Romanticismo franc¨¦s, recuperaci¨®n c¨¢ntabra y canto gregoriano
Todo festival es, en principio, una fiesta de cultura capaz de ofrecer las convocatorias m¨¢s diversas, y los ciclos del Festival Internacional de Santander vienen sirviendo esta caracter¨ªstica. Especialmente importante me parece el concierto dado por la orquesta y coro filarm¨®nicos de Cluj, la capital de Transilvania, regi¨®n pr¨®diga en talentos art¨ªsticos. Se trataba de ofrecer por vez primera aqu¨ª la Misa solemne de Berlioz, escrita en 1824, dada un par de veces en Par¨ªs y destruida por su autor seg¨²n nos dicen sus memorias. Por fortuna, la Misa ha podido resucitar en 1993, a?o en que la pusieron sobre sus atriles el maestro Jean Paul Penin (quien la ha dirigido en Santander) y John E. Gardiner, con su orquesta rom¨¢ntica y revolucionaria.
La obra encierra muchas bellezas y nos avisa con claridad acerca de lo que ser¨ªa el genio de Berlioz; incluso nos hace escuchar temas que reaparecer¨¢n en la Sinfon¨ªa Fant¨¢stica o en la Gran misa de difuntos. La versi¨®n de las formaciones rumanas con los solistas Garc¨ªa Vallejo, tenor, Geraldine Casey, soprano, y Hubert Claessons, bar¨ªtono, fue de todo punto admirable por el primor de la realizaci¨®n y la emoci¨®n comunicativa. Redonde¨® la noche una transparente interpretaci¨®n de la Sinfon¨ªa en do, de Bizet, otra creaci¨®n juvenil de la m¨²sica francesa que ha vencido el paso de los tiempos y goza de consideraci¨®n renovada ahora una vez m¨¢s.
Gran misi¨®n es ¨¦sta de devolver vida y vigencia social a pentagramas valiosos m¨¢s o menos olvidados. Y merece igualmente aplauso el mantenimiento del canto gregoriano tal como ha hecho la capilla gregorianista Easo, de San Sebasti¨¢n, que dirige Javier Irestorza, en el santuario de la Bien Aparecida. El peque?o grupo de cantores conoce bien lo que dice, reza y canta y nos lo hace llegar con serena belleza, en un entorno geogr¨¢fico de extremada belleza.
Otros matices alcanza la recuperaci¨®n de una zarzuela c¨¢ntabra del laredano Alfonso Ruiz Mart¨ªnez (1915) titulada La costurerita y estrenada en 1941, cinco a?os antes de La galerna. Sencilla, plena de aires populares, ingenua y directa, La costurerita se inscribe en la onda zarzuel¨ªstica de la monta?a a la que dieron resonancia con sus obras Bret¨®n o Caballero. Evidenci¨® su ductilidad la orquesta rumana de Cluj con la coral Salv¨¦ de Laredo, que dirige Jos¨¦ Luis Ocejo, junto a Carmen Ribera y Charo Picazo, sopranos, Jos¨¦ Manuel D¨ªez, bar¨ªtono, y Alberto N¨²?ez, tenor, con la batuta de Rodr¨ªguez Saturio.
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