Exceso de testosterona

A m¨ª en verano me sube la testosterona. No te lo puedo demostrar con una anal¨ªtica en mano pero fijo que me sube porque es que me la noto, como dice Daniella Cardone, a nivel piel. He estado estos d¨ªas haciendo pesas delante de la tele viendo ese programazo que hacen ahora con diputados y diputadas de Madrid, que por cierto, antes de desarrollar el tema testosterona, quisiera constatar que valoro muy positivamente el esfuerzo que est¨¢n haciendo todos y todas para que, a gente como yo, desenga?ada de la telebasura y desesperada porque vuelva a las pantallas una programaci¨®n de altura, hayamos vuelto a recuperar la ilusi¨®n. Gracias. No exagero si digo que estos d¨ªas de Asamblea han sido como una vuelta a aquellos inolvidables primeros tiempos de T¨®mbola, cuando unos cuantos periodistas de investigaci¨®n por los que nadie hubiera dado ni un duro (Mari?as, Lozano, Marchante...) se reunieron en un humilde estudio y marcaron un antes y un despu¨¦s. Confieso que a¨²n tengo algunas grabaciones de aquellas, ay, veladas m¨ªticas: la noche en que hicieron llorar a Karina porque dec¨ªan que s¨®lo se casaba con homosexuales, la noche en que Tuyupa, la bella oriental asentada en nuestro pa¨ªs, asegur¨® que las indonesias apagan las velas de cumplea?os utilizando la fuerza inaudita de sus labios vaginales. Perm¨ªtanme la digresi¨®n: Tuyupa fue compa?era de mi santo en la Autoescuela Centro y el hecho de que mi santo no faltara ni a una sola clase me hizo dudar por vez primera de su loco amor. Vamos, que lo ve¨ªa meterse en el servicio con el c¨®digo de la circulaci¨®n y se me hinchaba la vena. Pero no nos desviemos, aquellas noches en las que nos qued¨¢bamos cuajaos en el sof¨¢ hasta las tantas, ay, pasaron, pero en estos d¨ªas, con el programa asambleario, se ha avivado la casi extinta llama. Y de nuevo nos estamos peleando como chiquillos por ver qui¨¦n va a la cocina a preparar un frugal refrigerio; echamos a suertes el sof¨¢ mejor y lanzamos una moneda al aire para ver qui¨¦n contesta el tel¨¦fono cuando llaman nuestros hijos, porque son ni?os que o no te llaman nunca o, no me digas c¨®mo, tienen una intuici¨®n perversa para acertar siempre en los momentos cumbre. Entendamos por momentos cumbre al momento A (A de Asamblea) o al momento C (C de coito). Mi afici¨®n desmedida por T¨®mbola me repercuti¨® en la llamada "piel de naranja" porque me aboc¨® al sedentarismo, por eso esta vez mientras ve¨ªa a nuestros h¨¦roes asamblearios me propuse realizar la tabla de ejercicios de pesas que me mand¨® mi adiestradora. Cuando llegaba el momento A, ah¨ª estaba yo, levantando mis pesas delante del m¨ªtico Balb¨¢s. El caso es que dicho programa me ha llevado a tal estado de hipnosis televisiva que en tres d¨ªas me he puesto jaquetona. Yo siempre hab¨ªa querido tener las espaldas como Estefan¨ªa, la princesa rebelde, como dice el maestro Tico, pero como espa?ola que soy, de gran cabeza y poca altura, se me ha quedado el cuerpo que le doy un aire a Rita Barber¨¢. Est¨¢ bien, no ser¨¦ un mito er¨®tico, pero t¨² ahora mismo me pones en la puerta de un chal¨¦ y te ahorras el perro y el guardia jurado. Ayer me dijo mi santo: "Hija m¨ªa, te has puesto disuasoria". Y como tiene ese humor tan ingl¨¦s, no le pill¨¦ el sentido.