Un barrio muy vivo
Russafa, zona de moda de la ciudad de Valencia, se debate entre la multiculturalidad y el conflicto
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Russafa est¨¢ de moda. En los ¨²ltimos a?os, este barrio, s¨ªmbolo contradictorio de convivencia multicultural, conflictos, degradaci¨®n y desarrollo, se ha convertido en el destino elegido para vivir por muchos estudiantes aut¨®ctonos o erasmus, j¨®venes y no tan j¨®venes, y, por supuesto, inmigrantes.
Las inmobiliarias de la zona aseguran no tener apenas viviendas disponibles, y hasta Pedro Almod¨®var ha elegido sus calles para rodar parte de su ¨²ltima pel¨ªcula, La mala educaci¨®n.
Pero, ?qu¨¦ tiene este barrio de 24.000 habitantes para ejercer tanta atracci¨®n? La respuesta de los reci¨¦n llegados suele ser la misma: Russafa est¨¢ viva. Al contrario que las zonas de nueva construcci¨®n donde las calles tienen cuatro carriles, aceras infinitas y una concepci¨®n basada en el uso del coche, Russafa es un barrio pensado para caminarlo.
El principal problema es el "abandono" del rect¨¢ngulo que va de la calle Sueca a Filipinas
Al contrario que las zonas nuevas, Russafa es un barrio pensado para caminarlo
Tiene un mercado, una variedad infinita de peque?os comercios que, adem¨¢s de los tradicionales, incluye otros que permiten dar la vuelta al mundo o hacer un tratado de etnolog¨ªa: hay supermercados paquistan¨ªes; carnicer¨ªas musulmanas en las que toda la carne es halal, y ha sido por tanto sacrificada con la cabeza mirando hacia La Meca; tiendas de artesan¨ªa, en las que pueden encontrarse fetiches caribe?os o l¨¢mparas de la India; restaurantes turcos que venden kebabs y ecuatorianos donde degustar, a precios m¨®dicos, asados de ave; hay un n¨²mero indecible de tiendas al por mayor dedicadas a la importaci¨®n, reino de los asi¨¢ticos; una teter¨ªa llamada Al Rusafi, el jard¨ªn, en honor al origen ¨¢rabe del barrio, y a su lado una pasteler¨ªa de dulces marroqu¨ªes.
En sus calles florecen los bares y los afters, refugio de los festeros m¨¢s irreductibles, y tiene un Ateneu, en el que en los ¨²ltimos a?os se ha organizado un sinf¨ªn de actividades que van de la danza del vientre a clases de fotograf¨ªa, desde claqu¨¦ a judo. El Ateneu ha servido de cobijo a asociaciones, grupos y hasta a un peri¨®dico, L'Avan?, mientras su bar sirve de punto de encuentro para j¨®venes inquietos y los senegaleses del barrio.
Pero, ?c¨®mo es la convivencia en un lugar con tantas lenguas y or¨ªgenes tan diversos? La respuesta, si se pregunta a los jubilados que desde la ma?ana a la tarde llenan las terrazas de la Plaza Doctor Landete, es que no es f¨¢cil.
No es que entre los vecinos hayan prendido las iniciativas racistas del grupo Espa?a 2000, que ha organizado varias manifestaciones en el barrio cosechando el rechazo general de sus habitantes. Pero muchos residentes se quejan de que con la llegada de extranjeros se ha producido un aumento de la inseguridad ciudadana.
Al profundizar se descubre, sin embargo, que lo que m¨¢s preocupa a los ancianos no son los peque?os robos, las peleas espor¨¢dicas o el menudeo de hach¨ªs. Lo que les preocupa es el cambio, la p¨¦rdida de esa arcadia feliz que, seg¨²n ellos, fue no hace tanto el barrio de Russafa. Es el caso de Joaqu¨ªn Lacasta, que a sus 80 a?os contin¨²a al frente de un horno en la calle del Tomassos: "Antes conoc¨ªas y saludabas a todo el mundo, como en un pueblo, pero ahora ese calor se est¨¢ perdiendo con tantos forasteros".
Muchos residentes se quejan especialmente de que al caer la noche no se puede caminar por las calles cercanas a Filipinas. J¨®venes magreb¨ªes trafican con hach¨ªs, y es casi imposible pasar por ciertas esquinas sin escuchar el silbido poco disimulado de un camello.
Dahman Idrenmouche, un argelino de la kabilia que lleva m¨¢s de una d¨¦cada viviendo en Valencia reconoce que la venta de drogas es un "problem¨®n". "Son una minor¨ªa pero molestan a todos. Los due?os de las tiendas, de los bares, y en general la comunidad magreb¨ª est¨¢ hasta el gorro porque no se puede discutir con ellos; pasan de todo, y s¨®lo buscan dinero r¨¢pido".
Este argelino se muestra preocupado porque una minor¨ªa pueda provocar la estigmatizaci¨®n de todo el colectivo, y achaca parte del problema a "la ausencia de una pol¨ªtica de integraci¨®n de los poderes p¨²blicos, y a la situaci¨®n que viven muchos inmigrantes, que no tienen papeles ni por tanto trabajo".
Dahman es uno de los colabores de Jarit, una asociaci¨®n que lleva cuatro a?os potenciando la integraci¨®n en el barrio. Aunque la sede est¨¢ abierta a cualquier inmigrante, la mayor¨ªa de los que esperan turno en su interior son norteafricanos que buscan ayuda para tramitar papeles. Entre sus objetivos, explica Sergi Almi?ana, est¨¢ intentar acercar a la comunidad magreb¨ª y a la aut¨®ctona.
La actual separaci¨®n tiene su origen, para la presidenta de la Asociaci¨®n de Vecinos, Josefa Garc¨ªa, en desconocimientos culturales. Pone un ejemplo: "Los magreb¨ªes tienen la costumbre de vivir en la calle, y eso la gente de aqu¨ª lo ignora, ven a grupos en las aceras y dicen que no pueden caminar, pero es tan sencillo como pedirles paso; se apartan sin ning¨²n problema".
Para Josefa, como para otros muchos vecinos, el principal problema del barrio es el "abandono" que sufre el rect¨¢ngulo que va desde la calle Sueca a Filipinas y desde Centelles a D¨¦nia. Precisamente la parte m¨¢s cercana al futuro Parque Central y donde se concentra el tr¨¢fico de drogas.
Muchas casas en esa zona piden a gritos una rehabilitaci¨®n, mientras en su interior se amontonan, realquilados, en p¨¦simas condiciones de salubridad, hasta quince inmigrantes en menos de 60 metros cuadrados.
Josefa recuerda que hace tiempo que vienen pidiendo un plan de rehabilitaci¨®n integral sin obtener contestaci¨®n alguna. El motivo, para ella, no es otro que la especulaci¨®n que se est¨¢ produciendo con miras a la revalorizaci¨®n que sufrir¨¢ esta zona una vez construido el parque.
Lo mismo opina ?ngels Esteve, una maestra que lleva nueve a?os viviendo en Russafa. "Se est¨¢ dejando caer el barrio por la especulaci¨®n alrededor del Parque Central. Ya se han comprado muchas casas a precios baratos para construir cuando llegue el momento oportuno".
Con especulaci¨®n o sin ella, y a pesar de los conflictos, parece dif¨ªcil que caiga un barrio que, de momento, est¨¢ muy vivo.
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