La dif¨ªcil cohabitaci¨®n del campo y la f¨¢brica
Las infraestructuras y la industria engullen la tierra trabajada por varias generaciones
El desarrollo urban¨ªstico e industrial en el Baix Llobregat hace dif¨ªcil la coexistencia entre las grandes infraestructuras y los campos de cultivo. Los payeses que tradicionalmente han trabajado las tierras y quieren continuar haci¨¦ndolo se encuentran con que, como a los indios de Am¨¦rica, se les va echando de sus propiedades y se les confina en reservas. La gran reserva del Baix Llobregat es el parque agrario, con unas 3.000 hect¨¢reas de superficie.
Permanecer fuera de ¨¦l es toda una aventura. Albert Mestres, pay¨¦s de 61 a?os de El Prat de Llobregat, ha sido expropiado en tres ocasiones. Las dos ¨²ltimas fueron tan s¨®lo con un a?o de diferencia, en 1998 y 1999, por las obras de la enorme depuradora instaladas en este municipio y por la ampliaci¨®n del aeropuerto, respectivamente. En total, perdi¨® 13 hect¨¢reas de terreno que dedicaba al cultivo de hortalizas. Le quedaron 3,5, parte de una propiedad cerca del llamado camino de Val¨¨ncia que hab¨ªa adquirido su padre cuando ¨¦l era joven. Lo justo para mantener a su familia, pero insuficiente para seguir pagando a sus trabajadores.
En 1952 expropiaron a los Mestres una finca en Montju?c. No la cobraron hasta 1996
Conseguir nuevas tierras fue dif¨ªcil. "Cuando hay menos terreno, tambi¨¦n desciende la oferta y se paga m¨¢s caro", explica Albert Mestres. Con el arrendamiento de nueve hect¨¢reas m¨¢s, se encontr¨® con la dificultad de trabajar en diferentes lugares, ya que la dispersi¨®n de los cultivos implica "m¨¢s gastos de transporte". Sus hijos no quieren ni o¨ªr hablar de continuar con el trabajo familiar. "El trabajo es duro y la rentabilidad cada vez desciende m¨¢s", se?ala el agricultor.
Este veterano pay¨¦s considera que, en ocasiones, las expropiaciones se realizan sin motivo alguno. En este sentido, recuerda c¨®mo perdi¨® su primera propiedad, la finca de Can Mestres, la ¨²ltima superviviente en la colina de Montju?c, al lado de donde despu¨¦s se erigi¨® el palau Sant Jordi. La expropiaci¨®n se aprob¨® en un pleno del Ayuntamiento de Barcelona de 1952, varias d¨¦cadas antes de que se le diera el destino que se le acab¨® dando. Sin embargo, el expediente no se abri¨® hasta 20 a?os m¨¢s tarde y permaneci¨® en los tribunales hasta 1996, cuando, finalmente, se acord¨® un precio.
Josep Cusc¨®, pay¨¦s de 42 a?os de Molins de Rei, tambi¨¦n ha sufrido el tener que cambiar de zona agr¨ªcola en varias ocasiones. Dedicado al cultivo de ¨¢rboles frutales, cada vez que le arrebatan un terreno debe volver a plantar nuevos ¨¢rboles, que tardan en producir por lo menos cuatro a?os. Ha dedicado su vida al campo, pero s¨®lo le han rodeado incertidumbres. "Nunca se sabe si se puede realizar una gran inversi¨®n, porque al d¨ªa siguiente puede que la pierdas", lamenta. Hace 15 a?os, la construcci¨®n del pol¨ªgono industrial El Pla de Molins de Rei le supuso la p¨¦rdida de 6.000 metros cuadrados de propiedad que su abuelo y luego su padre hab¨ªan cultivado durante muchos a?os. Tras quedarse sin tierras, decidi¨® pasar de propietario a arrendatario.
El terreno que empez¨® a trabajar entonces lo ha perdido este mismo a?o. Las obras de construcci¨®n del AVE, que suponen una peque?a desviaci¨®n del r¨ªo Llobregat, se han comido m¨¢s de 7.000 metros cuadrados de su zona agr¨ªcola, adem¨¢s de un invernadero que ocupa el lugar. "Los operarios ya han cortado los ¨¢rboles", explica con amargura y resignaci¨®n. Sin embargo, tiene claro que de todo se aprende y que ha de diversificar la actividad. "Procur¨¦ tener cultivos en lugares diferentes, porque si centras el trabajo en una zona, te lo pueden quitar todo", comenta. Ahora trabaja en una finca de Cervell¨®, en la misma comarca del Baix Llobregat, atravesada por los cuatro costados. As¨ª se explica que haya sufrido un peque?o recorte en las tierras por la instalaci¨®n de unas tuber¨ªas.
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