Pablito clav¨® un clavito
Si el extranjero llega a Espa?a expres¨¢ndose en un aceptable castellano, que se vaya preparando. Llegar¨¢ un momento en el que, inevitablemente, un ind¨ªgena envalentonado le retar¨¢ a pronunciar en p¨²blico un trabalenguas. Es cierto que, en su origen, el trabalenguas ten¨ªa cierta grandeza pedag¨®gica: ejercitar sonidos con un estribillo y as¨ª limar asperezas fon¨¦ticas que, cuando se acumulan, parecen tan ingobernables como la Federaci¨®n Socialista de Madrid antes de una votaci¨®n. Pero en manos de seg¨²n qui¨¦n, el trabalenguas se convierte en una novatada ling¨¹¨ªstica con la que se humilla a los que est¨¢n aprendiendo un idioma o, peor a¨²n, a los nativos con problemas de pronunciaci¨®n (en el Parlamento, m¨¢s de un malvado so?aba con acorralar a Xavier Trias, de Converg¨¨ncia i Uni¨®, y obligarle a repetir: "Un burro com¨ªa berros y el perro se los rob¨®. El burro lanz¨® un rebuzno y el perro al barro cay¨®". Y alg¨²n oyente del programa de Juan Jos¨¦ Mill¨¢s en la SER suele dejarle an¨®nimos mensajes en el contestador sugiri¨¦ndole que repita en antena: "Nadie silba como Silvia Silva, porque el que Silva como Silvia Silva, fue porque Silvia Silva le ense?¨® a silbar").
La v¨ªctima de acoso logop¨¦dico no deber¨¢ ten¨¦rnoslo en cuenta. As¨ª como el tricornio y la chapuza son productos t¨ªpicamente espa?oles, los trabalenguas constituyen una epidemia universal. En Finlandia, por ir muy lejos, tambi¨¦n tienen sus trampas fon¨¦ticas y es factible que, tras cruzar interminables paisajes nevados, el primer finland¨¦s que te encuentres se empe?e en hacerte repetir: "Appilan pappilan apupapin pankolla kiehuu ja kuohuu. Pappilan paksuposki piski pisti paksun paukeiton poskeensa" ("El pastor del ayudante del vicariato de Appila calienta el bote de frijoles sobre la estufa. El perro gordo del vicariato se comi¨® el bote de frijoles"). Como ven, no se trata de una frase que uno necesite para capear las circunstancias cotidianas, ya que es poco probable que uno conozca al pastor del ayudante del vicariato de Appila. Y, suponiendo que eso ocurra, ?de verdad creen que permitir¨ªa que un perro se comiera sus malditos frijoles? Y, sin embargo, el trabalenguas tiene buena prensa, sobre todo entre los ni?os, quiz¨¢ porque a estas desvalidas criaturas les encanta hablar sin saber lo que dicen. C¨¢rguese de paciencia, pues, y prep¨¢rase para estas perrer¨ªas ling¨¹¨ªsticas de fabricaci¨®n casera. ?Su utilidad? Matar el tedio y fastidiar al pr¨®jimo, supongo, y, sobre todo, poner en evidencia a los que no saben repetirlas para, de este modo, hacernos sentir superiores. Con los a?os, estos ejercicios te quedan grabados en el disco duro y, cuando menos lo esperas, te asaltan como un reg¨¹eldo del pasado. Recuerdo una especie de trabalenguas que, en mis tiempos de incipiente hispanoparlante, me ense?aron unos amigos al descubrir que me costaba pronunciar la j y la c: "No es lo mismo Tejidos y Novedades en el piso de encima que te jodes y no ves nada y encima te pisan".
Ejercicio del d¨ªa. Adivine a qu¨¦ idioma corresponde el siguiente trabalenguas: "Petro, vi la permeson de la patro nepre prenu por partopreni entreptrenon". Una pista: no es catal¨¢n.
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