®n encontrara anta?o su morada s¨®lo en los ¨ªmpetus de la juventud o en los poderes de la edad adulta). ?se ser¨¢ el privilegio, arguye el autor, de la generaci¨®n que ahora crece. Que los dioses antiguos, en su sabia y perenne senectud, le escuchen.
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